En la edición del sábado 8, PERFIL incurrió en un error serio, que pudo llevar a los lectores a entender como válido algo que no lo era. En su portada, el título principal es engañoso, y no responde a datos de la realidad. Se dice allí: “Estiman la pobreza en un 43%: son 12,5 millones de argentinos”. La nota que sustenta esta afirmación ocupa la página 6 de Política Económica y se refiere a datos cruzados del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) y de la Universidad Torcuato Di Tella, confrontados con los que registró el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y estudios de la Universidad Nacional de La Plata.
Los porcentajes varían y pueden ser resumidos en ese 43% mencionado en el título de tapa. No es allí donde reside el problema: es en la traslación a cantidad de afectados, los 12,5 millones citados. No se trata de argentinos únicamente, y allí está el error: las mediciones estadísticas se toman sobre los datos del último censo, que estimó en 46.044.703 la población total. Es decir que el porcentaje indicado incluye a los extranjeros residentes en el país al momento del censo: 1.857.900 personas, provenientes de Perú y los países limítrofes (77,7%). La comunidad foránea mayor es la paraguaya, 550.713. Por lo tanto, debió decir “personas” y no “argentinos”.
Este ombudsman consultó el tema con el director de PERFIL, Walter Curia, quien aceptó haber cometido el equívoco: “Fue un error mío. No puedo más que lamentarlo”.
Los medios periodísticos y sus integrantes están tan expuestos a errores como cualquier otro miembro o institución de la sociedad, aquí y en el mundo. Lamentablemente, en la Argentina se vienen repitiendo en el mundo periodístico, aunque en su mayoría no son reconocidos como debiera. No es este el caso: la credibilidad de un medio y de un periodista se mide también por su capacidad de aceptar la equivocación y hacer pública la rectificación correspondiente, como es el caso del editor de la tapa cuestionada.
Rusia-Ucrania. Un lector que suele incursionar con sus cartas en el Correo envió un mail cuestionando el enfoque dado por este diario al conflicto derivado de la invasión rusa a Ucrania a comienzos de 2022, enfrentamiento bélico que ha derivado en miles de muertos (nueve mil de ellos civiles, incluidos más de 500 niños, según la Organización de las Naciones Unidas). El señor Osvaldo Oscar Albano funda sus críticas en una postura que considero muy parcial a favor de Rusia. Se refiere al artículo publicado el domingo 9 en la página 40 (“A 500 días de la invasión rusa, Ucrania resiste, pero su contraofensiva no despega”). Entiende el lector que la nota, basada en informes de agencias de noticias, no tiene en consideración los acontecimientos de Crimea y de la región del Donbass, enclaves centrales en el conflicto, con población mayoritariamente rusa.
Para mejor información de los lectores, debo decirle al señor Albano que la cuestión ha sido abordada en reiteradas oportunidades por
PERFIL desde que se produjo la invasión, y que este diario ha dado espacio a defensores de una y otra postura. Crimea, una península que fue anexada al imperio ruso tras la guerra contra los turcos a mediados del siglo XIX, se mantuvo en el mismo marco tras la Revolución de 1917 hasta que en 1954 su soberanía fue entregada a Ucrania por el entonces premier soviético, Nikita Kruschev, lo que dio origen a un intenso rechazo por parte de la mayoritaria población rusa de ese enclave de origen tártaro. En 2014 y 2015 se sucedieron plebiscitos que solo sirvieron para mantener el encono entre ambas nacionalidades. Algo parecido sucedió con el Donbass, objetivo declarado de Rusia al momento de su invasión.
