COLUMNISTAS
la historia circular de boca

Cuando el poder es más importante que el fútbol

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Lo más difícil en un análisis de la actualidad de Boca es encontrar el comienzo. ¿Por quién empezar? ¿Por Falcioni? OK, empecemos por Falcioni. Llegó con estupendos antecedentes en su foja profesional, aunque su salida de Banfield no fue todo lo prolija que uno pueda pretender. Presionó y se peleó con el presidente Portell. Y se fue a Boca, a llevar adelante el sueño de dirigir a otro grande (ya había dirigido a Independiente en la temporada 2005-06). Supongo que el sueño incluía –incluye– ganar un torneo, cubrirse de gloria.

En el verano –ya celebérrimo verano– plantó un 4-4-2 dinámico, prolijo y ofensivo. Le dio buenos resultados. Ya había dado una vuelta olímpica en Banfield con este sistema. Sin rigidez, con un Erviti genial, acompañado por el talentoso James Rodríguez y una doble punta tremenda, con Papelito Fernández y Santiago Silva. Jugó mejor el torneo posterior al título que en el que se consagró, pero es un recordado equipo.

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Jorge Amor Ameal, el presidente de Boca, fue a buscar a “ese” Falcioni. Al de los equipos sólidos que se permiten tener la pelota y jugarla con sentido ofensivo, como ese cuadro que manejaba Eriviti. Ameal pensó: “En Boca hay un menú más importante que en Banfield. Con que haga lo mismo, estamos hechos, salimos del fango”. En medio de este ciclo de Falcioni hay un apellido atravesado como una espada: Riquelme.

Podría ser otro comienzo. Juan Román Riquelme firmó un contrato por cuatro años, a mediados de 2010. Fue una negociación muy controversial. La CD estaba dividida y el acuerdo generó, por ejemplo, la renuncia del tesorero Angelici. Pero Román firmó. Después se lesionó y en el Apertura 2010 jugó sólo un partido y medio. Esta semana devolvió la plata de ese semestre. No quedó clara la cifra que reintegró.

Se preparó durante el verano de 2011. No jugó ningún partido de pretemporada. Reapareció con Godoy Cruz. Boca perdió 1-4 en la Bombonera. Perdió con Riquelme, Erviti, Rivero, Somoza y toda la parafernalia. Riquelme se lesionó y quedó descartado para enfrentar a Racing en la segunda fecha. Falcioni se enteró por la tele. Boca le ganó 1-0 a Racing con un gol de Mouche. “Jugamos mejor contra Godoy Cruz, cuando perdimos, que contra Racing, cuando ganamos”, dijo Román. Contra la Academia, Falcioni utilizó 4-4-2 y ganó. Riquelme, en tanto, en esa lucha silenciosa contra el DT con el que no coincide en nada, defendió el sistema que lo incluye y hundió el que no.

“Vuelvo contra All Boys, ya estoy bien”, le dijo Riquelme al periodismo. Falcioni volvió a enterarse por la tele. Y como vio atacada su autoridad, no lo puso. Así como suena: Riquelme estaba para jugar y Falcioni no lo puso. Boca empató con All Boys 0-0. Debió haber ganado, Cambiasso fue figura. Pero no ganó y, en este juego, el resultado es el que impone la agenda. Román volvió contra Colón y clavó un gol impresionante. Le dio la victoria a Boca. La prensa exaltó las virtudes de Román hasta el paroxismo. Falcioni pasó inadvertido. Así será siempre. Desde que no lo puso ante All Boys y el preparador físico salió en Radio La Red a decir públicamente que Román no se ponía bien por no ir al gimnasio, las derrotas son de Falcioni y las victorias de Riquelme.

Esta ecuación es lógica. La historia de Riquelme en Boca es tan inmensa que los hinchas y los periodistas saltean que, con Román en el plantel y sin Falcioni como DT, Boca lleva cuatro torneos sin pasar del décimo puesto. Este es el primero en el que la interna de Román con Palermo quedó a un costado. Era hora. Ese culebrón se llevó puestos a algunos técnicos y a varios jugadores valiosos. Pero Riquelme tiene bien ganado su lugar en el Olimpo boquense.

Falcioni es un entrenador capaz. Quienes lo conocen saben que está convencido de lo que hace. Sin embargo, comete errores políticos. En los clubes grandes hay nombres y apellidos claros. Riquelme no es “cualquier jugador”. Contra Independiente, sacó a Román para cerrar el partido. Ganaba 1 a 0. Se lo empataron cinco minutos más tarde. El cambio era por Mouche y es cierto que a Boca le faltaba un volante, Independiente lo estaba bailando. Pero sacar a Riquelme lo condenaba a una semana de locos. Y, efectivamente, fue así.

No escarmienta. Tardó una eternidad en confirmar si Riquelme iba a jugar contra Argentinos. Habló el jueves en su emisora favorita, La Red, y dio a entender –no confirmó– que Riquelme iba a estar. Diciendo “Riquelme juega” se ahorraba un montón de problemas. Alguna vez, para respaldarlos tras bajos rendimientos, empezó por confirmar a Javier García y a Martín Palermo. Es para pensar que hay algo más con Román. Por ejemplo, que Falcioni está ejecutando el deseo de algunos dirigentes (y el propio, por qué no) de sacarlo del medio.

Con los dirigentes también podríamos haber empezado esta columna. Juan Carlos Crespi, vicepresidente, dijo en 90 minutos de fútbol, en Fox Sports: “Hay dirigentes que se fueron de vacaciones, cada vez somos menos”. Hay elecciones, los dirigentes llegaron a terminar alguna sesión a los golpes y aún no se sabe quiénes serán los candidatos a ocupar uno de los sillones más importantes del país. Cuando Crespi habla de “los que se fueron de vacaciones”, se refiere a que hubo muchos que se tomaron licencia. Nadie se hace cargo aún de sus pretensiones presidencialistas, pero hay varios –empezando por José Beraldi y el propio Crespi– que ya comenzaron a edificar sus candidaturas.

Como ven, la historia reciente de Boca tiene muchos lugares para comenzar a contarla. Lo grave es que nadie sabe dónde ni cómo va a terminar…