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Máxima velocidad

En esta Argentina puede suceder "casi" de todo. El Presidente abandonó el partido de la moderación.

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Partida complicada. | Pablo Temes

La doble vida de Verónica fue una película franco-polaca dirigida por Krzysztof Kieślowski, muy aclamada en los principios de los noventa. La historia, minimalista, trata sobre una joven cantante polaca (Veronika) que tiene una grave dolencia, pero que tiene una fuerte conexión con otra joven muy parecida a ella pero que viven en Francia (Verónique).

Tan cerca, tan lejos. La doble vida de Verónica como obra artística fue hija pródiga de la globalización tras la disolución del mundo socialista recomponiendo una mirada humanista del sujeto. Era una época que engendraba la promesa de un mundo integrado y sin fronteras nacionales.

Veinte años después la promesa de los globalistas se fue tornando en pesadilla: un mundo donde la distribución del trabajo se transformó radicalmente: China, India, aunque también Corea y Bangladesh serían las fábricas del mundo basadas en la gran cantidad de mano de obra disciplinada y de bajos salarios. Estados Unidos se transformaría en el motor de la innovación tecnológica basado en Silicon Valley y Europa tendría su rol aportando diseño, con la sublocomotora alemana y buscando una moneda fuerte competitiva del dólar. ¿Qué quedó para el resto del mundo? Aportar materias primas, ya sean alimentos o minerales. Toda otra opción quedó fuera de la nueva etapa de la mundialización.

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Este nuevo marco mundial empieza a madurar entre 1980 y 1984 cuando China estableció las primeras cuatro zonas económicas especiales (ZEE) donde comenzó a funcionar una economía capitalista combinada con el régimen del partido único del Partido Comunista. Es el inicio del “siglo chino” (中国世纪) con tasas de crecimiento anuales inalcanzables para las demás potencias mundiales. Desde 1999 el PBI chino se multiplicó prácticamente por 12. Esto trajo consecuencias inesperadas en países semindustrializados como Argentina cuyas exportaciones con mayor valor agregado cayeron en competitividad y donde la producción agropecuaria vivió una década dorada. El precio de la soja pasaría de 421 dólares en diciembre de 2001 a llegar al máximo de 1000 dólares en abril de 2004, para luego empezar a caer. Esta expansión del complejo exportador en un tiempo relativamente breve volvió a hacer brillar a CABA cuyo activo más fuerte es invisible: el puerto.  

Unitarios y Federales 2.0. El peso del puerto de Buenos Aires es geográfico, pero también histórico y simbólico, con un país construido alrededor de su capital. Parte de la guerra civil del siglo XIX se debatió entre mantener las aduanas interiores o sostener una “gran” aduana en la desembocadura del Río de la Plata. La Constitución de 1853 encontró una solución de compromiso: sostener la Capital Federal, pero con un gobierno delegado por el Presidente de la Nación. El espíritu antiporteño sobrevivió con los años. Por ejemplo, el historiador revisionista Milcíades Peña no dudó en comentar que “sobre la base de las nuevas condiciones creadas por Caseros, Urquiza aceptó mantener con la oligarquía porteña, bajo Mitre, un tipo de relación similar al que tenía con ella bajo Rosas”. La dependencia de la Ciudad con la Nación tardó más de 140 años en resolverse, recién con la Reforma del 94, los porteños podrían votar a su gobernador. Es inevitable pensar que la “opulencia” de CABA no es culpa de sus habitantes sino una forma de organizar el país.

Boomerangs. Estratégicamente hablando hoy Misiones o Salta tendrían que ser las provincias más poderosas y pobladas, pero por el contrario generaciones de argentinos eligieron el AMBA para residir porque allí consideraron que estarían sus fuentes de trabajo, y los sistemas de salud y educación más consolidados.

La discusión política actual sobre la Ciudad de Buenos Aires y el recorte de su coparticipación decidida por el Gobierno Federal, no deja de ser un arma de doble filo. Mauricio Macri transmitió en la campaña de 2015 la idea que podría desarrollar al país como lo había hecho como jefe de Gobierno, con un éxito que se mantuvo incluso en 2019 en la famosa franja amarilla que coincide con parte de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. No pocos vieron en este mapa político dos realidades distintas entre iguales, un poco como pasa en La doble vida de Verónica.

Un posible efecto no deseado de la discusión sobre el nuevo conflicto entre Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta es que el presidente le otorgó a Larreta algo que le faltaba: un discurso nacional. No son ingenuidades, Fernández pone el pie en el acelerador fracturando el partido de la moderación que habían construido juntos con las políticas contra la pandemia. No pocas encuestas señalaron el despegue del jefe de gobierno porteño desde marzo de este año rompiendo un techo de cristal siempre difícil de superar en política: el desconocimiento, pero hasta ahora nunca se había corrido del discurso local, casi como un partido vecinal.  

Dios jugando a los dados. No obstante, como dice el saber popular, lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Las tareas para Larreta son variadas: gestionar la Ciudad con un menor presupuesto, ocupar el centro político, y tener una opinión sobre las cuestiones nacionales. También debe encolumnar tras sí no solo al PRO y al radicalismo, sino a la centro-derecha que puede llegar a mirar con simpatía a los antisistema para una elección de medio término. Si se observa la historia argentina reciente los liderazgos opositores se consolidaron casi a último momento, pasó con Carlos Menem, Sergio Massa, incluso con Macri. Será difícil sostenerse a lo largo de tres años donde las contingencias serán moneda corriente en la Argentina y los discursos de la gubernamentalidad chocarán de plano con las demandas de los sectores más radicalizados.

Con su movimiento Alberto Fernández también abandona el centro político y comienza a alejar la posibilidad de hacer una buena elección en “su” distrito. Sin embargo, tras una semana donde un grupo de la Policía Bonaerense rodeó la Quinta presidencial de Olivos para reclamar su petitorio (donde evaluaron que estarían las respuestas), la velocidad de los acontecimientos no deja de sorprender y hace pensar que “casi” es todo posible en esta Argentina. Urquiza, Rosas y Mitre seguramente estarían de acuerdo.

* Sociólogo (@cfdeangelis)