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Helados y caciques

Me pregunto quién podría escribir hoy un relato en el que los indios trafican esclavos negros y disponen de sus vidas.

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| Cedoc

Cuando Faulkner pronunció su discurso de aceptación del Premio Nobel, dijo lo siguiente: “Es un privilegio del escritor el ayudar a resistir al hombre elevando su corazón, recordándole el coraje y el honor y la esperanza y el orgullo y la compasión y la piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado”. Qué anacrónica suena la creencia de que un escritor tiene esos deberes y esas facultades. De todos modos, estoy seguro de que hoy Faulkner no ganaría el Nobel. Tal vez la suya sea una de las estatuas que veamos caer en estos días de furia y cuarentena mientras sus libros son eliminados de algunas bibliotecas universitarias. Acabo de leer que en Nueva Zelanda, una popular marca de helados llamada Eskimo Pie dejará de venderse bajo ese nombre. Decir “esquimal” está prohibido en Canadá, donde la palabra apropiada es “inuit”. Pero la pandemia de la corrección política es global y se traslada de un hemisferio a otro con letal rapidez. Si suprimen los helados, por qué no hacer lo mismo con las páginas de Faulkner en las que se usa la palabra “nigger”. Faulkner podría ser considerado hoy un impostor absoluto, alguien que no solo no elevó al hombre (tal vez habría que decir “no elevó al hombre ni a la mujer ni a ningún otro género”) porque solo la escritura de denuncia puede hacerlo, sino porque no demostró que las vidas negras le importaran.

Puede que exagere un poco. Pero no sé si tanto. Estuve leyendo los Relatos reunidos de Faulkner, en particular la sección que lleva como título “La tierra inexplorada” que reúne cuatro cuentos que transcurren en los primeros años de la Independencia de los Estados Unidos y cuyos protagonistas son indios (léase “nativos americanos”) de la casi extinta tribu choctaw. En el primero, “Hojas rojas”, se habla de la costumbre de los choctaw de matar al sirviente personal del cacique cuando este moría y enterrarlo junto a su amo para que lo siguiera asistiendo en el más allá. En este caso, el sirviente es un esclavo negro, porque los indios compraban y vendían esclavos negros como lo hacían los blancos de la época. El cuento narra la persecución de ese negro sin nombre que intenta escapar de su destino y se detiene justo antes de la ejecución. Me pregunto quién podría escribir hoy un relato en el que los indios trafican esclavos negros y disponen de sus vidas, además de sugerir que en algún momento practicaron el canibalismo. Seguramente nadie que sea de raza blanca, porque la corrección política nos hizo volver al tribalismo. 

En el prólogo a la edición de Alfaguara de los Relatos reunidos, Miguel Martínez-Laje afirma que Faulkner los seleccionó entre su producción como para que tuvieran una unidad orgánica. Para dar un ejemplo, dice: “Son como una antología que hubiera hecho Bob Dylan, pero no confeccionada por su discográfica, sino íntegramente por el artista en tres CD”. El pasaje sugiere varias cosas. Una, que Martínez-Laje no se imaginaba que Dylan iba a suceder a Faulkner entre los ganadores del Nobel. Otra es que Dylan hizo algo así en Biograph, la mejor de sus recopilaciones. Y que en ella hay un tema que tuvo su éxito como cover de Manfred Mann pero que él apenas cantó y se llama Quinn the Eskimo. ¿Será eliminada de las futuras ediciones del álbum o el tema pasará a llamarse Quinn the Inuit?.