CICLO DE ENTREVISTAS
Perfil Educación

Alejandro Finocchiaro: "Llevo 27 años de docencia y jamás me adherí a un paro"

El ex ministro de Educación de Juntos por el Cambio participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL. El bajo nivel de egresados de las primarias. La tragedia de la pandemia educativa. Y las dudas sobre la propuesta de Milei sobre vouchers para el sistema escolar.

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Alejandro Finocchiaro en el Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado de Periodismo de Investigación Perfil-USAL | Captura estudiantes

Alejandro Finocchiaro participó de Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado de Periodismo de Investigación Perfil-USAL, donde cuestionó las protestas gremiales de lo sindicatos de docentes. “Estoy en contra de todo tipo de paro docente. Llevo 27 años de docencia y jamás me adherí a un paro, aseveró.

El ex ministro de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología durante la presidencia de Mauricio Macri también se refirió a la propuesta de Javier Milei y su sistema de “vouchers” educativos. “En Argentina esto sería de imposible aplicación”, señaló en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.

–¿Cuál es su análisis de la situación de la educación en la provincia de Buenos Aires?

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–Después del apagón educativo que significó la pandemia en todo el país, con dos años de escuelas prácticamente cerradas en casi todos los distritos, con excepciones por supuesto, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires. En cambio, en la Provincia de Buenos Aires el gran problema es que todavía no volvieron las clases de manera normal. La educación es un sistema, y funciona cuando cada una de las unidades también lo hace. Hay aproximadamente, 14.000 escuelas de gestión estatal y alrededor de 6.000 privadas. Puede ser que una escuela, un solo día, tenga algún problema de infraestructura y no funcione, eso no afecta al sistema. Pero hoy no hay clases normales, por lo menos en las escuelas de gestión estatal. Los chicos que van al secundario, por ejemplo, de seis o siete horas tienen dos, porque no se han designado profesores, o los profesores faltan, o tienen paro. Cuando hace calor o hace frío, hay problemas con el gas o la electricidad. No sirve que uno diga: “La escuela a la vuelta de mi casa anda bárbaro”. Porque hay chicos que están en el último año de la primaria, pero no saben leer ni escribir correctamente. Eso es un drama que hay que pelear fuertemente para que esta no sea una generación perdida.

¿Cómo califica la gestión del Gobierno durante la pandemia en materia educativa?

–La verdad es que Argentina no estaba preparada, no teníamos conectividad en todos lados. En nuestro gobierno, habíamos logrado conectar al 60 por ciento de la matrícula con aulas digitales donde tenían notebooks, netbooks, drones, robótica, programación. Nadie podía prever que dos años después iba a venir la pandemia, pero lo más grave fue que un día el Gobierno cerró todo y para ser justos, hay que reconocer que esa medida contó con el 90 por ciento del consenso de la población. A mediados de abril, yo decía que había que abrir las escuelas, porque es un lugar que ya de por sí es seguro, tiene protocolos hasta sin pandemia. Lo que se veía eran chicos, especialmente en el conurbano, en las calles jugando al fútbol, tomando del mismo bidón, que estaban mucho más expuestos al peligro que si hubieran ido a la escuela.

–El lunes se decretó un paro docente en la Ciudad de Buenos Aires que generó mucha inquietud porque fue en protesta por el accionar de la Justicia sobre denuncias de abuso de docentes. ¿Qué opina sobre los paros docentes?

Estoy en contra de todo tipo de paro docente. Llevo 27 años de docencia y jamás me adherí a un paro. Tiene que haber otras instancias donde podamos resolver estas cuestiones sin perjudicar a los chicos. Los universitarios hemos tenido salarios bajos y nunca me adherí porque pensaba que perjudicaba a mis alumnos.

–¿Es posible cumplir en este contexto con los 180 días de clases obligatorios?

–Presenté un proyecto de ley que declara a la educación como servicio estratégico esencial, que contempla que por cualquier causa, el día de clases debe ser recuperado y que en caso de paro docente, reglamentando el derecho de huelga, debe haber una guardia mínima que ese día reciba a los chicos y les dé clases. No va a ser el mejor día de clases del año, pero van a tener clases y va a comenzar a haber un revuelo en las escuelas. Respecto de los días, tenemos que poner el caballo delante del carro: hay que ver si el sistema que tenemos funciona. Si después de 14 años los chicos salen y tienen libertad y autonomía para encarar la vida con los conocimientos suficientes, formados como ciudadanos, entonces el sistema es bueno y esa pregunta se vuelve irrelevante. Si el sistema no funciona, nos hacemos esa pregunta.

–En una entrevista reciente usted dijo que necesitamos una política que tenga la firmeza de combatir a los enemigos de la educación ¿Cuáles son esos enemigos?

