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Alfonsin

Escribir la ausencia

raul alfonsin archivo 20190330
El expresidente publicó en 2004 su "Memoria política". | CEDOC.

De alguna manera, vivir incluye el esperar. Vamos avanzando en el camino y, entre la memoria y la utopía, entre lo que recorrimos y lo que nos falta, hay un lugar para la espera.
¿Qué cosas esperar? Si veníamos de la muerte, de las desapariciones, de las prohibiciones, tal vez esperamos la vida, la justicia, la libertad. Si la ruta se fue haciendo a oscuras, en el silencio obligado, en la soledad temerosa, esperaremos la luz, la voz que nos represente, la compañía que nos anime y nos consuele.

¿A quién esperar? A la familia, la que tal vez tenemos, la hecha y la que hacemos, a los amigos/as, a los compañeros/as que hilvanan los mismos sueños en otros lugares, pero con las mismas ganas e ilusiones.
En el trayecto de la vida uno conoce de presencias palpables. Los sentimientos hacia aquellos que nos tuvieron en brazos, los que nos han contenido y nos envolvieron en los momentos de alegría y dolor, los que nos han cuidado. Encontrarse en los hijos, la pareja, los amigos, los hermanos, los íntimos con los que intercambiamos ilusiones, caricias, apoyos y osadías, las personas que nos tocan, piel a piel.

Pero también sabemos del afecto singular que no conoció del tacto ni del contacto físico. Esa gente a la que queremos y que nunca hemos frecuentado, que no escuchó nuestra voz, pero habla como si lo hiciéramos nosotros.
Alfonsín es una de esas personas. No se despertó a nuestro lado, no comió en nuestra mesa, no festejó nuestro cumpleaños, ni se rio, cómplice, de un chiste o una aventura compartida.

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Pero él es una de esas personas que, de un modo u otro, nos cambiaron la vida. Se hizo presente en nuestra espera, con conducta, con coherencia, con propuestas e ideas, para hacernos mejores.

Los países, en su desarrollo, tienen momentos críticos que nos tocan de cerca y que tal vez no los comprendimos y hoy, años después, podemos tomar conciencia por la perspectiva.

Ese 1983 fue fundacional para la Argentina, también para mí y para tantos. Votar por primera vez a los 24 años y decirnos y decirles que veníamos a cambiar la historia tristemente repetida en muertes, golpes y dictaduras.
 Alfonsín ya no está, hay que escribir su ausencia.

Los ex presidentes radicales, por caprichos del destino, fallecieron bajo gobiernos de otros signos. Yrigoyen, en 1933, durante el gobierno fraudulento de Agustín Justo, aun así tuvo un entierro espontáneo y masivo.

Alvear, en 1942, en la engañosa presidencia de Ortiz, cuando una multitud sustrajo por la fuerza el féretro del funeral oficial y fue llevado por la gente al cementerio, cantando consignas contra el gobierno.

Illia murió en plena dictadura, en enero de 1983, sin ver el retorno de la democracia. También por esas cosas del azar los ex presidentes justicialistas murieron mientras su partido se hallaba en el poder.
J.D. Perón, en 1974, en el tiempo de su mandato. Kirchner, en 2010, durante la presidencia de su mujer, Cristina Fernández. La propia Eva falleció en 1952 bajo el gobierno de J.D. Perón. Los funerales de los tres desbordaron de gente y emotividad.

Alfonsín muere el 31 de marzo de 2009, en el gobierno de Cristina Fernández, en otro popular y conmovedor funeral de un político argentino. Durante su cortejo, rumbo a la Recoleta, lo lloré casi sin consuelo, como a mi padre, como a mis amigos que no están. Hoy, a diez años, hay que escribir su ausencia.

Cuando el que muere es alguien querido, nos encontramos mirando las cosas de todos los días y esas cosas ya no son iguales, falta la mirada cercana del otro, del que nos completa, esa ausencia es, en definitiva, una presencia fuerte.

Casi que con Alfonsín nos resulta posible creer que la propia democracia, como hija, busca por todos lados y se pregunta: ¿dónde está la mirada de Raúl?

Pero no podemos dejar que el afecto y la nostalgia nos escondan el presente y nos opaquen el futuro. De alguna manera vivir incluye el esperar. La esperanza de una sociedad mejor.

Debemos avanzar en esta senda de la mano de la memoria y la utopía. Raúl Alfonsín ya nos encontró y camina con nosotros.

* Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC).