COLUMNISTAS
argentina y la guerra

Tiempos brumosos

Impacto político y económico en el FdT del conflicto bélico que parece lejano y no lo es.

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Crema rusa, Vladimir Putin. | Pablo Temes

Con la invasión de Rusia a Ucrania, el mundo conoce otra guerra de impredecibles consecuencias.

No es que en estos tiempos haya habido otras situaciones bélicas. Siria, Irak, Yemen y ciertos lugares de África están en guerra permanente desde hace muchos años, enmarcados en el derrumbe de sus estados nacionales. Pero que una nación invada a otra en forma directa remite a la invasión de Hungría por parte de la Unión Soviética en 1956. Ese año, como efecto de las revueltas populares, surgía un gobierno reformista encabezado por Imre Nagy. Pero duraría apenas diez días, depuesto tras la intervención de los tanques soviéticos. Nagy sería ejecutado dos años después. En aquellos días de Guerra Fría nadie movería un dedo para ayudar a Nagy, excepto los intelectuales franceses que renunciaron al Partido Comunista decepcionados con el régimen soviético.

El actual conflicto parece ser un remedo del pasado excepto que la URSS ha dejado de existir por más de tres décadas. Su objetivo parece similar: reemplazar al gobierno ucraniano de Volodimir Zelenski por otro más cercano a los intereses rusos. La historia política de Zelenski refleja lo que el sociólogo británico Colin Crouch llama posdemocracias: “Durante la posdemocracia sobreviven prácticamente todos los elementos formales de las democracias… No obstante, debemos esperar una cierta erosión a largo plazo, a medida que, hastiados y desilusionados, nos alejemos cada vez más de nuestro concepto máximo de democracia”.

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El largo plazo llegó apenas nueve años después del libro de Crouch: Zelenski es buen ejemplo. Actor, guionista y comediante con su productora Kvartal95.com creó un programa llamado Servidor del pueblo. En esa “ficción” Zelenski personificaba al presidente de Ucrania. En 2018, con el mismo título del programa y con gente de la productora, forman un partido político. En las elecciones del 31 de marzo de 2019, Zelenski encabeza la primera vuelta electoral con 30,23% frente a quien era presidente en aquel momento, Petro Poroshenko, que apenas araña el 16%.En la segunda vuelta, Zelenski arrasa con el 74% de los votos. Las líneas entre la ficción y la realidad se vuelven invisibles e inestables.

El arte de las Mamushkas. Por su parte, Vladimir Putin asumió como presidente interino en 1999 tras la renuncia Boris Yeltsin, muy dañado políticamente tras el default de la deuda rusa el año anterior. La historia muestra que es muy difícil para un dirigente político sobrevivir a esas situaciones. En 2000 Putin gana en primera vuelta logrando su reelección en 2004 hasta 2008. Según los datos del Banco Mundial, su PBI a precios constantes de 2010 casi se duplica en esos ocho años, aunque de 2008 a 2020 la economía rusa sufre un estancamiento, creciendo poco más del 10%, algo no tan distinto cuando se compara con los cambios en el PBI argentino, por supuesto en diferentes valores absolutos. Para 2021, Rusia era la onceava economía del mundo, después de Corea del Sur y antes de Brasil.

Como para 2008 la Constitución rusa no permitía más de dos reelecciones consecutivas, el partido de Putin –Rusia Unida– elige para el período siguiente a Dmitri Medvedev, quien nombra como primer ministro a Putin, en una maniobra que se llamó rokirovka, enroque en ruso. En 2012 volvía Putin a ganar las presidenciales, pero en una decisión muy discutida del Senado, se extiende el mandato a seis años. Obviamente Putin es reelecto en 2018. En 2020, en plena pandemia, logra cambiar la Constitución habilitando su nueva reelección, lo que hizo presumir que iría por su quinto mandato en 2024. Ahora dependerá de cómo resulten los sucesos en Ucrania.

Fondo ¿y después? Más allá de las intrigas sobre lo que tiene para decir o hacer la OTAN y EE.UU. sobre la nueva guerra (en 2014 Rusia se anexó o “recuperó” en términos rusos la Península de Crimea sin mayores costos geopolíticos), la nueva situación trajo efectos económicos inmediatos, como el alza de los precios de las materias primas con efectos contradictorios para Argentina. Obviamente el alza del precio de los granos la beneficia (no casualmente Ucrania es llamado el granero de Europa), pero el aumento de los combustibles la perjudica, y esta situación es crítica en medio del acuerdo con el FMI. Se sabe que una de las bases para la reducción del déficit fiscal es el retiro a las subvenciones a la energía.

Luego de la renuncia de Máximo Kirchner, el Fondo parece haber aumentado las exigencias. Es que las diferencias entre Cristina Kirchner, Máximo y Alberto Fernández se dirimen a la luz del día, y el rumor es que sólo se hablan a través de interlocutores. Esto no sólo compromete al cumplimiento del acuerdo, sino su misma aprobación en el Congreso, especialmente en la Cámara Alta. Se suponía que en la apertura de sesiones del martes 1 de marzo el Presidente presentaría el proyecto de ley completo, ahora parece que haría un enunciado general. Quizás los cambios en el contexto internacional ofrezcan la oportunidad para postergar el acuerdo.  

La sensación generalizada es que el Presidente se encuentra en soledad política. Cuestiones en donde pensaba mostrarse con brillo, como el acuerdo con el FMI o la política internacional, ahora se empañan con fuerza. En la primera declaración de Cancillería sobre las acciones rusas, se expresó la “preocupación por el desarrollo de la situación generada en Ucrania”. Tras las críticas recibidas se hizo una rectificación dónde se rechaza el “uso de la fuerza armada y llama a Rusia a cesar las acciones militares en Ucrania”.

Es difícil para Alberto Fernández desandar sus declaraciones en su encuentro reciente con Putin, donde le expresó que la Argentina “tiene que dejar de tener esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y EE.UU., tiene que abrirse camino hacia otros lados y ahí Rusia tiene un lugar muy importante”.

Esos comentarios causaron impresión en los propios funcionarios del Fondo, que no terminan de entender el concepto de dependencia y que de alguna forma enmarcó el ideario de los años 70, donde la consigna “liberación o dependencia” sería una bandera del peronismo, hoy perdida en la bruma de los tiempos.

*Sociólogo (@cfdeangelis).