Ya en la Antigüedad, la automatización de las tareas ha sido fuente generadora de curiosidad e inspiración pero también de temor en el ser humano. Las tabletas, los pergaminos, las hojas de papiro, los rollos reemplazados por el códice convivieron durante varios siglos. Sin embargo, la verdadera evolución cultural y social fue provocada por la invención de la imprenta, origen de la transformación económico-política y de sus actores. Como consecuencia de este evento histórico, la sustitución de la labor manual de los escribas, los maestros, los copistas por la mecanización del proceso de escritura no solo produjo una aceleración en términos cuantitativos sino también cualitativos.
En este sentido podemos establecer una suerte de paralelismo entre la imprenta, forma primigenia de avance tecnológico, y lo que algunos denominan la “Cuarta Revolución Industrial” con la adopción de la inteligencia artificial (IA) en el ecosistema laboral de nuestros tiempos.
Todo dispositivo o tecnología disruptiva trae consigo evolución, revolución y eventual extinción. Así, la imprenta considerada como la revolución tecnológica en el siglo XV, una nueva dimensión materialmente identificable y localizable invoca una cuestión de fondo que tiene que ver con cambios profundos en las prácticas laborales, esto es, una reacomodación de los agentes participantes del proceso, sirviendo otros propósitos.
Y el lector dirá, con justa razón, que la “intrusión de la inteligencia artificial” implica alteraciones de base en la estructura organizacional diferentes a aquéllas originadas por la imprenta, donde en un contexto digital los seres humanos no serán de utilidad y donde las “nuevas entidades inteligentes” serán quienes desempeñen todas las tareas –manuales y cognitivas– generando así el crecimiento exponencial del desempleo, la desigualdad y la apertura de una brecha mayor entre la población calificada y la no calificada que trae aparejada una mayor inequidad de ingresos.
Entonces, en esta óptica, ¿cuáles son las tareas o puestos de trabajos que se automatizarán? Claramente, aquellos de naturaleza repetitiva: el diagnóstico médico, el mapeo de genes, la simulación de ensayos clínicos y los puestos que incluyen a contadores, analistas financieros, consultores, brokers, entre otros. De hecho, con la tecnología de registros distribuidos ya se ha reemplazado a los intermediarios en la generación de los denominados “contratos inteligentes”.
Sin embargo, este proceso “disruptivo” debe ser entendido como una sucesión de cambios simultáneos en mutua relación. Por una parte, la IA generará un cambio radical en los agentes que deberán adoptar habilidades intelectualmente desafiantes o buscar otra ocupación, por la otra, no tendrá un efecto masivo negativo puesto que habrá una “metamorfosis” en cuanto a los tipos de tareas que los humanos desarrollarán de acuerdo a sus nuevas habilidades. Se crearán puestos de trabajo adyacentes que requerirán participantes con perfiles altamente calificados, con un mayor potencial de adaptación a diferentes tareas, rapidez de aprendizaje, capaces de aplicar estrategias y soluciones innovadoras. La evaluación del agente será holística basada en el entendimiento del sujeto en su totalidad en cuanto a lo que aporta al ecosistema digital. De allí que las empresas deberán comprender el entorno tecnológico a fin de desarrollar una metodología y un modelo de negocio acorde a los cambios que se aproximan, orientados a un mundo automatizado altamente competitivo.
Pero, aún queda abierto un interrogante: ¿qué sucederá cuando una computadora supere la inteligencia del ser humano? ¿Habrá una evolución o será la extinción de la condición humana tal y como la conocemos, más allá de la sustitución de un simple puesto de trabajo?
*Lingüista.