Es la respuesta puertorriqueña a las plazas de toros, un deporte sangriento y mortal, pero ahora el territorio enfrenta el fin de las peleas de gallos.
Parlamentarios estadounidenses están listos para eliminar el próspero pasatiempo de la isla como parte del proyecto de ley agrícola que se aprobó en la Cámara de Representantes el miércoles y que ahora pasa al presidente Donald Trump para su promulgación. La medida extendería la prohibición de las peleas de animales a los territorios; ya es ilegal en los 50 estados. Pero en Puerto Rico, las peleas de gallos se rigen por el Estado Libre Asociado y están arraigadas en la cultura -- se documentaron por primera vez en el siglo XVIII, pero es probable que hayan existido cientos de años antes de eso.
"Invito a cualquier miembro que desee venir a Puerto Rico y ver cómo está regulada la industria de las peleas de gallos", dijo el miércoles Jenniffer González Colón, miembro sin derecho a voto de la Cámara, a sus colegas.
Las peleas de gallos alguna vez fueron populares en las áreas rurales del sur de EE.UU. y de América Latina y es uno de los deportes más antiguos que se conocen en la historia. Se colocan a dos gallos en un hoyo, de acuerdo a su peso y edad. Programados genéticamente para atacar, y equipados con espuelas de metal llamadas garfios, combaten mientras los espectadores hacen apuestas. Las batallas a menudo terminan en la muerte.
Brutalidad pasada
En Puerto Rico, el deporte llegó con los conquistadores españoles y en este siglo ha habido más de 100 galleras y 200.000 aves de combate, según cifras de la nación. Las batallas y las apuestas son tórridas. Pero muchos ven el deporte como intrínsecamente brutal.
"La mayoría de la gente estaría horrorizada de que las peleas de gallos aún no sean ilegales", dijo Ashley Byrne, directora asociada de Personas por el Trato Ético de los Animales, con sede en Nueva York. "En una sociedad civilizada y en una sociedad moderna, obligar a los animales a luchar por sus vidas es cruel".
Eugenio Crespo, exdirector de la Federación de Animales de Puerto Rico, dijo al servicio de noticias español EFE que el dinero, más que la tradición, es la razón por la que persisten las peleas de gallos.
"En Puerto Rico, las peleas de gallos son un negocio puro escondido detrás de la cultura", dijo.
Un tema local
Las autoridades de Puerto Rico se alinearon con la industria para oponerse a la prohibición. González Colón criticó la medida como un ejemplo del tipo de maltrato que sufre la nación al no contar con representación en el Congreso. El gobernador Ricardo Rosselló dijo el martes que viajaría a Washington para luchar contra la provisión, pero parece no haber hecho una diferencia.
En su imploración, González Colón dijo que la industria genera más de US$18 millones anuales y 27.000 empleos directos e indirectos, citando estadísticas proporcionadas por la Comisión de Asuntos de Peleas de Gallos. La isla necesita todos los trabajos posibles: estaba atrapada en una recesión de una década, incluso antes del huracán María, que devastó viviendas e infraestructura y mató a unas 3.000 personas en septiembre de 2017.
Advirtió que la legislación podría llevar a la industria a la clandestinidad. En Louisiana, que en 2008 se convirtió en el último estado en prohibir la práctica, los partidarios presentaron argumentos similares. "Veremos un mercado negro emergente y haremos más mal que bien", dijo González Colón.