CIENCIA
Entrevista al ministro de salud

Rubinstein: "No soy el abanderado del aborto, solo puse la voz de la salud pública"

El funcionario habló con PERFIL sobre su exposición en el Senado, las críticas de los legisladores oficialistas y qué va a ocurrir tras la votación del 8 de agosto.

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Semana Caliente. El ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, el pasado jueves por la noche tras reunirse con el comité de expertos en sarampión. | Marcelo Aballay

No fue una semana fácil para el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, más cómodo con el bajo perfil de un científico que con la exposición de un funcionario. Comenzó con una impugnación a su participación como orador en el debate por la legalización del aborto en el Senado, continuó con una presentación en el Congreso en la que abundaron los cuestionamientos de legisladores de su propio partido que están en contra del proyecto, y finalizó con la reacción a las polémicas declaraciones del pediatra Abel Albino en contra del uso del preservativo: “Son disparates”.

A diez días de una sesión histórica, el titular de la cartera de Salud habló con PERFIL sobre la trastienda de su presentación en el Senado y qué va a pasar después del 8 de agosto.

—Tras la impugnación, ¿en algún momento pensó en no ir al Senado?
—No, en ningún momento. No me sentí bien, por supuesto, porque además era todo infundado. La fuente de información para la impugnación, más allá de que decían que yo ya tenía una posición tomada, tenía que ver con un pasquín electrónico, una fake news que decía barbaridades, como que yo estaba financiado por la International Planned Parenthood Federation, cosa que me enteré de que existía en los últimos días, cuando salieron a la luz las preguntas en el Senado.

—¿Recibió presiones para no ir?
—Absolutamente no, en ningún momento. Desde que comenzó el debate y se dio la libertad para que cada uno expresara lo que consideraba, yo no recibí ninguna presión de nadie. Yo me sentí libre de poner la voz de la salud pública en el debate, tratando de no expresar posturas personales o convicciones sino de hablar con los datos de la salud pública y cuáles son las consecuencias que tiene el aborto en condiciones ilegales.

—Se critican las cifras dadas, ya que primero se habló de 400 a 500 mil abortos en el país y después de 47 mil…
—Se generó confusión, no sé si con alguna intencionalidad. El número de abortos en la Argentina no se sabe porque el aborto es ilegal, es clandestino. ¿Qué datos sabemos? Conocemos el dato de los egresos hospitalarios, las internaciones en los hospitales públicos como consecuencia del aborto ilegal. Tenemos registradas 47 mil internaciones y 43 muertes por aborto en 2016, de las cuales 31 son por aborto clandestino. Esos son los datos oficiales. Pero existe un subregistro, ya que hay muchos abortos que no se reportan en el sector público. En razón de los nacidos vivos, la tasa de fecundidad y los egresos hospitalarios en el sector público uno puede extrapolar el número de abortos estimados en el país. Hicimos esta estimación y dio 350 mil, que es el dato que presenté en el Senado.

—¿Qué sintió cuando el senador Esteban Bullrich lo acusó de elegir “el camino fácil” de la legalización del aborto en lugar de evitar embarazos no deseados?
—Hablé bastante con el senador Bullrich en otras oportunidades... y lo que dijo está bien. Es cierto, tal vez el camino más complejo y el que toma más tiempo es trabajar en la prevención del aborto, en educación sexual integral desde la escuela primaria. A eso sumémosle la consejería y la entrega de anticonceptivos. Ahora, hasta que estas políticas tengan efecto, nosotros no podemos desatender lo que hoy está ocurriendo con las complicaciones y muertes por aborto clandestino. Uno puede decir: “Este no es el primer problema de salud pública ni la primera causa de muerte en las mujeres”. Es cierto, no lo es. Ahora, es una causa evitable en mujeres jóvenes y altamente vulnerables. Después de cinco meses de debate, en los que la sociedad está sensibilizada y conoce los datos, ¿qué hacemos? ¿Desatendemos el tema? Coincido con Bullrich, tenemos que trabajar en la prevención. Pero mientras tanto tenemos que darle una solución al problema que hoy existe.

—En lo personal, ¿le molesta que lo nombren “el abanderado del aborto”?
—(Risas) Nadie está a favor del aborto, ni los que están a favor de la legalización ni los que están en contra. Nadie está en contra de la vida, ni uno ni otro. Esto hay que dejarlo muy en claro. El aborto no es una solución, es una tragedia. Y el aborto de ningún modo puede considerarse un anticonceptivo. Yo no soy el abanderado del aborto. Tal vez sea el primer ministro de salud pública que, simplemente, visibilizó e iluminó cuáles son los problemas atribuibles al aborto en condiciones clandestinas. Esto ha surgido también como parte de los movimientos de derechos de las mujeres que han comenzado hace varias décadas. Hay que verlo desde esa perspectiva.

—¿Qué va a pasar el día después del 8 de agosto si se aprueba o no la ley?
—Independientemente del desenlace, creo que se ha avanzado mucho. No es gratis todo este debate de estos cinco meses en los que la sociedad entera está hablando del aborto. Hay ciertos temas que van a estar consagrados, como la educación sexual. Nadie va a admitir ahora que no se brinde educación sexual en las escuelas o que no se repartan anticonceptivos en un centro de salud.

—¿Y si se aprueba?
—Me toca cumplir con la ley.

—¿Y si no sale?
—Si no sale ahora, estoy convencido de que va a salir en una segunda oportunidad. Porque los movimientos sociales son indetenibles. El aborto es una realidad que uno no puede desatender.

Más fondos para salud sexual
La mejor manera de evitar los embarazos no deseados y, por ende, los abortos clandestinos es la educación sexual, y la prevención sanitaria a través de la distribución de anticonceptivos (como preservativos, DIU e implantes subdérmicos). Sin embargo, con un presupuesto de 360 millones de pesos, el Programa Nacional de Salud Sexual y la Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación ejecutó, a julio de este año, solo el 8% de su partida, según publicó el diario La Nación. “Lo que sucedió es que el año pasado se hicieron todas las compras y la ejecución este año iba a ser en el segundo semestre. Por eso en el primer semestre figuraba el 8% de ejecución. Hoy ya está el 91%”, aclaró Rubinstein.

“Además, es el mayor presupuesto de la historia en salud sexual y reproductiva a valores constantes. Porque estamos entregando todos los insumos (anticonceptivos de larga duración, como implantes subdérmicos) que tienen que ver con el Programa Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente no Intencional”, agregó el ministro.

—¿Por qué no se ven campañas públicas, por ejemplo, sobre el uso del preservativo?
—Es una excelente pregunta. El uso del preservativo es una cuestión que preocupa. Ya empezamos a hacer campañas públicas a través de las redes sociales. Y estamos entregando preservativos en centros de salud y hospitales. Por supuesto, esto debe ir acompañado de campañas de educación sexual e información para los profesionales y para la población. Es cierto que hay que hacer un esfuerzo mayor.