COLUMNISTAS
todo para después

"¿Vas a desenfundar?"

Internas feroces en el oficialismo y en la oposición. Pero no habrá novedades durante la cuarentena.

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Del otro lado del cañón... Sabina Frederic. | Pablo Temes

Fue una de las frases de la semana. La información acerca del tenso momento que se vivió el miércoles durante la reunión encabezada por Axel Kicillof que tuvo lugar en La Plata y de la que participaron la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, su par de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, y un numeroso grupo de asesores produjo fuerte impacto. La frase, con la que la ministra reaccionó ante la actitud intempestiva de Berni, quien, irritado por causa de sus desacuerdos con Frederic, se puso de pie y en actitud desafiante se quitó el barbijo para expresarle su reproche, reflejó la realidad de una relación totalmente rota entre los dos.

“Pará loco, calmate”, fue casi lo único que Kicillof en su lenguaje de dirigente estudiantil atinó a decir en medio del azoro reinante en esa sala.

Después de esto, ¿alguien cree que la cohabitación entre Frederic y Berni se puede encauzar?

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Lo “notable” fue que, en vez de inquietarse por las consecuencias adversas que sobre las políticas de seguridad –que, en verdad, no las hay– genera ese nivel de enfrentamiento entre los dos ministerios, la preocupación de los funcionarios provinciales y del kirchnersimo pasó por averiguar quién fue el responsable de la filtración (sic). Desde la cercanía del gobernador dan por sentado que el albertismo fue quien dejó trascender a la prensa el entredicho, que luego fue ratificado por Berni ante los medios. Como se ve, el “desamor” reina.

El caso del ministro de Seguridad es bien curioso. Su perfil no encaja para nada en los preceptos ideológicos del kirchnerismo puro. Es más, sus definiciones y conceptos sobre la inseguridad  y su circunstancia lo emparentan mucho más con la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que con los militantes devenidos funcionarios que abrevan en las fuentes K. Ese amén poco entendible tiene una razón: Cristina Fernández de Kirchner lo sostiene.

El reclamo por un refuerzo en la seguridad es compartido por los intendentes tanto de la oposición como del oficialismo. Mario Secco, de Ensenada –un kirchnerista de paladar negro–, mantuvo un fuerte cruce con Berni, en el marco de un encuentro con intendentes de la tercera sección electoral. A pesar de la desmentida de ambos, por los pasillos de la gobernación se habló de una discusión que llegó hasta el límite de un cruce físico. El reclamo consistía en una ayuda de la Provincia para contrarrestar el incremento de la inseguridad. “Quiero que el gobierno provincial y el nacional me den un mimo ahora que tenemos un gobierno nacional y popular”, admitió Secco en declaraciones periodísticas. El trasfondo de la pelea sería la quita de treinta efectivos de la Bonaerense que prestaban servicio en el distrito, y que de un día para el otro fueron retirados.

Desde el entorno de Secco admiten que el encuentro con Berni fue “muy tenso”, aunque mostraron mayor preocupación por el “filtrado” de la información. Las sospechas apuntan a Gastón Granados, intendente interino de Ezeiza, quien se encuentra en el cargo en reemplazo de su padre, Alejandro Granados, ex ministro de Seguridad durante la penosa gestión de Daniel Scioli, quien se encuentra recluido en la Patagonia ante la amenaza del Covid-19. Es bien sabido que Granados no comulga con el kirchnerismo.

Una vez más, las internas de la coalición gobernante al rojo vivo. Mientras tanto, el conurbano bonaerense es un Kosovo infinito. Nada le falta, como lo demuestra el episodio protagonizado por el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, aludiendo a los que venden drogas.

¿Alguien cree que la cohabitación entre Berni y Frederic se puede encauzar?

Desde Provincia respaldan a Berni y no hablan de reemplazantes –en verdad no lo tienen–, aunque admiten que es un díscolo.  

Cuando el río suena… Los meses pasan, la cuarentena sigue y la gestión no aparece. “No creo en los planes”, dijo el Dr. Fernández en el reportaje que le concedió al Financial Times. Fue un sincericidio absolutamente innecesario. Consciente de su error, el Presidente trató de enmendarlo el jueves cuando criticó a los que “andan renegando” y dicen que el Gobierno no tiene un plan económico, señalando que el programa ATP fue “planificado desde el primer día, para que la pandemia no arrastre a empresas y sus trabajadores”.

Mal que le pese al jefe de Estado, el manejo de la larga cuarentena muestra una significativa falta de planificación para encarar sus consecuencias psicológicas, sociológicas y económicas. A pesar del Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP), en la ciudad de Buenos Aires ya cerraron definitivamente 25 mil pymes y en la Provincia, 45 mil.

Una norma no escrita de la política dice que, cuando un funcionario debe ser respaldado por el Presidente –o, en este caso, por la vicepresidenta– es porque su situación es tambaleante. Es lo que le sucede al ministro de Economía, Martín Guzmán. La posibilidad de que sea desplazado de su cargo una vez que se cierren la renegociación de la deuda sigue rondando por los pasillos del ministerio, de la Casa Rosada y de la quinta de Olivos.

Nada ocurrirá durante la cuarentena. Los cambios del Gabinete serán para después. Para el Presidente, esta circunstancia representa un problema doble porque, como es sabido, su poder para imponer nombramientos está menguado. Eso ya se lo vio con el reemplazo de Alejandro Vanoli en la Anses.

Claro que las internas no son exclusivas del oficialismo. También las hay en la oposición y son crecientes. Y un rasgo que comparte Mauricio Macri con integrantes de este gobierno es su falta de autocrítica.

Hablando de Macri, algo que Alberto Fernández no aprendió de los errores cometidos por el ex presidente durante su administración es que la atomización del Ministerio de Economía complica seriamente la gestión y la puesta en marcha de cualquier plan en caso de que lo hubiere. La ausencia de planes es otra de las carencias que asemejan a los dos gobiernos.  

Uno de los ministerios apetecidos por el kirchnerismo es el de Desarrollo Social.

Daniel Arroyo enfrenta una interna de intensidad variable con la titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, que se suma a las dificultades de tener una cartera loteada.

Todo lo que sea “caja”, es decir plata, es prioridad K. Nada que sorprenda.