CIENCIA
desafio sanitario

A diez años de la gripe ‘porcina’, el riesgo de pandemia continúa

La OMS advirtió que el mundo sufrirá “inevitablemente” una nueva ola de influenza. Aprendizajes y las deudas pendientes en nuestro país.

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Con barbijos. A fines de abril de 2009, en el aeropuerto de Ezeiza, se montó un hospital militar de campaña y se cancelaron los vuelos provenientes de México. Las guardias de los hospitales se vieron abarrotadas por pacientes con síntomas gripales. | cedoc perfil

Cierre de escuelas; teatros y cines vacíos; cancelación de vuelos procedentes de México; cuarentena para “casos sospechosos”; un hospital militar de campaña en el aeropuerto de Ezeiza; barbijos agotados; obsesión por el alcohol en gel; guardias hospitalarias abarrotadas; miradas desconfiadas a quien estornudara cerca... en aquellos afiebrados días de 2009, hasta la costumbre de compartir un mate entre amigos quedó en stand by.

Lo que había comenzado a fines de marzo en México como una lejana “gripe porcina”, con un grado de contagio sorprendente y una letalidad preocupante, el 23 de abril encendió las alarmas sanitarias del mundo. Fue cuando los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los EE.UU. confirmaron que el microorganismo responsable de la muerte de hasta entonces unas veinte personas era un subtipo del virus A H1N1 de la influenza nunca antes visto: su material genético poseía una extraña combinación de una cepa aviaria, dos cepas porcinas y una humana​. Cuatro días después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevaba la alerta por una posible pandemia de gripe del nivel 3 a 4; el 29 de abril, de 4 a 5; y finalmente, el 11 de junio, se decretó el inicio de la primera pandemia del siglo XXI.

La gripe porcina generó pánico mundial en 2009.
El pánico a la gripe porcina fue global en 2009.

 “Fue una enorme sorpresa para el mundo entero, pero sobre todo para nosotros en las Américas. Teníamos todas las alertas y las preparaciones porque se venía anunciando la posibilidad de una pandemia de gripe debido a los ciclos históricos del virus y a la aparición de casos de gripe aviar en China, pero suponíamos que irrumpiría en Asia, no en nuestro continente”, reconoce ante PERFIL la argentina Mirta Roses, por entonces directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Y describe: “Cuando los CDC determinaron que era un nuevo virus, empezó la hecatombe. Para nosotros fue el equivalente a lo que en el sector militar sería una declaración de guerra”.

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Como la vacuna estacional de la gripe no servía para proteger contra la nueva variante, a medida que se comunicaban nuevos casos en el mundo y se empezó a ver que producía neumonías fulminantes, sobre todo en gente joven y embarazadas, se desató una suerte de “psicosis social”: hubo reuniones de consorcio para aislar a familias o personas que estaban enfermas; en Mendoza, hasta se llegó a apedrear un ómnibus que transportaba a un turista chileno que supuestamente padecía el virus, y hubo quienes salieron desesperados a hacer acopio del antiviral oseltamivir. Mientras tanto, los laboratorios comenzaron una carrera contrarreloj para producir una vacuna que fuera efectiva y a nivel de las autoridades se desató la batalla por asegurar el stock para sus países.

“En Francia, España y Alemania perdieron la cabeza con este tema. De hecho, más adelante hubo juicios y el tema llegó hasta el Consejo de Europa por mal uso del dinero público”, explica Roses, quien resalta que, por otro lado, era la primera vez que se ponía a prueba el Reglamento Sanitario Internacional y el funcionamiento del Comité de Emergencia de la OMS. “Ahora el mundo mira mucho más la rendición de cuentas, la transparencia, los conflictos de intereses. Estas son cosas que surgen después de pasar la prueba de fuego. El problema es que al comienzo uno nunca sabe cuál va a ser el impacto de una pandemia y las medidas las tiene que tomar al inicio, si no no sirven”, reflexiona.

¿Mito o realidad? Diez años después del inicio de la pandemia, que se prolongó hasta agosto de 2010 y según la OMS causó entre 100 mil y 400 mil muertes, hay quienes dudan de que la situación haya sido tan grave como se la describía en aquel entonces.

“La pandemia por el virus de influenza A H1N1 existió y hay muchísimas evidencias sobre el tema. No fue un invento. Cuando hay una pandemia se debe estar preparado para hacerle frente; algunos pueden interpretar esa preparación como una sobreactuación. Pero tal vez no hayamos tenido mayores consecuencias precisamente gracias a las medidas que se tomaron”, señala Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Cemic. Mirta Roses coincide: “Uno de los precios que paga la salud pública es que, cuando se hace un gran escándalo y las cosas que se pronosticaban no suceden, te critican porque hiciste el escándalo. Pero el primer interés es la protección de la población y reducir el daño”.

Más allá de las críticas, la pandemia dejó enseñanzas. “Por un lado sirvió para entender que la gripe puede ser algo grave y que todos los años se producen hospitalizaciones y muertes por este virus. También hizo que se incorporara la vacuna para los grupos de riesgo al Calendario Nacional de Inmunizaciones y que se creara un consorcio nacional con el objetivo de elaborar la vacuna en nuestro país, algo muy importante ante la posibilidad de una nueva pandemia”, puntualiza Bonvehí. En este sentido, un mes atrás la OMS presentó su Estrategia Mundial contra la Gripe 2019-2030. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue contundente: “La cuestión no es si tendremos una pandemia, sino cuándo. El costo de un brote grave de la enfermedad superará con creces el precio de la prevención”.

Comenzó la campaña de vacunación

La Secretaría de Salud de la Nación anunció esta semana el inicio oficial de la campaña de vacunación antigripal 2019, “con el fin de reducir las complicaciones, hospitalizaciones, secuelas y muertes ocasionadas por el virus de influenza”.

Desde 2011, la vacuna está incorporada al Calendario Nacional de Inmunizaciones para que la reciban de manera gratuita y obligatoria las embarazadas; las flamantes mamás (hasta diez días después del parto si no la recibieron durante el embarazo); los niños de 6 a 24 meses de edad (deben recibir dos dosis separadas al menos por cuatro semanas); los adultos de 65 años o más y las personas entre los 2 y 64 años con factores de riesgo (enfermedades cardíacas, respiratorias o renales, inmunodepresión o diabetes) que presenten una orden médica. Este año la vacuna trivalente “oficial” protegerá contra las cepas de influenza A H3N2, H1N1 e influenza B. En el sector privado estará disponible, además, una vacuna cuadrivalente, que suma protección contra una cepa diferente del virus B.