Se la dejaron servida. A los errores en la gestión de un tema de alto impacto social como el aumento de las tarifas de la energía, se sumaron una seguidilla de frases desafortunadas del Presidente. Marcelo Tinelli, acaso el hombre más popular de la Argentina, no dejó pasar la ocasión para criticar y ridiculizar a Mauricio Macri.
El animador viene con la lengua caliente contra Cambiemos desde el prólogo de su salida al aire y la decisión de poner al aire Gran Cuñado, el reality paródico de los políticos. La temperatura fue subiendo al ritmo del malestar económico general, bajo la lógica demagogia en la que debe abrevar un producto popular.
Lo más punzante, hasta ahora, ocurrió estos últimos días. El imitador de Macri en el programa apareció con los pantalones bajados hasta los tobillos y abrigadísimo con una vela encendida, todo para ejemplificar los problemas del gasto en gas y luz. En el medio, indirectas por el cansancio presidencial durante el Bicentenario y hasta un verdugueo al jefe de Gabinete, Marcos Peña, por contactarse con él.
Por redes sociales, Tinelli empezó a ser hostigado ante esta nada inocente ofensiva anti Macri, bajo la acusación de su supuesto pasado kirchnerista. A esta reacción se sumó algún comunicador más sanguíneo que analítico. El conductor, rápido de reflejos para la batalla, mostró que muchas de esas descalificaciones partían de direcciones falsas, un andamiaje que tan bien manejó el mundo K y sofisticó el planeta M, tal como ya contó PERFIL (lo que fue reproducido ahora por el propio Tinelli).
Es cierto que el conductor tuvo coqueteos con los Kirchner. Gracias a ello obtuvo varios beneficios para su cuna, Bolívar, donde con ayuda estatal levantó un polideportivo y reconstruyó el cine-teatro, en una recordada reinauguración que contó con la presencia del mecenas Julio de Vido.
No habría, sin embargo, que confundirse. Tinelli no es kirchnerista: sólo es tinellista. Porque si se le aplica pensamiento binario, cómo analizar la excelente relación del conductor con Rodríguez Larreta (que aplica a favor del club de nuestros amores, San Lorenzo) o el espaldarazo que le dio a Francisco De Narváez, vencedor luego de los K en las legislativas de 2009. Y ni hablar de cuando era socio, al mismo tiempo, del Grupo Clarín y de Cristóbal López cuando la grieta era extrema.
Cerca de Tinelli explican dentro de este razonamiento la actual actitud hacia el macrismo. Como se explica en esta edición de PERFIL, son muchos y variados los aspectos en los que Tinelli puede estar interesado de contar con el respaldo oficial.
El Gobierno mira de reojo. En público sale a desmentir molestias con el showman. Pero en privado hay funcionarios inquietos. Una administración que se vanagloria de no operar contra medios o comunicadores críticos no quiere quedar como victimaria del rey del rating (aunque ya no lo es tanto, como se explica en nuestro suplemento de Espectáculos), en medio del caso de los trolls.
Pero además los pone nerviosos, en una temporadita algo tensa ya, el déjà-vu de ver a un presidente tan ridiculizado. Ya lo hizo con Fernando de la Rúa. Y eso, creen, es jugar con fuego. Todos saben por qué