La demanda que el duque y la duquesa de Sussex presentaron contra la empresa matriz del periódico británico Mail on Sunday no significará la sentencia de muerte para el tabloide sensacionalista. Pero debería hacer que los editores consideraran seriamente: ¿sigue siendo un buen negocio ese tipo de noticias?
El caso gira en torno a una nota publicada en febrero por el periódico que, al igual que Daily Mail, es propiedad de Daily Mail & General Trust Plc. La noticia mencionaba una polémica carta que Meghan, duquesa de Sussex, le había escrito a su padre, Thomas Markle. Los miembros de la realeza afirman que ella posee los derechos de autor de la carta y, por lo tanto, se publicó ilegalmente.
Durante las décadas de 1980 y 1990, en el apogeo de los temibles periódicos sensacionalistas de Gran Bretaña, los editores a veces consideraban las derrotas legales y sus arreglos como uno de los costos de hacer negocios. Ya sea cuando The Sun acusó falsamente a Elton John de un delito sexual en 1987, o cuando, una década más tarde, Express sugirió (de manera injuriosa) que el matrimonio de Tom Cruise y Nicole Kidman era una farsa, el aumento en las ventas generado por los escabrosos titulares, por lo menos, cubrió -si no excedió- los consiguientes daños.
Por ejemplo, el caso de Elton John: The Sun finalmente debió pagar al cantante 1 millón de libras (US$1,2 millones) -supuestamente el pago más grande de Gran Bretaña en ese momento- y publicar una disculpa en primera plana. Sin embargo, en el año fiscal en que llegó la multa (1988), The Sun y su periódico hermano del domingo, News of the World, generaron una ganancia operativa de 68 millones de libras. En otras palabras, la derrota en tribunales le costó menos de una semana de ganancias.
En 2018, pese a generar más ingresos que hace 20 años, el mismo grupo editorial registró una pérdida operativa de 61 millones de libras. El desplazamiento hacia el consumo de noticias en línea y el consecuente deterioro de la publicidad impresa ha arruinado las finanzas del periodismo tradicional.
Lo mismo ocurre con Daily Mail y Mail on Sunday, que han luchado por mantener la rentabilidad a medida que los ingresos se contraen sostenidamente. Su empresa matriz astutamente se diversificó más allá del negocio de las noticias, que ahora representa solo 46% de sus ingresos totales.
Tampoco está claro que estas primicias como la de Thomas Markle generen una mejora mucho más perceptible en las ventas. La circulación del Mail on Sunday mantuvo su tendencia descendente de largo plazo en el mes en que se publicó la noticia, al caer 6%.
Y aunque los lectores podrían haber estado levemente interesados en la carta (esencialmente una recriminación a su padre por hablar con la prensa), es difícil creer que esto era de interés público, lo que se define como algo más que mera curiosidad, algo que afecta los derechos, la salud o las finanzas de las personas en general.
Los periódicos sensacionalistas han tardado más en reaccionar ante los cambios en los modelos de ingresos de los medios que sus primos de la prensa seria, quienes han reconocido que las suscripciones de pago son más sostenibles que los anuncios en línea. Sin embargo, cada vez es más difícil convencer a los lectores de que paguen por el tipo de información sobre celebridades que sitios web rivales del tipo "clickbait", o de ciberanzuelo, toman y reformulan instantáneamente. Las primicias sensacionalistas tuvieron eficacia real en las antiguas versiones impresas de los periódicos, pero ahora están en todas partes en minutos.
Todavía no sabemos si la realeza ganará su caso o cuáles podrían ser las sanciones. Es posible que los daños no se acerquen a los casi US$3 millones que el Daily Mail tuvo que pagarle a Melania Trump en 2017 por difamación; ese caso se desarrolló en Estados Unidos, donde los castigos son más altos.
Pero si una gran indemnización en el caso de Markle lleva a los periódicos a asumir menos riesgos financieros con noticias que no son realmente de interés público, y en su lugar concentran su impresionante potencial periodístico en otro lado (tal vez en escándalos políticos y comerciales reales), sería muy positivo. Incluso podría ser un periodismo por el que valga la pena pagar.