Ah, qué tiempos aquellos en los que tenía plata para ir a una librería y comprarme un libro! No importa: algunos morirán de hambre y otros de pena, pero todo sea para ayudar a Macri a sacar a la Argentina de setenta años de estancamiento. ¡No cabe duda de que lo va a lograr! Como bien dice el Presidente, hay que aguantar. Y así como Stornelli no pisará jamás el juzgado de Dolores, yo tampoco pisaré una librería por años o décadas, pero con la certeza de que mis hijos –y si no ellos, mis nietos– sí llegarán a hacerlo y podrán comprar hermosos libros (españoles, por supuesto, porque la industria editorial argentina ya no existirá más). Entonces, ya que hemos mencionado a España y, como decía, estando imposibilitado de comprar libros nuevos, me dirigí a mi biblioteca personal y tomé Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos, novela que había comprado hace años en una librería de viejos de la calle Lavalle y que, lamentablemente, no había leído hasta ahora. Digo lamentablemente porque Tiempo de silencio es una novela extraordinaria, que puede leerse en diálogo y a la vez como perfecta contracara de la obra de Juan Benet, el otro gran escritor español de la generación del 50. Muerto, tal vez prematuramente, a los 40 años (¿quién sabe qué muerte es prematura y cuál no?) en un accidente de tránsito. Tiempo de silencio, de 1962, es su única novela publicada en vida (hay una inconclusa –Tiempo de destrucción– publicada años después de su muerte). Novela que discute y rechaza frontalmente la tradición central del realismo español, su tono incluye digresiones sin cesar, monólogos interiores, quiebres discursivos, una ironía sutil y una mirada crítica con el Madrid de su tiempo. ¿Su tiempo? Fines de los 50 y principios de los 60, es decir, el del redescubrimiento de Joyce, influencia que recorre el libro, pero que sin embargo leído hoy, casi sesenta años después, se mantiene intacta, fresca y profundamente intelectual como en su época.
Bien de nuestro tiempo también es un libro de hermoso título: Distraídos venceremos, de Andrea Valdés (Jekyll & Jill, 2019). Nacida en Barcelona en 1979, el libro de Valdés –cuyo subtítulo es Usos y derivas en la escritura autobiográfica– tiene más de un aspecto interesante. El primero reside en tomar como objeto de reflexión una constelación de autores latinoamericanos que reúnen dos condiciones: la mayoría de ellos son poco (o nada) conocidos en España, y también la mayoría de ellos están entre los mejores escritores latinoamericanos contemporáneos: Héctor Libertella, Carlos Correa, Héctor Viel Temperley, María Moreno, Jorge Barón Biza, entre los argentinos (a los que Valdés le suma a un por supuesto no contemporáneo, pero clave en esa línea, como Lucio V. Mansilla), y brasileños como Carlos Sussekind y Conceição Evaristo, entre otros. De entrada, Valdés declara: “Muchas veces me he preguntado si la idea de Sudamérica con la que yo crecí no la habrán diseñado unos cuantos desde su despacho”. Valdés traza ese otro mapa singular, ajeno a cualquier lugar común sobre lo latinoamericano for export, con el que muchas veces trabajan las grandes editoriales multinacionales con despachos en España. Libro sobre la escritura autobiográfica, Valdés no se priva de jugar con su primera persona. A veces en exceso, aunque no es nada que erosione un libro que se lee con placer.