El martes se reanudará una disputa entre los países de la Unión Europea sobre la propuesta de gravar a los gigantes tecnológicos, cuando los ministros de finanzas intenten encontrar un equilibrio entre atraer negocios y enfrentar el descontento popular sobre las compañías que no pagan lo que es justo.
Los ministros de finanzas reunidos en Bruselas intentarán impulsar una propuesta legislativa para un impuesto del 3 por ciento sobre las ventas europeas de compañías con un ingreso anual global de 750 millones de euros (US$853 millones) o más, como Facebook Inc., Alphabet Inc. y Amazon.com Inc. La industria de la tecnología se ha resistido al impuesto, diciendo que reduciría la inversión.
El plan, liderado por Francia, se ha enfrentado a resistencia en países como Irlanda y Suecia, que cuestionan la sensatez de que la UE lo haga de forma independiente, dada la naturaleza global de los servicios digitales. Para complicar aún más las cosas, el impuesto podría provocar la ira del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en medio de una disputa comercial transatlántica, ya que la mayoría de las compañías afectadas serían empresas con sede en EE.UU.
El Reino Unido, que a menudo se considera un centro favorable para la tecnología, anunció el mes pasado planes para introducir su propio impuesto a las compañías de internet más grandes, con el objetivo de recaudar 400 millones de libras (US$521 millones) al año. Países desde Corea del Sur hasta Australia también están cerrando vacíos legales que permiten a las empresas redirigir sus ganancias hacia jurisdicciones con impuestos más bajos. Las reglas tributarias tradicionales no lograron cubrir las actividades de estas compañías, alimentando la ira de los votantes descontentos después de años de austeridad y escaso crecimiento salarial.
La idea detrás del impuesto propuesto por la UE es enfocarse en el lugar donde residen los usuarios de tecnología, y no en el lugar donde una empresa coloca su sede. La tasa se aplicaría a los ingresos provenientes de "publicidad dirigida" y "servicios de intermediación", mientras que el impuesto se gravará sobre la facturación, independientemente de la ganancia o pérdida, y no se relacionará ni será "encomiable" frente a los impuestos corporativos existentes, según memorandos confidenciales que circularon entre los Estados miembro y a los que tuvo acceso Bloomberg.
Algunos países no están de acuerdo sobre si la "venta de datos de usuarios" también debe ser gravada, según una nota interna del 29 de octubre que se distribuyó a los gobiernos nacionales. La presidencia austriaca del Consejo de la Unión Europea, que representa los intereses de los Estados miembro en el proceso legislativo, está presionando para llegar a un acuerdo a más tardar a fin de año.
Los gobiernos también están en desacuerdo sobre si el impuesto debería tener una fecha de expiración fija o una cláusula de revisión vinculada a los acontecimientos mundiales, según uno de los documentos. De acuerdo con la documentación, todas las delegaciones nacionales están de acuerdo en que el impuesto se revocaría si la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos o el Grupo de las 20 naciones logran un acuerdo para una solución coordinada para cobrar impuestos a las empresas de tecnología.
Doble tributación
En el período previo a la reunión del martes, algunos países también expresaron dudas sobre si la iniciativa violaría los tratados existentes para evitar la doble tributación. Además de la confusión, los servicios legales de la Comisión Europea, la rama ejecutiva del bloque, y el Consejo de Estados miembro discrepan sobre la base legal del impuesto.
Dado que se requiere la unanimidad para la aprobación de impuestos, el gravamen podría terminar siendo archivado o usado en negociaciones entre un grupo más pequeño de Estados miembro que deseen aplicarlo de forma independiente.
"No obstante, varios Estados miembro podrían introducir un impuesto y crear graves distorsiones en el mercado único de la UE", dijo Guntram Wolff, director del centro de estudios Bruegel, con sede en Bruselas. "Es mejor tener un enfoque europeo en lugar de un mosaico de malos impuestos nacionales".