Venimos de seis años de crecimiento sostenido a altas tasas, pero a partir del último trimestre de 2008 se pasó a un período de desaceleración de ese crecimiento, con algunas caídas puntuales y fuertes en la actividad económica sectorial.
Las expectativas negativas, instaladas por el conflicto originado en las retenciones móviles, y que luego se intensificaron con el recrudecimiento de la crisis internacional, han marcado en gran medida ese impulso de desaceleración productiva. Se gestó entonces una suerte de profecía autocumplida, en la medida que los actores económicos esperan que las cosas empeoren, dejan de invertir, retrasan compras, y estas acciones llevan efectivamente a una desaceleración en la producción. Sin embargo, estas expectativas, tildadas de “racionales” por algunos teóricos de la economía, muchas veces esconden intereses específicos y formas de comprender la economía que defienden el sostenimiento de la tasa de ganancia. Significa centrar el análisis en las incertidumbres del futuro, en este caso magnificadas por la crisis internacional, sin tener en cuenta las ganancias del pasado. El caso paradigmático es el de las terminales automotrices, que luego de alcanzar un récord histórico de producción en los siete primeros meses del año 2008, en octubre ya estaban reduciendo jornadas, salarios y personal. La primera variable de ajuste fue el trabajo asalariado, con una celeridad asombrosa.
Sin embargo, algunas cifras de la realidad muestran un panorama distinto. De las 24 empresas que informaron balances a la Bolsa de Comercio e integran el Merval, 20 mostraron resultados anuales positivos en 2008 y 13 de ellas lograron mejor resultado que en 2007. Si se toma el último trimestre de 2008, influido por la crisis, sólo la mitad exhibió una menor evolución, y sumadas todas las ganancias resultaron un 5,6% menores a las obtenidas en igual trimestre de 2007. Niveles de ganancias que, hay que evidenciarlo, siguen siendo históricamente altos.
Estos datos llevan a reflexionar sobre la posibilidad de que muchas de las grandes empresas hayan sobrerreaccionado los efectos de la crisis, de forma tal de bajar los niveles salariales y obtener beneficios fiscales a cambio de mantener la plantilla de sus trabajadores. Estos datos muestran que la crisis, al menos en el cuarto trimestre del año pasado, no llegó a las grandes empresas, pero también evidencian que el tema de la distribución del ingreso sigue siendo, en especial en este entorno de desaceleración productiva, una cuestión esencial. Si se deja a las fuerzas del mercado actuar sin condicionamientos, el ajuste pasará por los trabajadores y no alcanzará a las ganancias. Esta situación no sólo es injusta, sino que además mina el poder de compra de la población, que es el verdadero reaseguro del mantenimiento de la actividad productiva.
Para enfrentar este menor crecimiento, se requieren medidas anticíclicas, algunas de las cuales el Gobierno ya ha tomado, y que deberá intensificar para morigerar aún más los efectos nocivos de la crisis. Pero hay dos condiciones económicas indispensables para transitar con mejores resultados este período. Una de ellas es una rápida aplicación de planes sociales eficientes para sacar a las familias de la pobreza, medida que no sólo garantizará una mayor equidad social, sino que además tendrá un efecto multiplicador muy alto, dado que todo el ingreso que se vuelque a las familias pobres se convertirá rápidamente en consumo, sustentando el mercado doméstico, tanto a nivel nacional como regional.
La segunda condición es lograr lo antes posible una recomposición del poder de compra salarial, situación que no parece gozar de altas probabilidades hoy día. Será la mejor forma de defender el empleo, generando demanda para la producción. Para ello habrá que escapar del corsé ideológico impuesto por aquellos que intentan defender el empleo por la vía del congelamiento de salarios, medida cuyo mayor impacto es proteger las ganancias empresariales. Una mejor distribución del ingreso sigue siendo la mejor forma de fomentar la producción y el consumo.
*Presidente Banco Credicoop.