Los robots con forma humana pueden hacer ensayos no destructivos de materiales e inspeccionar sistemas a los que el hombre no puede acceder, en tanto su tecnología permite implantar brazos con músculos artificiales, afirmó uno de sus creadores.
"Los nuevos desarrollos tecnológicos nos permiten crear partes robóticas, como una mano o un brazo, con una prótesis de plástico instalada en un humano que perdió uno de sus miembros", dijo Yoseph Bar-Cohen, un físico del Laboratorio de Propulsión de Jet, en Pasadena, dependiente de la agencia espacial NASA.
El investigador estadounidense dialogó con la agencia Télam en Buenos Aires, donde participa del Seminario de Ensayos No Destructivos (END), que se desarrolla en el Hotel Panamericano.
La práctica de END permite controlar la producción e inspeccionar objetos en los que no puede intervenir directamente el hombre y consiste en el monitoreo, a través de técnicas como termografía infrarroja, inspectores robóticos antropomórficos, radiografía industrial, ultrasonido y otras.
Bar-Cohen considera seriamente la posibilidad de "estar dando vida a una especie superior", ya que "mejoramos lo que la naturaleza logró a través de la evolución y, si aprendimos de la naturaleza a volar, ahora podemos volar más lejos que un ave", planteó.
El científico sostuvo: "Podemos aprender de la naturaleza y cuando hacemos robots antropomórficos, de la misma característica de las personas, podemos hacer algo inteligente como un humano y con la misma apariencia".
Con los implantes antropomórficos, "la persona puede controlar sus dedos con conexiones directas al cerebro, que manejan el movimiento digital", comentó.
La Universidad de Chicago trabaja en este tipo de tecnología con ensayos en cinco personas que usan estas prótesis conectadas directo al cerebro y logran tomar con la mano un confite de chocolate y llevarlo a la boca.
"Tenemos una 'silla caminadora' que en vez de ruedas tiene patas, hay gente corriendo maratones con piernas ortopédicas y contamos con un exoesqueleto", que va por fuera del cuerpo como un asistente.
El recurso "no es tan caro y ya se puede adquirir en el mercado, aunque los aparatos más sofisticados están todavía en etapa de desarrollo", afirmó.
Bar-Cohen porta una computadora personal en la que guarda imágenes de un humano y su clon androide, de un tiburón y su homólogo artificial y de falsos pececitos japoneses.
"Mi contribución a este desarrollo tiene que ver con los músculos artificiales, fabricados con plásticos -polímeros electroactivos- que responden a estímulos eléctricos", enfatizó.
La misma computadora contiene el mayor logro alcanzado con músculos artificiales: una cabeza androide con la cara del científico Albert Einstein, que responde a expresiones faciales con mecanismos robóticos que imitan características del comportamiento humano, cuyo cuerpo fue fabricado en Corea.
Los polímeros electroactivos están hechos con fibras de un plástico altamente flexible, que se estira o encoge en contacto con determinados productos químicos o una corriente eléctrica, y así imita el funcionamiento de los músculos humanos.
Estos materiales, dijo, tienen "distintos mecanismos de activación, uno está impulsado por una especie de campo magnético creado con electricidad; otro, con partículas activadas por electrones que, con la variación de la carga eléctrica que se mueve, obtiene la contracción y el estiramiento del material".
Tres laboratorios desarrollaron músculos aptos para una prueba que consistió en una pulseada entre un brazo robótico y uno humano, en la que el miembro fabricado por una empresa de Nuevo México resistió 26 segundos.
"Los robots pueden caminar 24 horas los siete días de la semana y pueden ser confiables realizando trabajos como una recepcionista, una enfermera o un guardia de seguridad, sin una especificidad excesiva", aseguró Bar-Cohen.
La necesidad de crear un robot con las mismas características físicas humanas "es porque nuestro mundo está diseñado para nuestra conveniencia, desde el picaporte de una puerta hasta el botón de un ascensor", aseguró el entrevistado.
Fuente: Télam