Gracias al aporte de investigadores argentinos, por primera vez un trabajo que vincula la calidad del sueño con el nivel socioeconómico fue debatido en un foro internacional. Especialistas de la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Universidad Austral presentaron en la Pontificia Academia de las Ciencias, en la ciudad del Vaticano, un estudio sobre los trastornos de sueño y su relación con la situación socioeconómica.
El análisis concluyó que en poblaciones de muy bajo estrato socioeconómico hay un mayor porcentaje de personas con mala calidad de sueño y somnolencia diurna. “La privación de sueño afecta significativamente más a las poblaciones marginadas de las villas”, le dijo a PERFIL Daniel Cardinali, director de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA, quien presentó el trabajo ante el papa Francisco y las autoridades académicas del Vaticano.
Según las conclusiones del estudio del Barómetro de la Deuda Social de la UCA, la relación entre el sueño y el estatus socioeconómico demuestra que quienes perciben ingresos muy bajos presentan mal sueño en un 17%, mientras que los de ingresos medios o altos lo padecen en un 13%. Algo similar ocurre con la somnolencia diurna padecida en un 24% de la población de bajos ingresos, contra un 21% en las personas que ganan más. Entre las causas de por qué los más pobres son quienes peor descansan, figuran varios factores, pero el principal es la inseguridad. “Los datos remarcan las consecuencias cognitivas, emocionales y físicas de la sociedad que hemos creado, donde se ha reducido el sueño en dos horas diarias en apenas 40 años y cuyas consecuencias negativas son mayores en los más desposeídos”, indicó Cardinali.
Además, los mismos investigadores demostraron que una mínima mejoría de las condiciones de vida resulta en mejoras significativas en cuanto a las condiciones de sueño y de la calidad de vida de las poblaciones carenciadas. En una segunda parte del estudio, los especialistas entrevistaron a 150 personas que vivían en barrios pobres del área metropolitana de Buenos Aires y que esperaban la ayuda de la ONG Techo ( antes “Un Techo para mi País”) la cual construye casas prefabricadas. “Una de las conclusiones más relevantes es que la aplicación de una mínima intervención (la casilla de madera de la ONG Techo) fue capaz de restablecer un ciclo de serenidad con directo impacto en la calidad del sueño, la salud y la calidad de vida”, sostuvo Cardinali.
Acerca de la presentación del estudio en la reunión de la Pontificia Academia de las Ciencias, el investigador destacó que “el papa Francisco fue el factor fundamental condicionante del evento”. “La experiencia de la cercanía con él fue única. Estaba alojado en una habitación del primer piso del Domus Santa Marta donde ha establecido su residencia el Papa. Lo veía a unas pocas mesas de distancia en cada desayuno, almuerzo o cena allí. En los últimos cuatro años tuve contacto protocolar con el cardenal Bergoglio en su función de autoridad máxima de la UCA. Pero hoy Francisco parece otra persona, ha rejuvenecido por lo menos diez años”, concluyó.