Hasta el siglo XX se concibió la sociedad como un aparato manejado verticalmente por líderes, burocracias, organizaciones y corporaciones. La gente común tenía papeles secundarios, obedecía y cumplía con ritos estandarizados que expresaban su distancia con los superiores. La economía se concentraba en grandes empresas, la política estaba en manos de pequeños grupos de dirigentes que conducían, la cultura era controlada por ciertas instituciones y medios de comunicación.
Como consecuencia del desarrollo de internet, especialmente desde el 2007, apareció un nuevo tipo de sociedad. Actualmente no nos relacionamos con los otros seres humanos y con los objetos como lo hacíamos hace 20 años, no producimos bienes y servicios de la misma manera, los valores de Occidente y la democracia representativa están en crisis. En una década, todas las ciencias, también las que estudian las conductas humanas, se desarrollaron más que en toda su historia. Antiguamente se usaban datos relativamente blandos, que provenían de investigaciones realizadas con pocos casos, que informaban lo que decía la gente. Actualmente se usan millones de datos acerca de lo que hacen los ciudadanos que proceden de la información que dejan todos los días en sus teléfonos inteligentes, dispositivos GPS, tarjetas de crédito, cámaras de seguridad y otros objetos. En este momento el tema más importante que se discute en la economía, la política y todas las ciencias que tienen que ver con el ser humano es la del intensidad del cambio y sus consecuencias en las distintas esferas de la vida. Se produce permanentemente una enorme cantidad de estudios, adjuntamos una bibliografía somera para quienes quieran profundizar en el asunto.
Experiencia. Antes de las elecciones legislativas norteamericanas del 2010 Facebook envió 61 millones de mensajes y creó tres grupos. El primero recibió cierta información política, el segundo el mismo mensaje acompañado de los perfiles de tres amigos a los que el destinatario podía reenviar la información. El tercero no recibió ningún mensaje, pero fue registrado como grupo de control. Investigadores de la Universidad de California en San Diego, encabezados por Alex Pentland analizaron la información que después fue parte del libro Social Physics: How Social Networks Can Make Us Smarter. Los hallazgos fueron interesantes: las actitudes de quienes recibieron únicamente la información fueron semejantes a las de quienes no recibieron ningún material. No produjo ningún efecto. El grupo que recibió la información con datos sobre sus amigos, la difundieron de manera importante. Ese fue el inicio de otras investigaciones con las que Pentland concluyó que “la gente cambia su comportamiento cuando su comunidad inmediata valida una idea que llega y no cuando la rechaza”. Midió también el peso de los “influencers”, personajes famosos que se supone que influyen en las decisiones de la gente, encontrando que tienen poco peso. Influyen menos todavía los trolls, mercancía con la que algunos jóvenes engatusan a políticos incautos. Simplemente no existen y cuando alguien los contrata no sirven para nada. En este mundo interconectado hay miles de personas que reaccionan fanáticamente en contra de lo que dice un personaje porque les cae mal, sin siquiera averiguar lo que dice. No son trolls, ni hay que pagarles nada. Son fanáticos con una formación intelectual elemental que piensan con el hígado.
Pentland estudia la estructura de las relaciones de los miembros de una red y con eso puede señalar con precisión la eficiencia que tiene para difundir el mensaje de una empresa, un gobierno o una campaña electoral, sin necesidad de conocer el contenido del mensaje. El autor recuerda que somos criaturas sociales, y que las reglas de nuestro comportamiento y la estructura básica de nuestro sentido común se forman en el contexto de los grupos a los que pertenecemos. Desarrolla la clásica tesis de Berger y Luckman enLa construcción social de la realidad, que cobra actualidad para comprender la sociedad interconectada.
Nuestras actitudes responden más a fortalecer lazos que nos unen con quienes nos rodean, que a nuestro interés económico individual o a estímulos desde una campaña
Nuestras actitudes responden más a incentivos sociales como recompensar y fortalecer los lazos que nos unen con quienes nos rodean, más que a nuestro interés económico individual o a estímulos que nos llegan desde una campaña. Las historias se vuelven virales cuando las difunden muchas personas a través de las redes que usan cotidianamente. Eso ocurre cuando el mensaje es atractivo, repetible y reformulable. Su buen diseño y el apoyo de un influencer pueden ayudar, pero no son determinantes. Los comunicadores exitosos son aquellos que pueden difundir sus ideas mejor, más rápido y de manera más duradera.
Antes, especialmente en la política, se intentaba crear “sound bites”, frases breves, fáciles de recordar, que se incorporaban a los discursos para que las repitan los medios. Actualmente el foco está en los “meme drops”, imágenes, dibujos o palabras breves, que se difunden con vida propia, libres del discurso. El término se desarrolló a partir de un “Mic Drop”, gesto usado por Obama cuando dejó caer su micrófono en el Late Night con Jimmy Fallon. Con ese gesto ratificó la verdad de lo que había dicho con un tono humorístico, y bloqueando toda respuesta a la posterior intervención de un oponente. En vez de frases, se comunica con eventos o actitudes que tienen algún contenido.
