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1940-2020

Uruguay despide a Tabaré Vázquez

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Tabaré Vázquez. | Pablo Temes

El domingo 6 de diciembre nos despertó con la noticia de la muerte de Tabaré Vázquez, dos veces presidente de la República Oriental del Uruguay y  primer intendente del Frente Amplio en Montevideo. Él  fue quien inició en 1990 el gobierno ininterrumpido hasta el presente de la fuerza política de izquierda en la capital del país. Llegó a la presidencia en su tercer intento y logró su segundo mandato luego de concluido el de José Mujica.

Muchas proezas pueden destacarse de su vida personal y su actividad política. Pero más que datos de su perfil biográfico quiero destacar la actitud de la sociedad uruguaya frente a este suceso que significa la pérdida de un líder que marcó la historia reciente del país. Como toda personalidad publica que ejerció el poder e incidió en la realidad durante más de tres décadas, despierta adhesiones, controversias y rechazos. Sin embargo, este abanico de pasiones se expresó con similar mesura y respeto.

El dolor de la multitud de sus seguidores se manifestó  con sobriedad, lejos de estridencias y exageraciones. Las ceremonias fúnebres se realizaron con las restricciones que marca la situación sanitaria actual y con acatamiento de los deseos de Vázquez y su familia. La congoja se exteriorizó  con la mesura que caracteriza a la mayoría del pueblo uruguayo. La ceremonia fue austera, sin ritos faraónicos ni desbordes tan comunes en otras sociedades.

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Sus oponentes dentro de la misma fuerza política reconocieron su trascendencia, sus valores personales, sin soslayar algunas diferencias sostenidas en el pasado pero destacando el rol fundamental que tuvo en la construcción del país y en la consolidación del frente de izquierda dentro de la sociedad uruguaya, no solo por ser el primer intendente y el primer presidente del Frente Amplio sino por los aportes que en sus mandatos y desde el llano realizó para el progreso del país.

Sus adversarios políticos también se expresaron con respeto. En algunos casos, como el actual presidente Luis Lacalle Pou, con sentidos y creíbles conceptos sobre su persona. Todos recordamos la ejemplar transmisión de mando donde estos sentimientos quedaron expresados en gestos no guionados por especialistas en marketing y la visita que realizó a la casa del ex mandatario, destacado médico,  al inicio de la pandemia.

Sus más viscerales oponentes guardaron el silencio que la muerte impone.  Los medios de comunicación siguieron conductas similares. El duelo se impuso sin grandilocuencia en una natural búsqueda del consenso.  

Esta forma de despedir a Tabaré Vázquez coincide con su personalidad. Un mandatario elegido por mayorías que no se tentó con el populismo tan frecuente en Latinoamérica y otras zonas del mundo,  que impuso su sello en las medidas que propició más que en un discurso encendido y del cual  puede afirmarse, como lo hiciera Borges de un personaje de ficción: alto lo veo y cabal, con el alma comedida, capaz de no alzar la voz y de jugarse la vida.

*Profesor de Derecho Constitucional.