En esta etapa final de la campaña electoral rumbo al 27 de octubre el Gobierno decide volver a transitar narrativas centrales del despliegue del PRO como fuerza política nacional: seguridad y corrupción. Una tercera apuesta de Mauricio Macri es asumir abiertamente la posición antiabortista tomando como propia la consigna de las “dos vidas” frente a una postura más ambigua de cuando se debatió la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Con este abanico de temas, y definitivamente volcado hacia una suerte de "conservadurismo popular", Macri promedia su marcha por treinta ciudades buscando lograr la proeza de forzar un ballottage.
Seguridad. Si se observa la cantidad de horas en la pantalla televisiva que tiene Patricia Bullrich en estos días, la ministra adquirió hoy un mayor protagonismo que la gran mayoría de los candidatos de Juntos por el Cambio, con la excepción de Macri. Esto no es casual, y tiene como finalidad poner la cuestión de la seguridad urbana arriba de la mesa de discusión. Este tema fue la principal preocupación ciudadana en las encuestas de opinión durante los años del kirchnerismo, desplazada por las problemáticas de inflación y empleo en estos años.
La decisión de pedir documentos de identidad en las estaciones de trenes, pero extensibles a cualquier sitio, generó repercusiones, apoyos y rechazos. Una parte de los comunicadores y periodistas sostiene ostensiblemente la medida: ¿no te piden documento en el aeropuerto, o cuando te paran para un control de alcoholemia?, ¿no te piden documento cuando realizás una compra con tarjeta de crédito? son algunos de los paralelismos expresados para mostrar que no hay problema con la cuestión. “Si no hiciste nada, no te va a pasar nada” es la conclusión ¿lógica? que sacan. Sin embargo, la medida no parece estar enmarcada en un plan integral de prevención del delito, sino que es una escena puesta en marcha en el último mes de las elecciones. La explicación de Bullrich es que llevó mucho tiempo poner en línea las bases de datos para cruzar la información.
Aunque pocos lo saben, cada DNI tiene unos códigos de barras que se pueden escanear para conectar con una base de datos.
Con igual finalidad, pero menos invasivo que el control policial, también el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires instaló sistemas de cámaras en los subtes que mediante sistemas de reconocimiento facial identifican a los pasajeros. Todas estas medidas reviven la división entre los garantistas y los punitivistas o partidarios de mano dura. El incidente del vendedor ambulante detenido por la policía en la porteña esquina de Corrientes y Callao con la intervención casual de Victoria Donda en defensa del joven se viralizó con la velocidad de la luz. La información posterior que se difundió sobre cargos que pesaban sobre el vendedor sirvió para legitimar la metodología de la detención “al azar” para verificar antecedentes, pero profunda impresión causó la explicación del policía sobre el carácter del procedimiento: “control poblacional”.
Como juegos de mamushkas la seguridad termina conectando con la pobreza; en este sentido, la asociación entre la falta de trabajo y la venta de droga expresada por Axel Kicillof fue festejada en los headquarters macristas que no podían encontrarle puntos débiles al candidato a gobernador que le ganó las PASO nada menos que a Vidal. Es claro que no existe una relación lineal entre pobreza y delincuencia, cosa inimaginable en un país con más de la tercera parte de la población que no accede a la canasta básica, pero no puede negarse que en regiones permanentes de marginalidad no pocos eligen como alternativa para ganarse la vida la “delincuencia amateur”. Quienes sobreviven pueden “perfeccionarse” en el paso por la prisión, como consideran los especialistas en el tema.
Aquí también aparece la disyuntiva de los jueces entre enviar a un joven “amateur” a prisión conociendo el destino que le espera.
Presos K. La segunda “coincidencia” en este tránsito electoral es la liberación de los que algunos medios denominan los “presos K”, un grupo de personas procesadas por presuntos delitos cometidos en los años kirchneristas. El conteo de los liberados es meticulosamente llevado adelante, pero la razón que parece subyacer en los subtextos es que estas libertades auguran un futuro gobierno de Fernández donde primaría la impunidad.
Lo concreto es que, en estos años, salvo excepciones, no se pudieron sustanciar los juicios respectivos, por lo que la mayoría estaba con prisión preventiva, siguiendo la doctrina Irurzun por la cual ex funcionarios y personas con poder podrían entorpecer las causas judiciales. Esta doctrina comienza a verse como un arma de doble filo para quienes imaginan al macrismo en la oposición.
El tema de la corrupción fue clave en la construcción narrativa del macrismo, así como la identificación de los gobiernos kirchneristas como una especie de asociación ilícita. Sin embargo, quienes toman las determinaciones sobre las causas son los jueces y camaristas.
Claro que en Argentina pocos creen en la independencia de los poderes y la Justicia genera incertidumbre en una sociedad que rechaza los hechos de corrupción en general pero que muchas veces los ven como situaciones lejanas de su cotidianeidad, y en todo caso un problema de los políticos.
En cualquier instancia el funcionamiento de la Justicia es otra de las deudas de la democracia.
Recta final. Mauricio Macri sigue su marcha por diversas ciudades del país, con una concurrencia que en muchos casos sorprendió a los propios organizadores. En cada lugar realiza un acto de los clásicos, casi peronista, incluso entablando una suerte de diálogo con las personas cercanas.
Se agregan en cada actividad promesas de campaña, algunas de incierto cumplimiento. Definitivamente, en medio de su empantanada carrera hacia la reelección el Presidente asume el comportamiento esperado de un candidato opositor.
Curiosamente, ocurre lo contrario con Alberto Fernández, sumido en el armado de su gabinete y preparando una serie de medidas para poner en marcha apenas asuma. A todo esto, quedan dos debates entre los presidenciables, pocos creen que pueden cambiar masivamente la intención de voto, pero como siempre en Argentina “pasan cosas”.
*Sociólogo @cfdeangelis