En las antiguas abadías del siglo XIV, antes de la invención de la imprenta, los monjes dedicaban su vida a copiar manuscritos únicos con el fin de preservarlos para la posteridad. También se hicieron, en distintas épocas, réplicas de cientos de obras de arte para protegerlas ante eventuales guerras o desastres naturales. Hoy, en pleno siglo XXI, el arte cuenta con una nueva aliada: la tecnología de fabricación digital y de impresión 3D. En la Argentina se empieza a utilizar estas técnicas para replicar esculturas o hacer copias a escala de edificios únicos, de gran valor cultural.
Por ejemplo, en el Congreso de la Nación, las esculturas La Paz, La Justicia, El Trabajo, El Progreso, La Libertad y Los Leones, de Lola Mora, donadas en 1921 a la provincia de Jujuy, fueron escaneadas y luego reproducidas a través de impresión 3D, lo que permitió que vuelvan a apreciarse en la sede del palacio del Congreso después de 93 años.
Los moldes, previamente diseñados con un software en 3D por la empresa de fabricación digital Fabrinco, posibilitaron generar todos los elementos para la reproducción sin que fuera necesario contacto físico alguno con las obras originales. Fueron realizados con poliuretano de alta densidad, y luego se los llenó con distintas capas de morteros estructurales, moliendas de mármol y una estructura de hormigón armado. Finalmente se terminaron en forma manual a través de cincelado, pulido, encerado y la hidrofugación a cargo de un grupo de escultores y artesanos que integraron el equipo de trabajo. “Estamos muy orgullosos de haber sido parte del proceso para que las esculturas de Lola Mora estén hoy en este edificio público. Es la primera vez que en la Argentina se realizan réplicas con tecnología de punta que es tendencia en las principales capitales del mundo”, expresó el arquitecto Luis M. Gorodner, representante técnico de Progorod, la compañía que realizó la restauración.
Edificios históricos. En el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también se empieza a utilizar la tecnología de impresión 3D, en este caso para reproducir edificios históricos del casco urbano. En este caso, a través de las impresoras de Kikai Labs, la Dirección de Infraestructura y Mantenimiento Edilicio (Dgiyme) del Ministerio de Cultura de la Ciudad recreó piezas de restitución y modelos a escala del edificio de la Casa de la Cultura (ex La Prensa), el planetario Galileo Galilei, el Museo José Hernández, la Barraca Peña y la biblioteca Ricardo Güiraldes. Como si fueran parte de una sofisticada maqueta, la idea es preservar los moldes de estos emblemáticos edificios porteños, ampliando su selección para que sean impresos en 3D. Para la impresión de piezas de repuesto también se utilizan impresoras de polvo cerámico, de la firma KREO.
Nuevas técnicas. El uso de esta tecnología de reproducción también llegó a los cuadros de pintores famosos. El laboratorio de la Universidad de Tecnología de Delft, en Holanda, se encuentra trabajando en recrear la textura de la superficie y el color original de una obra de Vincent Van Gogh, Flowers in a Blue Vase, de 1889, en una imagen tridimensional para mostrar lo que el artista hizo sin modificar su obra real. De hecho, ya hoy los visitantes del Museo Van Gogh en Amsterdam pueden comprar y llevarse a sus casas réplicas impresas en 3D de las obras del artista. Descriptas como “la técnica de copia más avanzada jamás vista”, según los responsables del museo, dichas obras tienen el módico precio de 26 mil euros. Los “relievos”, como denominan a estas réplicas, se imprimieron con equipos Fujifilm. La técnica combina un escáner 3D de la pintura con una impresión de alta resolución, que incluso abarca la parte de atrás de la pintura. Tan complejo es el proceso que sólo se pueden crear tres copias por día.
A lo largo de la historia, el hombre ha creado obras de arte maravillosas y se ha valido siempre de los elementos que tenía a mano con el fin de cuidarlas para la posteridad. Ahora aprovecha la tecnología de última generación para preservar, crear y recrear con un nivel de detalle nunca antes visto