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Resetear el sistema

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La producción industrial continúa su ritmo de crecimiento en enero como arrastre de fines del año pasado. | telam

La pandemia no creó nuevos problemas, sino que generó una intensidad inusitada en las fallas que se observaban y que alejaban al sistema económico global de un equilibrio automático. La irrupción del Covid como un auténtico cisne negro en la economía mundial pone sobre la mesa de conversaciones la forma en que un mundo cada vez más interdependiente puede afrontar los múltiples desafíos que se le presentan. El Foro de Davos, el cónclave de la elite del poder económico que se realiza cada enero en el idílico centro invernal suizo, esta vez se llevó a cabo en forma virtual. Una manera que ya desde las formas se asumía la nueva realidad que barrió con conformismo y estructuras que fueron zafando de su reconversión por años.

Ya desde su inicio, la reunión organizada por el World Economic Forum, llamaba a “resetear” el sistema, no sólo la economía. En la visión de su fundador, el economista alemán Klaus Schwab, la catástrofe sanitaria y económica que significó la pandemia eran una oportunidad ideal para poder replantear algunas cuestiones que en otros años sucumbían frente a las urgencias.

No tanto de detectar estas fallas del mercado o de la acción colectiva sino de imprimirle otra velocidad a la respuesta de gobiernos y empresas. La única forma en que no caiga en saco roto y quede en una muy atractiva declaración final, es diseñar mecanismos para que el tablero de control corporativo y de la política económica incorpore estos aspectos. Medidas contantes y sonantes para que el futuro venturoso se convierta en presente.

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En primer lugar, la agenda verde: políticas para acotar los factores que favorecen el cambio climático y compensar los años de inacción. Bonos, impulso a la energía alternativa y responsabilidad efectiva por las emisiones; son algunas de las respuestas que se han venido transformando en aspectos ineludibles para incorporar en sus balances y resultados, sobre todo para algunas industrias.

La otra cuestión que desembocó en un consenso abordado por los participantes del Foro fue la ampliación de la brecha de igualdad que aceleró la pandemia. Ya la palanca sobre el crecimiento económico que significó la revolución digital basada en el conocimiento, había incrementado la diferenciación entre países más y menos desarrollados. Ahora, mientras hay países que han comprado dosis para vacunar tres o cuatro veces a su población, otros están en una angustiosa lista de espera. Mientras algunos gobiernos sostuvieron el entramado social y laboral, otros vieron atados las manos para poder hacer algo más que atajar penales. Difícilmente se podía dar una respuesta adecuada cuando los desequilibrios anteriores inhibían de una respuesta eficaz y contundente.

Conocimiento. Por último, el otro factor en que se advirtió precisa una pronta respuesta de toda la comunidad internacional es el de la coordinación de políticas del conocimiento y la innovación para enfrentar sin reservas los efectos de esta u otra pandemia. Es claro que los virus no reconocen fronteras y la falta de apertura y colaboración duplica los costos de la inversión sanitaria y aleja al sistema de un óptimo con los mismos recursos disponibles.

Argentina no pudo esquivar los efectos de la pandemia: su economía y su salud estuvieron entre los más afectados y a más de 10 meses de haberse declarado la emergencia nacional es prematuro decir cuándo podrá declararse controlada. La economía sufrió como pocas (una caída entre 10% y 12% del PBI) y la recuperación será más lenta que en otras también malheridas por las restricciones al crédito nacional e internacional.

Mientras el ministro Guzmán espera poder acceder a una negociación más llevadera con el Fondo Monetario Internacional sólo para reprogramar los vencimientos de los pagos que se deberían realizar al organismo, Perú y Chile, por ejemplo, lanzaron con éxito sus bonos sociales para mitigar los efectos del Covid con una notable sobredemanda y una tasa de interés del 4% anual. Aun cuando el éxito acompañe esta empresa, quedarán muchas tareas pendientes y la restricción de un año electoral de por medio.

Ya lo advirtió el Presidente en su discurso para el Foro de Davos: no se puede privilegiar a la economía sobre la salud y hay ajustes que son inviables. Como si el pésimo desempeño del país en la materia en el último medio siglo de vida (estancamiento económico, caída del empleo formal y aumento de la pobreza) fuera el resultado de anteponer una cuestión sobre otra. Argentina también precisa un reseteo.

En criollo, un barajar y dar de nuevo para atender el frente sanitario y la pobreza extrema primero, pero también para mirar la hoja de ruta del largo plazo, que ya llegó y pasa factura. Mientras la inversión productiva y la generación de empleo genuino no sea una prioridad, ninguna solución será sostenible.