Los enemigos de la educación son todos aquellos que quieren preservar intereses corporativos por sobre el bien común. Algunos actores del sistema educativo se han vuelto sumamente conservadores y reacios a los cambios; los cambios vienen y si no los tomás te pasan por encima. Hoy lo que nosotros tenemos que hacer es, en primer lugar, una evaluación profunda, como fueron las pruebas Aprender que se tomaron entre el 2016 y el 2019. Exponer y aceptar la realidad cruel que esos datos nos van a mostrar, que van a ser mucho peores de lo que podemos imaginar. Cuando tomemos conciencia de eso, tenemos que plantear las medidas del caso. No podemos aspirar a hacer reformas como si fuésemos Finlandia o Singapur, si nuestros chicos no saben leer y escribir. Hoy lo verdaderamente revolucionario en un país como la Argentina es que nuestros chicos terminen la primaria sabiendo comprender y producir textos medianamente complejos como, por ejemplo, una revista deportiva, un editorial de un diario. También resolver las operaciones matemáticas básicas y por supuesto un conocimiento de historia argentina, de nuestra anatomía, flora, fauna, etcétera. Con eso estaríamos haciendo una revolución que es que nuestros chicos empiecen a tener garantías de futuro. Porque la tecnología hoy está incorporada, inclusive, corta transversalmente a todas clases sociales, pero no podés poner programación si un chico no entiende consignas básicas.

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–Usted fue ministro de Educación y durante su gestión la educación también estuvo en crisis. ¿Cuál es la estrategias considera para revertir estos datos negativos?

Tenemos que volver a que los chicos se reincorporen a la escuela y a la educación como forma de vida. Una de las cosas buenas que dejó la pandemia es que la sociedad en general, se dio cuenta que estamos mal. Jaim Etcheverry publicó un libro llamado La tragedia educativa, donde en un estudio que hizo, la mayoría de los encuestados, decía que “la educación argentina está mal, pero mi hijo va a una buena escuela”. Hoy se dieron cuenta que no es así, entonces hay un involucramiento de la sociedad civil. No hay padres madres, directivos, maestros, no docentes, intelectuales de la educación, que nos exigen hacer esos cambios, que entiendan que tienen mucho costo. No me refiero al costo económico, porque Argentina invierte mucho en educación y debería tener un gran sistema educativo. La toma de conciencia es muy importante y deben saber que ese costo es político. Desde hace 20 años, una corriente intelectual liderada por CTERA habla de la psicogénesis, que vulgarmente es que los chicos tienen que ir descubriendo por sí mismos el alfabeto y las normas gramaticales. Bueno, no es así porque ha fracasado y tenemos que volver a hacer que los chicos aprendan a leer y a escribir con el método fonético. No soy pedagogo, no sé si con el de hace 50 años, seguramente hoy hay otras corrientes, pero uno no puede descubrir las normas ortográficas, la sintaxis, tiene que aprenderla. Imaginen tomar un niño de dos o tres años y largarlo a la calle y decirle: "Aprendé cómo es la calle, cómo es la vida". Seguramente, tendríamos una desgracia y que hoy nuestros chicos no sepan leer y escribir es una desgracia.

–Javier Milei se ha caracterizado por hacer referencias polémicas en muchos temas, uno de ellos la educación. ¿Qué piensa sobre su propuesta de entregar vouchers para el sistema educativo?

–Cuando uno es dirigente político tiene que hacer propuestas viables. Después puede ser que por contingencias, no se puedan desarrollar en amplitud o inclusive fracasar. Ahora, lo que no se puede es proponer lo que no se puede hacer. Este sistema de vouchers está enmarcado en algo mucho más grande, que se empezó en los ‘80 y tuvo furor en los ‘90, que se llama ‘subsidio a la demanda educativa’, es decir que en vez de subsidiar la oferta con las escuelas, se subsidia la demanda. Desde el punto de vista intelectual como liberal, hace 25 años me fasciné con esto, incluso tengo cosas escritas desde 2001. En Argentina esto sería de imposible aplicación, porque nosotros tenemos un sistema federal, donde la gestión de las escuelas está a cargo de las provincias, que deberían ponerse de acuerdo en hacer esto. Suponiendo que ese consenso político estuviese, cada una debería reformar los estatutos docentes porque cualquiera de estos sistemas implica competencias de escuelas. Para que haya competencia perfecta todos tienen que tener las mismas posibilidades. Hoy no tenemos evidencia científica de que ese sistema es mejor o peor que otro. Contra los que denostan este tipo de sistema no hay pruebas de que no funcione y para los que están a favor, tampoco hay pruebas de que funcione mejor o peor que otro.

–¿Cómo lleva la labor docente desde que empezó su trayectoria en la función pública?

–Tengo 55 años y empecé a hacer política en 1983 cuando tenía 15 años, la sobrellevo bien. Durante los años que fui ministro nacional y provincial, siempre fui a dar clases. Tenía que ser algo de una urgencia tremenda lo que me hiciera faltar. Cuando se nos acabó el financiamiento en 2018, no pude hacer una oferta lo suficientemente seria como para que los gremios la aceptaran, eso es verdad, no le puedo echar la culpa a los gremios y tuvimos un paro universitario importante, en ese mismo momento yo iba a dos universidades y daba clases solo. Para mí es muy gratificante ser docente.

Por María Belén Robledo, Rosario Bernasconi y Erika Kreymeyer
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil - USAL

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