Se sabe que la chispa se inició a las dos de la tarde del primero de marzo de 1919, cuando 33 activistas encabezaron una movilización hacia el parque Tagpol y firmaron la Declaración de la Independencia en el país que hoy conocemos como Corea. Lo que el ejército imperial de Japón no imaginaba era la explosión popular que eso iba a desencadenar.
La invasión japonesa en Corea, o de lo que en realidad era hasta ese momento el reino de Joseon, comenzó en 1910, período de hegemonía del Imperio del Sol tras las victorias en la guerra sino-japonesa de 1895 y ruso-japonesa en 1905. Por supuesto, Corea, el “reino ermitaño” en esa época para Occidente, poco tenía para resistir a la ocupación. Debió pasar casi una década para que se lograra una oposición nacional contra el régimen colonial. El malestar venía en aumento por las políticas represivas del gobierno japonés, el privilegio a los comerciantes y pobladores invasores, el decomiso de alimentos a campesinos locales y la progresiva instauración de un “niponismo” cultural a los coreanos. A eso se sumó la muerte de Gojong, en enero de 1919, el penúltimo emperador de Joseon, tras un suicidio cargado de sospechas, ya que Japón había intentado asesinarlo en el pasado. La península coreana llegó al primero de marzo hecha un polvorín.
El historiador Choi Nam-seon redactó la Declaración de Independencia, firmada por los “33 patriotas”, la cual fue enviada al gobernador general de Corea. Eso propició una sucesión de protestas pacíficas masivas al grito de “¡Manse!” (expresión coreana que se puede traducir como “¡Viva Corea!”) en todo el suelo coreano. La jornada que hoy se conoce como el “Movimiento Primero de Marzo” posibilitó las alianzas políticas más inusitadas: nacionalistas, socialistas, anarquistas, católicos y budistas fagocitaban en conjunto la rebelión. Los lazos de solidaridad no solo se daban entre distintas generaciones y sectores políticos en las principales ciudades de la península coreana, también se contaban los apoyos de anticolonialistas residentes en Japón, China y en la región de Manchuria.
Los registros calculan que más de 2 millones de coreanos participaron de algún modo en las más de 1500 movilizaciones pacíficas que se extendieron con rapidez desde el primero de marzo en Seúl al resto de la nación. La represión del ejército imperial de Japón fue brutal. Se estima que más de 7500 personas fueron asesinadas y más de 46000 arrestadas.
La invasión japonesa en Corea, o de lo que en realidad era hasta ese momento el reino de Joseon, comenzó en 1910, período de hegemonía del Imperio del Sol tras las victorias en la guerra sino-japonesa de 1895 y ruso-japonesa en 1905
Las personalidades destacadas del Movimiento Primero de Marzo se cuentan de a cientos. Uno de las historias más conmovedoras para el pueblo coreano es la de la joven Yu Gwansun. Esta adolescente de 16 años encabezó varias de las protestas en esos primeros días de marzo. Fue en una de ellas donde las fuerzas niponas abrieron fuego contra la multitud. Su padre y su madre cayeron frente a ella, víctimas de las balas de la represión. Yu Gwansun fue arrestada junto a otros tantos manifestantes y torturada en la cárcel hasta que murió en 1920, a los 17 años de edad.
Otro personaje relevante de las protestas fue el británico-canadiense Frank Schofield. Este veterinario y misionero llegó a Corea en 1916. Se lo considera como uno de los pocos extranjeros que se involucró de manera activa a favor de la independencia coreana. Jugó un papel trascendental en los sucesos que siguieron al primero de marzo. Con su cámara y testimonio registró la masacre en el pueblo de Suchon-ri del 6 de abril de 1919, en la que el ejército incendió el pueblo y disparó a mansalva a los pobladores. Pocos días después fue a documentar la masacre en la iglesia Jeam-ri, en el poblado de Hwaseong, en la que el ejército japonés encerró a alrededor de 30 personas, prendió fuego el lugar y fusiló a quienes sobrevivieron a las llamas. Por su activismo en apoyo a la liberación coreana, se lo considera como el “patriota Nº 34”, en extensión al grupo de 33 patriotas que declararon la independencia. Considerado un agitador por el gobierno de ocupación, fue expulsado de la península coreana en 1920. Por los 100 años del Movimiento Primero de Marzo, el Centro Cultural Coreano en Argentina preparó una muestra sobre la vida de Frank Schofield, que se puede visitar en Maipú 972 (CABA), de forma gratuita hasta el 19 de abril.
El Movimiento Primero de Marzo es para los coreanos el símbolo del espíritu coreano, que forjó al país y posibilitó un camino para la liberación y el progreso.
El Movimiento Primero de Marzo es para los coreanos algo más que un levantamiento popular o una fecha conmemorativa. Para ellos, este movimiento es el símbolo del espíritu coreano, el cual forjó al país y posibilitó un camino para la liberación y el progreso. Por eso, para la actual República de Corea esta es una de las fechas más importantes de su historia y al cumplirse el centenario de estas jornadas el país grita “¡Mansé!”.