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Tiempo y perplejidad

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Es que ha sido una semana infernal. Casi pongo una mañana trágica, pero me acordé  a tiempo de que no se debe usar frases hechas ajenas porque queda feo y, peor, es confuso, y para confusiones ya tenemos bastantes. ¿Ve? De eso se trata. No sólo de los comicios (esto de comicios queda muy bien, muy, como diríamos, culto) sino de todo lo que trae aparejado, como por ejemplo perder el tiempo frente a la mesa de café discutiendo política, filosofía, sociología, y otros ejemplos de tipo relación con el prójimo y la prójima. Y de eso también se trata. Del tiempo, digo. ¿Cómo se hace para perder el tiempo? Fácil, usted lo sabe, estimado señor. Pero… ¿cómo se hace para volver a encontrarlo? ¿Sale una a recorrer la casa, habitaciones, balcones, patio, roperos y ainda mais abriendo cajones y preguntándose hacia adentro o en voz alta: “Caramba, ¿en dónde habré dejado el tiempo?”. Y, no, al revés de las llaves, los anteojos, los paraguas, los guantes y muchas otras cosas perdibles, si usted, querida señora, me permite el neologismo, al revés de esas cosas, imposible encontrarlo. Chau, se perdió. Es que, ¿sabe?, nadie comprende lo que es el tiempo. Parece que el señor Hawking se ha acercado bastante a la solución de esa intriga que lleva varios siglos y milenios dando vueltas por ahí. Parece. Porque incluso el señor Einstein, no sé si lo ubica, uno que tocaba el violín, se había acercado pero no lo suficiente. ¿Y usted? ¿Usted tiene alguna teoría, aproximación o lo que fuere? Le agradecería que me lo comunicara. Mientras tanto, no puedo dejar de pensar en el tango “que veinte años no es nada, que febril la mirada, etc.”. Lo cual es cierto. También es cierto que el tiempo es elástico, íntimo y taimado. ¿Cuánto tarda en estar listo un huevo pasado por agua, eh? Siglos, créame, siglos, y si usted se para al lado de la cocina y va mirando cómo bulle el agua en el jarrito, ya no tarda siglos, tarda milenios. ¿Cuánto tardan los días maravillosos en esa playa maravillosa de un fin de semana maravilloso?  Sí, no me lo diga, ya lo sé, apenas quince minutos, cuando mucho y esforzándonos, una media hora. Y pensándolo bien, ¿cuánto tardan los años del amor furioso? Bueno, digamos tres segundos y medio. Y ya si nos ponemos sutiles, está el tema ése de los tiempos paralelos, ay. No, por favor, no nos metamos en esos pantanos porque acá vamos a perder el tiempo, eso seguro, y nos va a costar encontrarlo.