CIENCIA
Están en todas

Los brazos del pulpo son su aparato reproductor, una especie de cerebro y también su lengua

Científicos de la Universidad de Harvard descubrieron que los tentáculos de los pulpos son su lengua. Los sensores de las ventosas les permiten saborear una presa y también tomar decisiones sin consultarlas con su cerebro.

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Pulpos de distintas especies. | Shutterstock

La Universidad de Harvard acaba de publicar, en la revista Cell, un estudio que revela que los pulpos pueden saborear su futura presa gracias a las ventosas de sus brazos. 
Los científicos que participaron de la investigación, liderados por Nicholas Bellono, Profesor Asistente de Biología Molecular y Celular, lograron identificar que las ventosas de los brazos están recubiertas por una capa de células que funcionan como sensores que pueden detectar moléculas en las superficies que tocan. Es decir que sus tentáculos funcionan como lengua

Los expertos creen que los sensores, denominados “receptores quimiotáctiles”, usan estas moléculas para ayudar al octópodo a descubrir qué está tocando; es decir, para identificar si es una presa y sobre todo, si es venenosa y necesita huir de ella.

“Creemos que debido a que las moléculas no se solubilizan bien, podrían, por ejemplo, encontrarse en la superficie de las presas de los pulpos y lo que sea que toquen los animales”, explicó Bellono. 

Los pulpos son animales tan únicos que, para tomar una decisión respecto al bocado que tienen delante, ni siquiera consultan con su cerebro. Pueden reaccionar independientemente de su sistema nervioso central, ya que procesan el estímulo gracias a los nervios distribuidos en sus extremidades. 


“Las extremidades del pulpo son distintas y complejas. Aproximadamente dos tercios de las neuronas de un pulpo se encuentran en sus brazos ”, afirma  la ciencia.


Con cabeza oblonga, ojos saltones y ocho brazos, su aspecto no parece muy agraciado, sin embargo muchos quisieran tener alguna de sus habilidades. Aunque no tenga vértebras, el pulpo es como una lancha a motor que puede desplazarse con enorme rapidez, propulsando agua. ¿Hay algún enemigo cerca? Activa su bolsa de tinta y esa “cortina de humo” le permite huir. Si no puede escapar, no importa: es tan camaleónico, que puede cambiar el color de su piel e incluso la textura para mimetizarse con el entorno. 

A falta de esqueleto le sobran músculos fornidos y, aunque pareciera que para sobrevivir no necesitan utilizar su cerebro todo el tiempo, se lo considera el invertebrado más “inteligente”.

Si en la lucha por estrangular un alimento, pierde un tentáculo, poco importa: amputado seguirá vivo. A lo sumo, quedará estéril, en caso de que entre sus ocho tentáculos tenga tanta mala suerte de que justo pierda el que es su órgano reproductor: una pieza que funciona como jeringa repleta de espermatozoides que inyectará en la hembra que le apetece. 


Los investigadores están muy entusiasmados con el resultado de su trabajo porque esto puede ayudarlos a descubrir sistemas receptores similares en otros cefalópodos, como los calamares y las sepias.


“Nuestra esperanza es determinar cómo funcionan estos sistemas a nivel molecular y responder algunas preguntas relativamente inexploradas sobre cómo evolucionaron las capacidades de estas criaturas para adaptarse a su entorno”, explicaron. Así que seguirán buceando en el tema.