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Argentina, tierra de oportunidades

Un brindis entre el 'lawfare' y 'losFer'

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Deseo y anhelo. El desafío es que el rebote dure más allá de 2021. | cedoc

Algunos podrán decir que 2020 será recordado por la irrupción del coronavirus. O tal vez alguno lo recuerde porque se terminó de morir Diego Armando Maradona. Pero para la economía y los negocios también será un momento de la historia que ganará su lugar en las bibliotecas. Fue el año en el que hasta los más ortodoxos abrazaron un rescate estatal inédito ante la pandemia. En algunos países desarrollados se volcó el equivalente a un cuarto del PBI en cheques directos a los hogares, préstamos al sector privado, o directamente con compras de partes de empresas. Hubo un día incluso en el que el petróleo cotizó en negativo: los productores pagaban para encontrar dónde almacenarlo. Es que nadie salía de la casa. Nadie cargó nafta durante muchos días. Las aerolíneas se quedaron en tierra por semanas. Admiración total si alguien compró acciones de Zoom (¿de qué?) en enero pero sobre todo respeto eterno para los que se acostumbraron al reunionismo virtual y más para el que no hizo papelones con la aplicación minimizada. Los gigantes del comercio electrónico hasta triplicaron su cotización en las bolsas. Mercado Libre ahora tiene aviones propios para repartir paquetes en México y en Brasil. El estudio Warner decidió que las películas ya no se estrenarán solo en el cine: desde 2021 saldrán al mismo tiempo en las apps, en medio del auge del streaming, que además tuvo su choque de gigantes, porque Disney + salió a decirle a Netflix acá estoy yo con mi catálogo infinito, a ver quién Mandalorian. Todo esto sin nombrar que se va el año que deja una lupa enorme sobre el funcionamiento de la salud como derecho, negocio y lobby, mientras nos encomendamos a los grandes laboratorios y a las dictaduras más consolidadas en la búsqueda de la vacuna que todo lo blanquea y llena de épica.

Las empresas de software proyectan que el año próximo generarán 15 mil puestos de trabajo

Superclásico. Acá, mientras tanto, el año se va con el país dividido entre los que creen que el problema es el lawfare, y convocan a una vigilia por una navidad sin presos políticos porque el Poder Judicial es perpetuo y bla; y los que creen que el problema del país son losfer, los Fernández, ya sea porque creen que Alberto es un inútil o porque ven que Cristina es una cruza de Voldemort y Darth Vader que le quiere comer la cancha a su designado porque los votos son de ella y el gerente siempre hace lo que quiere el accionista. Pero como sea, el dramón es otro y más grande, aun en el caso de que esas tensiones internas cada vez más visibles se resolvieran mágicamente para un lado o para el otro. Si de golpe el ministro de Economía, Martín Guzmán, saliera volando por la ventana y el Instituto Patria tomara el control de la economía interviniendo de prepo en todos los mercados, congelando tarifas hasta lo imposible, o si en cambio Fernández, subido a cococho de Manzur o en andas sobre Rossatti y Rosenkrantz mandara a freír churros a la Jefa con un giro pro mercado que hiciera que Galperin se venga a vivir a San Justo, en cualquiera de los dos escenarios, el desafío que no es la pandemia seguiría ahí. Y es cómo conseguir que eventualmente el rebote y buen momento que pudiera haber el año que viene si no explota el dólar –con menos Covid, aval del FMI y soja récord mediante– pueda en realidad ser el primero de varios años de crecimiento posta que saquen gente de la pobreza: algo así como lograr la generación de dólares vía la exportación de sectores que al mismo tiempo –y acá te quiero ver– puedan captar a la maltrecha mano de obra que emana de los secundarios, que –por simplificarlo– hoy tiene más chances de subirse a la bici de Rappi que de desarrollar una aplicación que le compita. A propósito, el loco barrilete cósmico de 2020 había arrancado con la alarma del supuesto éxodo de los unicornios tecnológicos y termina con retenciones cero para ese sector y una inversión de Globant en Tierra del Fuego. Las empresas de software, que putearon por lo bajo porque la nueva ley de promoción pide libre deuda sindical para acceder a los beneficios, proyectan que el año que viene generarán 15 mil puestos de trabajo con –dicen– salario inicial de 60 lucas en el país del sueldo promedio de 31 mil pesos según el Indec. Hay que combinar esa Argentina con la que tiene 6 de cada 10 menores de 17 años bajo la línea de la pobreza, si querés tener los pibes para la programación.

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Emprendedorismo. Es cuestión de encontrarle la vuelta porque la Argentina da espacio para todo. Y si no que lo diga Martín Redrado que lleva cuatro ediciones agotadas de su libro con plan económico “Argentina Primero” y hasta se reconcilió con Cristina Kirchner, a la que le recomendó por escrito negociarle una baja de tasas al Fondo Monetario. La Argentina también es lugar para el rebusque, como sabe Facundo Mendizábal, el importador que la rompió trayendo termos Stanley en 2012 y este año de escasez de divisas consiguió importar 20 mil estimuladores de clítoris para vender por el equivalente a una jubilación mínima o más cada uno. Y es lugar, obviamente, para la avivada de empresas que consiguen el OK del Banco Central para importar maquinaria en desuso desde Brasil con tal de sacarse los pesos de encima en días de brecha cambiaria y cepo, a la espera de ver si las podrán usar el año que viene. Pero sobre todo, nuestro país siempre será tierra de oportunidades, y más en las crisis. El tema es quién puede aprovecharlas y para qué. Este 2020 cierra con un ex ministro de Carlos Menem devenido en hombre de energía y medios, como José Luis Manzano, comprando –desde su casa en Suiza– la distribuidora eléctrica Edenor; con un sindicalista de los encargados de edificio como Víctor Santamaría ampliando su increíble multimedios con Canal 9 y el lanzamiento de la señal de noticias IP y con un hombre ligado a Mauricio Macri como Nicolás Caputo financiando la llegada de figuras periodísticas a La Nación Más. Parece chiste, pero Mirgor, que acaba de absorber la competidora Brightstar, justo está lanzando una campaña institucional con título acorde: “Construyendo el futuro”.