“Lo que me más me apasiona de mi trabajo es tener que resolver problemas”, aseguró el ingeniero argentino de la NASA, Miguel San Martín. De vacaciones en Buenos Aires, el responsable del sistema que posibilitó el descenso del robot Curiosity en Marte habló con PERFIL sobre la posibilidad de llevar astronautas al planeta rojo y sobre las misiones futuras de la agencia espacial norteamericana, como la de “capturar” un asteroide y remolcarlo o aterrizar en él un robot.
—¿Cuándo podrá la NASA enviar una misión tripulada a Marte?
—Para 2030 podríamos ver el primer vuelo orbital tripulado a Marte. Sería llevarlos a una órbita del planeta y volver sin aterrizar, o ir a Fobos, una de sus lunas. Aterrizar en Marte una nave de entre treinta y cincuenta toneladas y traer de regreso a los astronautas no es fácil. El peso del Curiosity es de una tonelada, por lo que se trata de un desafío muy distinto. Otro problema es el de la radiación durante el viaje y en el planeta, que incrementa las posibilidades de los astronautas de padecer cáncer. Es por eso que se proyecta tener habitaciones de gran espesor dentro de la nave espacial para que los astronautas puedan refugiarse en caso de que ocurra una explosión solar.
—¿Qué piensa del proyecto privado Mars One de enviar humanos que no regresarán?
—La NASA tiene la idea de vivir de los materiales de Marte para producir combustible para la vuelta. La misión Marte 2020 tendrá un laboratorio para hacer oxígeno. Si logramos tener un sistema para desarrollar combustible en Marte, primero establecemos una estación para fabricarlo y después mandamos astronautas para que puedan volver. Esa es la forma en la que cualquier agencia espacial procedería; los privados pueden tomar mayores riesgos, pero con el dinero del pueblo no se puede.
La exploración de Marte no es lo único que inquieta al ingeniero nacido en Río Negro, sino también la misión planeada para 2023 de “capturar” un asteroide y remolcarlo a una órbita más cercana a la Tierra para que astronautas exploren su superficie. Otra opción es hacer descender en el asteroide un robot para que tome una roca de hasta cuatro metros y treinta toneladas y analizarla. El estudio de los asteroides es importante para la NASA, porque permite comprender las primeras etapas de formación del sistema solar y, además, “pueden ser fuentes de recursos como agua para los astronautas en otras misiones, en lugar de tener que llevarla desde la Tierra, que cuesta mucho dinero”.
Mientras espera la resolución de alguna de las opciones, San Martín asesora en otras misiones, como InSight, que en 2016 estudiará el interior de Marte y sus terremotos con sismógrafos, y Marte 2020, con un robot que tomará muestras para encontrar fósiles y las enviará a Tierra en una nave. El universo es muy grande, y San Martín tiene muchas soluciones por encontrar.
A la espera de que el robot Philae ‘despierte’
El Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, del que forma parte el argentino Miguel San Martín, tiene algunos instrumentos en la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea. De hecho, colaboró en la navegación para hacer descender al robot Philae en el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko. “Nos contactaron para hacer una navegación paralela y comparar resultados para ver si nos daban igual”, explicó. El argentino presenció el descenso de Philae como experto en sistemas de aprendizaje y por si necesitaban su colaboración, aunque no fue necesaria. “Philae fue un experimento bastante modesto en materia de dinero. Tenía que aterrizar en un lugar bien plano, porque el vehículo a bordo tenía muy poca inteligencia”, comentó. Philae descendió entre unas grietas que al momento le impiden recargar sus baterías con luz solar. Sin embargo, San Martín considera que “se sabe tan poco de estos cometas que sólo analizar el impacto aporta mucha información, y si Philae llega a despertar, será genial. La misión es excelente”.