Modelos. En la medida en que los nuevos modelos de poder se integran a la vida cotidiana, se forjan conjuntos de valores y creencias. La gente tiene nuevos sentimientos e ideas, valora la transparencia, choca con la vieja sociedad que privilegiaba la confidencialidad y el secreto. Promueve la cooperación de quienes comparten sus valores, porque cree que la participación es más importante que la pertenencia.
Así se hacen visibles los beneficios de la acción colectiva realizada por pares, se otorga a las personas un sentimiento de poder, que refuerza la importancia de la colaboración. En general, especialmente los menores de 30 años, sienten que tienen un derecho inalienable a participar. Para las generaciones pasadas, la participación consistió en votar en las elecciones, pertenecer a un sindicato o a una comunidad religiosa. Ahora no quieren ser objeto de los políticos o propiedad de organizaciones. El nuevo poder favorece enfoques informales para la gobernanza y la toma de decisiones, postula que los problemas sociales se pueden resolver sin intervención del Estado o de la burocracia. Esta sensación se encuentra frecuentemente entre líderes de Silicon Valley, basada en una fe ingenua en el poder de la innovación y de las redes, para proporcionar bienes y servicios que tradicionalmente eran suministrados por el gobierno. En el último conflicto de Líbano los movilizados plantearon que se forme un gobierno tecnocrático que reemplace a líderes religiosos y políticos para terminar con la “política corrupta”. Cuando el gobierno pidió que unos pocos cargos permanezcan en manos de políticos la negativa fue total.
Los modelos de economía compartida se basan en sistemas de prestigio autorregulados. Han generado una ética de “hagámoslo nosotros mismos”, y fe en la cultura amateur en áreas que estuvieron reservadas para profesionales. Los héroes del nuevo poder son los “creadores” que producen su propio contenido, cultivan su propia comida o construyen sus propios aparatos.
Los jugadores del “nuevo poder” quieren moldear activamente muchos aspectos de sus vidas. Esa expectativa da lugar a conjuntos de valores centrados en la participación. Insistimos en la palabra “conjunto” porque la conexión de varias ideas no sigue un orden secuencial racional. Son conjuntos que tienen coherencia aunque una idea no siga a la otra: normalmente quien se opone a la caza, rechaza la violencia, mira con simpatía a los vegetarianos, se preocupa del cambio climático, no discrimina a homosexuales, etc.
El nuevo poder promueve campañas y protestas impactantes. Movimientos como la Primavera Arabe, los Indignados de España, o el Ocuppy Wall Street, demuestran su fuerza. La discusión está en si deja consecuencias duraderas a pesar de aparecer y disiparse tan rápidamente.
La campaña de 2008 de Obama fue un modelo de uso de las herramientas electrónicas y los nuevos valores de energía, pero después de la victoria las cosas cambiaron porque el nuevo poder es bueno para las comunicaciones globales, propias de las campañas, pero menos eficiente para los detalles que determinan el éxito de un gobierno. La revolución de las comunicaciones produce tanta riqueza como la revolución industrial, pero no es muy visible porque buena parte no está concentrada. Millones de personas tienen actividades económicas estimuladas por algunas de las grandes empresas de la red y otras se benefician directamente, usándola para intercambiar sus productos. El New Power se expresa también en la producción de conocimiento. El Centro Espacial Johnson de la NASA que coordina y supervisa los vuelos espaciales tripulados de los Estados Unidos tenía fama de ser muy conservador. Sus directivos experimentaron con la “innovación abierta”, pidiendo a la gente que quiera que les ayude a resolver sus problemas. Se estableció la “NASA abierta”, una unidad dedicada a integrar a toda persona que quisiera ser parte de ese trabajo conjunto. Desde hace varios años funciona el “hackathon anual de aplicaciones espaciales”, que reunió en 2017 durante tres días, a 25 mil personas en 69 países del mundo, para buscar soluciones para algunos problemas difíciles del espacio. El resultado es formidable.
En 2008 tres estudiantes de San Francisco, Brian Chesky, Joe Ge-bbia y Nathan Blecharczyk, tenían problemas para pagar el arriendo de su departamento. Decidieron alquilarlo cuando no lo usaban y así surgió Airbnb, una empresa que provee de alojamiento en inmuebles que están provisionalmente desocupados. Los arrendatarios califican a los arrendadores, los arrendadores a sus huéspedes, promoviendo el buen comportamiento sin necesidad de un sistema complejo basado en reglas, basado en la confianza. Son las mismas reglas que rigen a Uber, la compañía de taxis más grande del mundo, que no tiene taxis. Ha construido una red de transporte densa y de rápido crecimiento sin invertir en infraestructura física. Simplemente coordina a conductores y pasajeros, con un software sofisticado y un sistema de reputación inteligente. Podríamos seguir mencionando decenas de casos de empresas del nuevo tipo que han llegado a estar entre las más importantes del mundo. Sin embargo, lo más importante es que millones de personas usan la red para trabajar en un nuevo modelo.
Todo esto no significa que hay que acabar con el viejo poder y reemplazarlo, sino que es necesario pensar para articular ambos modelos. Hay elementos del viejo poder como la experiencia que son importantes, es el tema de Blink de Gladwell.
Si queremos superar los problemas políticos y económicos de nuestro países deberíamos profundizar seriamente en esta reflexión.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.