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Crisis económica

El canciller está desnudo

La diplomacia de Macri, entre la acefalía y una agencia de Relaciones Públicas. El recuerdo de Cavallo y Rodríguez Giavarini. El rechazo de Prat Gay y Losteau.

Canciller Faurie
Faurie será el canciller cuando Argentina sea sede del G20 | Cedoc

No fue un buen descanso para Jorge Faurie. El por ahora canciller tuvo que suspender sus vacaciones este domingo en Portugal mientras en Buenos Aires los portales anunciaban su reemplazo. La noticia no fue confirmada, pero Faurie ha quedado herido. “Es un canciller ausente. Estamos en una especie de acefalia. Algo nunca visto y algo muy preocupante”, relató a Perfil un embajador de carrera que suele transitar los pasillos del piso 13 del Ministerio de Relaciones Exteriores, muy cerca del despacho de Faurie. “Es un buen profesional, pero ya nadie lo respeta. Y si acá no lo respetan, es muy difícil que respeten a la Argentina en el mundo”, sintetizó el funcionario que ha trabajado con varios cancilleres.

Faurie fue ratificado en su cargo pero su poder quedó desfigurado, luego de que los voceros de las intensas reuniones que se realizaron este fin de semana en Olivos dejaron trascender que el diplomático egresado del ISEN sería reemplazado. El desliz se produjo en medio de una situación crítica para la Argentina, cuando más se necesita la figura de un canciller relevante. De hecho, la posibilidad de que asumieran economistas con alto perfil como Alfonso Prat Gay o Martín Losteau –el puesto fue ofrecido a ambos y ambos lo rechazaron, según confirmaron a Perfil fuentes oficiales–, demuestra la necesidad que tiene Mauricio Macri de recuperar a la Cancillería como gestora de agenda propia en los principales centros financieros y, especialmente, en Nueva York, sede del FMI.

 

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“Es un canciller ausente. Estamos en una especie de acefalia. Algo nunca visto y algo muy preocupante”

 

La agenda de “cancilleres-economistas” retrotrae a las gestiones de dos ministros de Exteriores formados en facultades de Economía: Domingo Cavallo, primer canciller de Carlos Menem, cuando Argentina tuvo su peor crisis inflacionaria; y Adalberto Rodríguez Giavarini, canciller de Fernando de la Rúa, cuando Argentina trató de evitar el default. Es cierto que las experiencias no resultaron exitosas, pero no quedan dudas de que Cavallo y Rodríguez Giavarini tenían más contactos en Wall Street de los que hoy tiene Faurie.

El desgobierno de Faurie se conoce desde que llegó a reemplazar a Susana Malcorra a mediados del año pasado. Toda la diplomacia argentina sabe que el canciller es un hombre de Fulvio Pompeo, secretario de Asuntos Estratégicos que responde al, ahora tambaleante jefe de Gabinete, Marcos Peña. Es que Macri replicó en la Cancillería aquella figura que tenía con Gustavo Lopetegui y Mario Quintana para el resto del gabinete: centralizar el poder en la Casa Rosada. La experiencia negativa hizo que los dos vicejefes de Gabinete, los “ojos” y los “oídos” de Macri, dieran un paso al costado. En cambio, en el Ministerio de Relaciones Exteriores, ese formato de comando a distancia aún se mantiene.

 

El desgobierno de Faurie se conoce desde que llegó a reemplazar a Susana Malcorra a mediados del año pasado.

 

Parecería ser que en temas de política exterior, Macri se muestra como un empresario que interpreta a la Cancillería como una agencia de Relaciones Públicas. No se observa a un presidente que entiende el beneficio de impulsar un cuerpo diplomático profesional que asuma su responsabilidad en medio de las turbulencias que presenta el mundo. De hecho, el propio Macri declaró que la mayoría de los problemas que enfrenta Argentina se presentaron en el frente externo: guerra comercial entre Estados Unidos y China, aumento del petróleo y caída de las exportaciones agrícolas por una fuerte sequía.

“Macri cree que la función principal del canciller es organizar buenas recepciones. Nos ve como una agencia de hotelería”, agregó un ex embajador. “Y en eso Faurie es un experto mundial por su pasado en Protocolo. Pero solo en eso es experto”, completó el diplomático que supo representar a la Argentina en Europa y Estados Unidos.

No quedan dudas de que la Cancillería tiene que hacer algo más importante que preparar un buen cóctel para recibir al G20 en solo dos meses en Buenos Aires. Hasta el fin de semana, Faurie aseguraba que era la persona indicada. Pero, ahora, el canciller ha quedado desnudo.

CP