Última semana para las elecciones presidenciales. Se debe decir que las PASO recabaron mucho más interés en la sociedad y en los medios de comunicación que las generales. Ya no existe –por tomar un ejemplo– la guerra de encuestas de agosto, y que llevó al presidente Macri a declarar haber sido engañado por unos informes fallidos. A partir de aquel 11 de agosto los ejes de debate se desplazaron a la conformación del posible gobierno de Alberto Fernández, su futura relación con Cristina Kirchner, cómo domar una economía desbocada, y cómo se construirá el posmacrismo como fuerza opositora. Estos análisis se basan en una replicación de los resultados de las primarias más allá de los esfuerzos del candidato-Presidente.
Es la economía... Desde el 11 de agosto hasta estos días la moneda se devaluó un 30%, se implementó un cepo cambiario y se despertó al dólar informal. También se postergó el pago de ciertos bonos, lo que el Gobierno denominó “reperfilamiento” y los medios especializados llamaron crudamente “default”. También se cambió el ministro de Hacienda, noticia de impacto tan bajo como la capacidad del ex funcionario para evitar la crisis que sumergió a un Macri implacable hasta principios de 2018. Mientras tanto, la inflación de agosto fue de 4% y la de septiembre de 5,9%, ascendiendo a la friolera de 53,5% –la de los últimos 12 meses–, una de las más altas del mundo.
Tanto los datos que viene difundiendo el Indec como las pesimistas proyecciones del FMI para 2020 muestran que más allá del voluntarista “¡Sí, se puede!” de Mauricio Macri, las razones centrales del voto no han variado: la economía está estancada. Un dato llamativo que entregó el Instituto de Estadísticas esta semana es que la recolección de residuos decreció este año un 8,7%. Difícilmente se deba a que los argentinos se hayan volcado masivamente al reciclaje.
Si existe alguna “ventaja” para el próximo mandatario es que el 60% de la capacidad instalada está ociosa, lo que significa que se puede reactivar la industria sin inversiones de maquinaria.
El problema es que hoy por hoy no existe el crédito mínimo, ni las ventas suficientes para que las empresas puedan volver a la producción.
Un subproducto del debate presidencial es la duda sobre cuáles son las cifras del endeudamiento del país y cómo se utilizaron los ingentes recursos obtenidos por el Gobierno en estos años, primero de inversionistas privados y luego del FMI. La amenaza de una posible revisión de estos procesos causa escozor tanto en funcionarios y ex funcionarios como en los propios financistas.
Transiciones. A pesar de tener las fuerzas de la opinión pública en contra, Mauricio Macri concretó una carrera sin fin de actos en diferentes sitios del país, incluyendo el importante cierre de ayer. En todos los lugares y en sus intervenciones se observó el voluntarismo del candidato con poca autocrítica, dejando claro que ahora sí las cosas van a ser diferentes. Quedaron en el olvido “el segundo semestre” de reactivación, la lluvia de inversiones, los brotes verdes y otras tantas vagas promesas que fueron minando la credibilidad de la palabra presidencial. ¿Es más creíble Macri ahora que en 2016?
Una inquietud que crece es cómo será la transición entre el 27 de octubre a la noche hasta el 10 de diciembre, fecha de asunción del nuevo presidente. Lo razonable es que ese lapso sea ordenado, en la fecha asignada y en los canales institucionales correspondientes. Sin embargo, la incertidumbre está a la luz del día. Por supuesto, si ganara Macri los interrogantes serían menores, aunque esto no quitaría las dificultades para asumir los pagos de la deuda. El problema reside en qué pasaría frente al probable triunfo de Fernández, observando la experiencia de la devaluación del 12 de agosto y la presunta declaración de zona liberada del mercado cambiario en aquel fatídico día. La repetición de aquella situación no solo podría provocar graves consecuencias, sino que llevaría a una evaporación del capital político de Alberto Fernández por anticipado: ¿podría ser la intención del gobierno saliente? No queda mucho tiempo para establecer mecanismos de arbitraje entre un gobierno que sale y otro que entra, ni voluntad para ello. No obstante, es mucho lo que está en juego. Aquí serán decisivos los reflejos de Fernández para plantear la convocatoria al diálogo social en forma inmediata, buscando un rápido stop a una inflación que escala.
Zona de riesgo. Además de las presidenciales del domingo 27 se pondrán en juego cuatro gobernaciones. Por fuera de las definiciones de la ciudad de Buenos Aires y la provincia que comparte el nombre, se juegan los destinos de La Rioja y Catamarca. En La Rioja casi es seguro el triunfo del candidato oficialista del Frente de Todos Ricardo Quintela, mientras que, en Catamarca, el candidato peronista Raúl Jalil obtuvo en las primarias 62,65%, lo que exime de todo comentario. Por su parte, los resultados en la provincia de Buenos Aires marcaron en las PASO la ventaja de Axel Kicillof por más de 18 puntos. Quizás Vidal pueda mejorar su performance. Ha aumentado notablemente su visibilidad mediática en los últimos días, y espera un apoyo por parte de los casi 7 puntos de alto voto en blanco y anulados en las primarias, aunque difícilmente le alcance para dar vuelta la elección.
Finalmente, se juega la Capital Federal, lugar de nacimiento del PRO. La distancia de 15 puntos en las PASO entre Rodríguez Larreta y Lammens asegura el primer puesto del primero, pero la duda es si este puede alcanzar el triunfo en primera vuelta. El jefe de Gobierno suele abrir su paraguas recordando que siempre en la Ciudad hubo ballottage, pero sus esperanzas están cifradas en que parte del 10% del electorado que votó en blanco o impugnó en las primarias lo ayude a completar los cuatro puntos que precisa para asegurar no solo su triunfo, sino el liderazgo del PRO en la oposición, ahora en disputa con un Macri que está como nunca lejos del círculo rojo, y cerca del calor de sus seguidores. Para Larreta, cuya campaña es literalmente omnipresente, un posible ballottage el 24 de noviembre en el marco de una derrota nacional de Juntos por el Cambio se transformaría en un desafío inédito.
*Sociólogo (@cfdeangelis).