Al final el peronismo federal resultó ser una bolsa de búsqueda de empleo. ¡Felicitaciones a Pichetto, Massa y Urtubey por los conchabos que ligaron en otros partidos! Lástima que en diciembre al menos dos se van a quedar a gamba, pero quién les quita lo bailado. ¡Hay que reivindicar el espíritu emprendedor de nuestro tiempo! En las últimas semanas todo ocurrió como en el viejo juego del programa de Carlitos Balá: cinco chicos tenían que correr enloquecidamente en círculo alrededor de cuatro sillas. De repente Balá gritaba “¡Sentarse!”, entonces cuatro encontraban lugar y el que no, quedaba eliminado. Quiero confesar que ese método me resulta mucho más estimulante que ir a votar, que es un embole: hay que hacer cola, hay decenas de boletas de partidos inexistentes, las PASO no sirven para nada, los resultados están ocho horas después y de postre tenemos que escuchar los análisis de los Majul, Lanata, Leuco o cualquier otro Muppet.
Obviamente voy a votar, como siempre, al FIT, con especial militancia por la candidatura de Myriam Bregman a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Lo haré por muchas razones, entre ellas por su defensa de la legalización del aborto. El FIT es el único frente que lleva la legalización en su plataforma electoral: la legalización del aborto no es un tema de “conciencia” individual o privado, sino una posición política que, estoy seguro, la futura diputada va a saber argumentar.
En fin, al menos mencionar a Carlitos Balá me hizo recordar mi infancia y, de ahí, un paso a releer a los grandes escritores que escribieron sobre el tema. Walter Benjamin, por supuesto, es uno de ellos. Por eso esta semana volví a Cuadernos de un pensamiento (Imago Mundi, Buenos Aires, 1992, selección de Adriana Mancini, traducción de Susana Mayer en colaboración con la editora). Publicado en pleno auge de Benjamin en Buenos Aires, el libro se toma el trabajo de incluir una bibliografía de Benjamin en castellano. Y entonces vi mencionado un dossier en La ciudad futura, con ensayos de Pancho Aricó, entre otros. ¿Cómo puede ser que no lo tenga? ¿Dónde lo guardé? De hecho, el olvido fue tan grande que el otro día conversando con M.F y Z.M sobre las grandes revistas de esos años (Lulú, Punto de Vista, Diario de Poesía, etc.) no mencionamos La ciudad futura.
La ciudad futura fue una revista político-cultural ligada al Club de Cultura Socialista, que incluía a intelectuales progresistas, algunos vinculados al alfonsinismo, otros a la refundación de partidos socialistas democráticos (la Ley de Obediencia Debida y el Punto Final generaron una escisión en el grupo: varios de los intelectuales no alfonsinistas renunciaron al consejo de dirección de la revista). En esos años también se había creado Unidos, otra revista de orientación político-cultural, cercana al peronismo renovador, es decir, en discusión crítica con el proyecto de La ciudad futura (no obstante, muchos de los intelectuales de ambas revistas se encontraron juntos, años después, en la experiencia del Frepaso).
Como sea, esos fueron los últimos años en que la política se pensaba enlazada con algún tipo de reflexión intelectual rigurosa (aunque tal vez el último estertor de esa historia haya sido la primera Carta Abierta). Hoy la política electoral es un producto más en las góndolas del supermercado.