COLUMNISTAS
Dictadura vs. democracia

Tiempos de cambio

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Decisión. No hay que eximir culpas, pero las dictaduras militares destruyeron todo. | cedoc

Desde los años 60 en adelante, Sudamérica fue protagonista de una sucesión de dictaduras militares. Siempre existieron en esta región gobiernos autoritarios, sobre todo en la década del 50, pero las dictaduras mediante un asalto al poderno eran habituales ni comunes. Porque, si bien en Paraguay Alfredo Stroessner era considerado un dictador, no había llegado a la presidencia de su país mediante un golpe de Estado, sino que luego de ganar una elección de manera democrática convirtió su gobierno en una verdadera autocracia.

Los golpes de Estado aparecen luego como un fenómeno cuasi novedoso en Sudamérica y todos impulsados por Estados Unidos con el famoso Plan Cóndor y una actividad muy destacada de Henry Kissinger. De acuerdo a datos oficiales, fue la manera que ellos encontraron para defenderse de la intención de la Unión Soviética, con la participación de Cuba, de llevar adelante y desarrollar focos guerrilleros en toda Latinoamérica.

Un ejemplo de este apoyo manifiesto se traduce cuando el gobierno norteamericano de Gerald Ford es el primero en reconocer a Jorge Rafael Videla como presidente de facto de la Argentina.

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Pero acá viene el cambio. Entramos en el siglo XXI y su gran desafío, y logro al mismo tiempo, fue rechazar las dictaduras militares. Tanto se las rechaza, que un solo ejemplo en Sudamérica de una democracia fallida que se convierte en una cuasi dictadura, como es el caso de Venezuela, pone en vilo a toda la región. Esto, por sí solo, ya nos demuestra lo extraordinario del cambio que estamos viviendo. Antes, las dictaduras se multiplicaban en nuestro continente y a nadie parecía preocuparle, ahora pasa todo lo contrario. Esto es muy positivo.

Pero qué hacemos con la herencia recibida de los gobiernos ilegales, principalmente con la económica. Y es aquí cuando tenemos que empezar a tener en cuenta acciones que pasaron en otras latitudes. En 2004, a Irak se le condonó el 80% de la deuda contraída por Saddam Hussein. En ese momento se produjo una reacción.

También podríamos mencionar como antecedente cuando, en 2005, los ministros de Finanzas del G8 acordaron aliviar las deudas de 18 de los países más pobres del mundo, 14 africanos y 4 americanos. O cuando, en abril de 2020, el Fondo Monetario Internacional anunció la aprobación de subvenciones para aliviar la deuda de 25 países pobres –casi todos en África– para que pudieran combatir la pandemia del coronavirus. Fue en ese mismo marco que George Soros también instó a la Unión Europea a emitir “bonos perpetuos” para hacerle frente a la crisis económica provocada por el covid-19. Se trata de bonos de deuda pública en los que solo se exige el pago de intereses, sin fecha para devolver el capital principal.

La Argentina no está alejada de esta realidad. Con sus casi 45 millones de habitantes, representa el 0,59% de la población a nivel mundial, pero si tenemos en cuenta el número de contagiados por covid podremos observar que los casi 2,5 millones contagiados simbolizan el 1,80% de todo el planeta. Esto nos demuestra la situación lastimosa que vive nuestro pueblo y que tiene que ver con la pobreza provocada, en gran medida, por las deudas ilegales que arrastramos desde hace décadas.

No hay que eximir de culpa a los gobiernos democráticos, pero las dictaduras militares destruyeron todo a su paso y después se hizo muy difícil restablecer el funcionamiento adecuado de las instituciones. Incluso, el tema de la corrupción está ligado a esto, porque cuando todo fue corrompido, al terminar las dictaduras quedaron elementos enquistados que dificultaron hacer gobiernos democráticos de manera correcta.

Ahora bien, la idea básica es que todo cambió y no hay dictaduras, pero reitero: qué hacemos para resolver el triste legado económico que nos dejaron esos años negros. La respuesta es sencilla: necesitamos del reconocimiento de los países centrales, que si bien no pusieron plata (Estados Unidos no puso plata) les dieron el aval a aquellos fondos de inversores que sí la prestaron a sabiendas de lo que estaban haciendo.

Estamos frente a una posibilidad histórica para que nos sea condonada la deuda externa contraída por la dictadura militar entre los años 1976 y 1983. Y como nuestro planteo no es económico sino legal, nos presentaremos ante los tribunales de Nueva York para iniciar un juicio contra los fondos de inversión que nos endeudaron en aquellos años de gobiernos ilegítimos, convencidos de que nuestras justas peticiones serán escuchadas.

*Ex Presidente de la Nación

Producción: Silvina Márquez.