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llamar al dialogo

Filosofía del desencuentro

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Martin Buber. Filósofo israelí nacido en Viena y fallecido en Jerusalén. | telam

La existencia humana solo es concebible a partir del diálogo. Y no hay diálogo sin el otro, sin un Tú. El humano llega a serlo cuando dialoga. Sobre estas ideas el filósofo existencialista Martín Buber (1878-1965), israelí nacido en Viena y fallecido en Jerusalén, construyó su corpus filosófico. Según la filosofía del encuentro, que Buber inspiró, las palabras fundamentales del lenguaje no son vocablos aislados, sino que nacen en pares. Y una palabra indivisible y primordial es Yo-Tu (tal el título del libro esencial de Buber). Cuando las palabras primordiales se pronuncian dan lugar a la existencia, escribía. Solo al entrar el Otro (Tú) en mi registro empiezo a existir, soy Yo. Quien dice “Yo”, enuncia las dos palabras, porque nada significa una sin la otra. Al decir Yo me convierto en el Tú del Otro, quien se percibe a sí mismo con la palabra Yo. La existencia humana está hecha de relaciones y en esa permanente interacción somos simultáneamente Yo y Tú. Aunque es en el Tú donde nace la relación. “Toda vida verdadera es encuentro”, escribe Buber.

Para este filósofo fundamental las relaciones se sostienen en la honestidad y la sinceridad, porque quien las elimina suprime al otro. Los valores solo existen y tienen consistencia en la alteridad. Es ante el otro ante quien soy honesto, sincero, responsable. Sin él los valores son impensables. Solo a través de quien lo confronta, de quien existe frente a él, cada ser humano alcanza su entidad, es Yo.

Cuando Yo y Tú desaparecen como tales, cuando se instrumentalizan, es decir cuando uno convierte al otro en un objeto, cuando olvida que ese Tú es fundamento de su propia existencia, nace el Ello, que para Buber es el mundo, lo externo a la persona. Y en la prevalencia de ese hábitat se congela la relación, desaparece el encuentro, se pierde su fundamento. El otro ya no es Tú, es El. Pero, a diferencia de un Yo y un Tú, un El más un El no hacen un Nosotros. En el mundo del Ello pasamos a estar dominados por lo externo, desaparece la responsabilidad, la causalidad se convierte en refugio y en excusa. Nadie es responsable, todo ocurre a raíz de algo ajeno. Perdida la esencia primordial de Yo-Tú, las instituciones se vacían de humanidad. Poco importa, escribe Buber, que el Estado reglamente a la economía o que la economía dirija al Estado si no se transforman entre sí. Las instituciones no pueden volverse libres y equitativas partiendo de ellas mismas, en una suerte de partenogénesis. Lo que importa es que el espíritu que dice Tú permanezca vivo y real en ellas y que trascienda a lo colectivo. Ese espíritu, el que nace del registro del Tú, no se escuda en la causalidad, es libre y responsable. Es responsable porque es libre y es libre porque es responsable. Toma decisiones contemplando el rostro del otro.

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La filosofía del encuentro gestada por Martín Buber es aparentemente sencilla de exponer, solo basta despertar de la abulia o la pereza mental para comprender su principio esencial: no existo sin el otro, ni el otro sin mí y nuestra relación es el fundamento del ser de ambos. Es también el basamento del mundo humano y de su experiencia. Sin embargo, bajo esa sencillez se expande en profundidad hasta comprender todos los ámbitos de la vida colectiva. Un diálogo que no contemple estos fundamentos, decía Buber, es solo una colección de monólogos simultáneos. Paralelas que nunca se tocan. Bullicio ensordecedor. Cotorreo.

Llamar a un diálogo en momentos de desesperación tras haber pretendido, en sucesivos actos de soberbia e ignorancia, que se puede decir Yo prescindiendo de Tú es, en la vida pública y en la privada, un gesto patético. No es lo mismo un encuentro que un pegoteo improvisado. No es lo mismo juntos que rejuntados. El llamado oficial (y oficialista) a un diálogo para consensuar un apresurado punteo de temas abstractos y convocar como interlocutores a quienes nunca se les dio la categoría de Tú (negándosela así también a todos los que estos representan), no solo no cierra grietas, sino que alimenta la filosofía del desencuentro. Una especialidad nacional.

 

*Escritor y periodista.