Comenzó como la diplomacia de las vacunas y se está convirtiendo en la guerra por las vacunas. Muchos países ordenaron compras muy superiores a sus necesidades, y hoy los laboratorios que las producen tienen cuello de botella en su entrega, generando situaciones de histeria. Canadá, por ejemplo, ordenó vacunas para cinco veces su población e Israel pagó un precio mayor por las vacunas de Pfizer para garantizarse entrega anticipada.
Guardando las distancias, lo que en el siglo XX fue la carrera armamentística hoy es la carrera vacunadora: quién llega antes a mayor porcentaje de su población. De cualquier forma, aunque los países ricos logren tener vacunado al 100% de sus habitantes a comienzos de 2022, si la mitad del mundo recién lograra lo mismo a comienzos de 2023 y los países más pobres recién a comienzos de 2024, aunque acotado, el peligro del coronavirus nos acompañará un buen tiempo.
Al 29 de enero, encabezan la lista de mayor porcentaje de vacunación sobre el total de la población los países con poblaciones más pequeñas como Israel (52%) o Emiratos Árabes (31%). Les siguen Inglaterra (15%) y Estados Unidos (8%). A partir de allí viene el pelotón de países de Europa: España, Italia, Polonia, Francia y Alemania, al que se suman Turquía y Canadá, con entre el 2 y el 3% de la población vacunada. Luego China, con un poco menos de 2% del total de su gigantesca población, Rusia con 1%, seguidos por Brasil y Argentina, que se acercan al 1%. Sigue México, con medio por ciento de su población e India con 0,25% porque, al igual que China, son más de 1.300 millones de habitantes.
Que países como China y Rusia prefieran entregar parte de su propia producción de vacunas a otros países retrasando la inmunidad de su propia población tiene explicación en la posibilidad que permite a potencias mundiales utilizar las vacunas como un arma de posicionamiento geopolítico y la sumisión de su población a aceptar las decisiones de sus gobiernos sumado a su diferente valor subjetivo de la vida. Otra curiosidad es Japón, que, teniendo los recursos económicos de Estados Unidos o Europa, confirmó su singularidad al decidir comenzar a vacunar recién en febrero.
Controversias hay de todo tipo, Inglaterra, que decidió vacunar más personas con una sola dosis que menos con las dos y alcanzar mayor cobertura, o Indonesia, donde se discute si vacunar primero a los trabajadores esenciales o a las personas de más edad.
La fabricación de 6.400 millones de vacunas previstas en 2021 concentrada en los países más ricos asume la necesidad de repetir en 2022 las campañas de vacunación como las vacunaciones anuales de gripe. El problema no se agota en la capacidad de pagar el costo de la vacuna o de producirla. Como bien demuestran China e India y la propia Rusia con enormes poblaciones y territorio, el costo de distribución, refrigeración y logística para su aplicación es superior al de la vacuna misma. Los países más pobres dependerán del programa Covax, de la Organización Mundial de la Salud, que distribuirá vacunas para el 20% de sus poblaciones, pero aun así una parte significativa de África y Asia Central continuará sin aplicársela, como tampoco se aplican vacunas contra la poliomielitis y el sarampión, disponibles desde hace décadas.
Aunque el virus seguirá conviviendo entre nosotros y mutando, el mundo desarrollado va camino a “domar” en 2021 al coronavirus, que costó en 2020 más de dos millones de vidas y pérdidas económicas por 375 mil millones de dólares mensuales. Finalmente, hay que destacar el avance de la ciencia, que en poco más de un año encontró y fabricó una decena de vacunas con alcance planetario.