COLUMNISTAS

Lula y el populismo

default
default | Cedoc

En el fragor de la lucha de ideas durante la reciente campaña electoral, algunos analistas echaron mano al término “populismo” como una manera de descalificación. La utilización de esta categoría –a mi juicio entendida erróneamente– corre riesgo de generalizarse y de ese modo entorpecer la comprensión de los fenómenos políticos en el país y América Latina.
No es mi intención con este artículo discutir el alcance del término “populista”, sino evitar que “se metan en la misma bolsa” realidades diversas y, sobre todo, liderazgos distintos. Y, en el caso que me mueve, me referiré a Lula da Silva, sin dudas el mayor líder latinoamericano en lo que va del siglo.

Lula es un dirigente singular, por su origen, por su historia, por su militancia política y sindical, por su modo de conducción del Partido de los Trabajadores y luego por su desempeño exitoso como presidente de Brasil por dos períodos y por haber asegurado la sucesión de Dilma por dos mandatos consecutivos.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Fue derrotado en tres oportunidades como candidato a la presidencia antes de ganar la segunda vuelta en octubre de 2002 con el mayor volumen de votos de la historia de Brasil, el 61% “algo más de 52 millones de sufragios”. En enero de 2003 puso en marcha un ciclo de ocho años que le valió el reconocimiento y la admiración del pueblo brasileño y de la comunidad mundial.
Me he preguntado qué se pretende cuando se mete a Lula, sin más consideraciones, en la bolsa del “populismo”. Se trata, como dije al inicio, de un intento de descalificación sin fundamentos y sin mucha seriedad analítica.
Lula no fue un líder demagógico, ni autor de una política meramente asistencialista; quien así lo juzgue no ha entendido el fenómeno que representó en su país.

Durante la campaña que lo llevó a la presidencia por primera vez, industriales poderosos de San Pablo amenazaron con irse del país si ganaba el candidato del PT. Utilizaron el miedo como eje central de la campaña de Serra, pero la esperanza de cambio fue mucho más fuerte. Lo mismo ocurrió después con Obama en los Estados Unidos, recientemente en Venezuela, otras veces en América Latina y también aquí, en la reciente campaña presidencial. De aquellos empresarios paulistas que jugaron tan fuertemente en contra de él, algunos fueron funcionarios en sus administraciones y otros, candidatos del PT.
Analistas brasileños que han estudiado el fenómeno Lula coinciden en definirlo como quien consolidó la democracia y la modernización, consideradas los pilares del modelo de Estado iniciado por Fernando Henrique Cardozo. Se basan en los aspectos más destacados de su gobierno: una política económica orientada a la estabilidad, con equilibrios macroeconómicos, con orientación desarrollista y con la implementación de programas de extensa cobertura social para los sectores más pobres, y mejora sustancial del ingreso de los trabajadores. Todo eso permitió, recordémoslo, que más de 30 millones de brasileños en estado de pobreza accedieran a la clase media
Lula tampoco despreció el rol de la prensa opositora, mantuvo relaciones de cordialidad con sus opositores políticos sin que implicara dejar de lado sus firmes convicciones. Respetó el equilibrio de poderes, posibilitando un adecuado funcionamiento del sistema republicano; un tema por resaltar atento a que Brasil tiene un sistema de gobierno de corte federal, como nuestro país. La política de Lula fue de consideración de las diferencias regionales y logró minimizar los desequilibrios.

Promovió el protagonismo de Brasil en el concierto internacional y fue motor de la  construcción de la integración de la comunidad sudamericana.
La gran crisis financiera mundial que explotó a mediados de 2008 en Estados Unidos y que golpeó duramente a toda América Latina originalmente fue combatida apelando al mercado interno
fomentando el crédito muy barato para el consumo como modo de mantener la actividad económica de las empresas nacionales y evitar el desempleo. En ese momento lanzó el programa Mi Casa, Mi Vida, a través del cual millones de familias accedieron a la vivienda
propia, la que contribuyó decisivamente a mantener activa la industria de la construcción.
Recordemos, por último, que aseguró la continuidad del PT en el gobierno apoyando a Dilma como candidata a la presidencia, y al concluir el primer mandato de la presidenta dio un paso al costado para que ella buscara la reelección, aun cuando era el líder más querido por el pueblo brasileño.
Finalmente no veo un populista, y menos si se pretende descalificarlo con ese término, veo un líder popular y democrático, amado por su pueblo, que abrió el camino para que hoy su país sea la sexta potencia mundial y que sea constituido en referente ineludible en América Latina a la hora de pensar en políticas que beneficien definitivamente a la población y el desarrollo del país.

 *Ex presidente de la Nación.