Si alguien se ilusionó con la idea de que el gobierno no haría uso político de la vacuna contra el coronavirus y el complejo proceso de vacunación que nos espera, sepa ya que se equivocó. El único consuelo -si así se lo puede llamar- que le quedará a los defraudados en su buena fe es que no es sólo aquí que se ven esas conductas deplorables. En Chile, el presidente Sebastián Piñera no dudó en aparecer al lado de los envoltorios que albergan y protegen a la vacuna BNT162b2, nombre técnico de la vacuna de Pfizer/BioNtech.
Una de las circunstancias más insólitas acaecidas esta semana fue que esa vacuna -la de Pfizer/BioNtech- terminó siendo la primera en ser aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Es decir, se aprobó una vacuna que el gobierno no adquirió. Esto, que es algo absolutamente incoherente, tuvo una lógica: “hubiese sido insólito haber aprobado la Sputnik V en 2 días y tener congelada la de Pfizer que había presentado toda la documentación hacía 20 días- , señaló en estricto off un profesional de carrera de la ANMAT, en donde el miedo a hablar por parte de quienes son críticos del operativo Sputnik V es fenomenal.
“Hay que comenzar a vacunar antes de fin de año”, fue la orden que bajó desde lo alto del poder. Semejante apuro nada tiene que ver con el aumento sostenido de casos que se viene dando en el AMBA sino con una razón mucho más vana: el Presidente no quería verse desmentido otra vez por la realidad. Sus promesas incumplidas sobre fechas, cantidades y procedencias de las vacunas son uno de los tantos hechos que devaluaron el valor de su palabra y su investidura. Alberto Fernández había dicho que se comenzaría a vacunar en diciembre. Habló de millones de dosis. Finalmente serán 300.000.
Según refirió el ministro de Salud, Ginés González García, la vacuna de Pfizer no está disponible porque la compañía pone como condición que sus contratos sean rubricados por el presidente de cada país. Los funcionarios argentinos -a diferencia de lo que ocurrió en Chile y en México- creyeron que eso no era necesario. El hecho es absolutamente contradictorio con el discurso del oficialismo cuando afirma que lo primero es el bien común. Privilegiar la firma de AF por sobre el bienestar de millones de personas que podrían beneficiarse de los efectos protectores es, al menos, egoísta.
Es también curioso observar cómo el gobierno pierde oportunidades todos los días de actuar en forma inteligente en pos de evacuar las dudas que aún genera la Sputnik V. Habría sido una actitud criteriosa y útil haber convocado a personalidades destacadas en el campo de la inmunología y la infectología para compartirles los documentos científicos acerca de la vacuna provenientes del Instituto Nikolai Gamaleya. Hubiese servido, también, para aunar criterios con la oposición e investir al proceso de vacunación de un verdadero sentimiento de mancomunión. ¿Por qué no se hizo? ¿hay algo que no se pueda o no se quiera mostrar?
Las vacunas y el caso Kreckler. Un hombre que conoce los detalles del funcionamiento de la cancillería y mantiene vínculos intensos con China describió con lujo de detalles lo sucedido con el embajador Juan Carlos Kreckler. “Una negociación de este tipo no es responsabilidad de un embajador.” Efectivamente, el representante diplomático no participa de manera directa en la diligencia sino que la acompaña buscando facilitar los encuentros y trabajando en los puntos de concordia entre las partes. Por lo tanto, es un sin sentido endilgarle la responsabilidad de cerrar el acuerdo o de intentar boicotearlo.
El corrimiento de Kreckler no ha tenido nada que ver con la negociación por la vacuna china. Ese argumento fue la excusa perfecta para desplazarlo.
Era un secreto a voces que Kreckler tenía la embajada partida en dos. Tanto es así que casi no cruzaba palabra con Sabino Vaca Narvaja, representante especial para la Promoción Comercial e Inversiones. Por si eso fuera poco, tenía una muy mala relación con el canciller Felipe Solá. Evidentemente, el embajador había abierto demasiados frentes juntos. “Pero una cosa es segura: él no era el elegido para ocupar ese cargo. La ex presidenta en funciones, Cristina Fernández de Kirchner, quería a Sabino Vaca Narvaja desde el comienzo” señala la voz que conoce la vida interna del Ministerio de relaciones Exteriores. Sabino Vaca Narvaja, cuyo hermano, camilo, es el padre de Helena, producto de su relación sentimental con Florencia Kirchner, es un conocedor por estudios del país asiático al que le falta la experiencia y el aplomo necesarios para estar al frente de una embajada de semejante envergadura. Por eso, y a los fines de que se fuera fogueando y adquiriendo práctica, le crearon el cargo de pomposo nombre que se mencionó renglones arriba. “El asunto de la vacuna china resultó ser la excusa perfecta para terminar con Kreckler y coronar a Vaca Narvaja aunque en los papeles podría figurar otro nombre”, concluyó la fuente.
Argentina tiene una excelente relación con China. De hecho entre junio y julio se aprovisionó allí de insumos médicos de primera necesidad para la lucha contra el Covid. Pero no estaba entre sus candidatos para adquirir la vacuna.
Desde el principio se negoció con Pfizer y Astra Zeneca. Ni con China ni con Rusia. Se sabía que la cantidad de dosis que aportaría Pfizer sería insuficiente. La gran apuesta era Astra Zeneca cuyo incidente metodológico en la investigación la retrasó. Esto complicó los planes del gobierno.
Inquieta y disgustada ante la falta de resultados con ambos proveedores, la ex presidenta en funciones pateó el tablero e inició la aventura rusa. Su foto con el embajador ruso, Dmitry Feokstistov, graficó ese momento. CFK estaba furiosa con los funcionarios del gabinete y con el mismísimo Alberto Fernández. Pero, como había poca información sobre la Sputnik V, paralelamente se trabajó en un pre acuerdo con el gobierno de Xi Jingpin Ping que fue mucho más prudente en el manejo de anuncios respecto a una posible vacuna. Pero China nunca fue la prioridad y Kreckler terminó siendo víctima del desorden de la política doméstica que ha demostrado, una vez más, que CFK manda y AF obedece.