El miércoles 15 de julio se realizó la primera reunión anual de la Academia Nacional de Periodismo, ya con las nuevas autoridades en funciones más la inclusión de ocho nuevos académicos. Una “revolución” en una institución que simultáneamente modifica completa su comisión directiva y, al agregar casi una cuarta parte más de miembros, modifica también el balance total de sus integrantes: antes orientados exclusivamente a diarios, ahora sumando a periodistas de trayectoria audiovisual. Otro cambio sustancial es el promedio de edad de los académicos, que era de 74 años. El de los ocho académicos que ingresan es de 52 años.
Esta renovación se genera al tiempo que en nuestra profesión se produjo un contrapunto de solicitadas
Esta renovación se genera al mismo tiempo que en nuestra profesión se produjo un contrapunto de solicitadas firmadas por periodistas que veían como una seria amenaza a la libertad de expresión manifestaciones de sectores de la coalición gobernante contra periodistas y quienes consideraban que no toda crítica a un periodista es un ataque a la libertad de prensa. Previamente, la propia Academia, con el equilibrio ecuménico que le corresponde a una institución que debe trascender a las subjetividades en pugna, había llamado la atención al crecimiento de la virulencia contra periodistas, pero no solo del oficialismo, sino también de la oposición.
Y este jueves 16 el Foro de Periodismo Argentino, Fopea, sumó un oportuno comunicado titulado “El agravio no es periodismo”: “En estos días en que el discurso público ha aumentado su nivel de polarización y hostilidad, consideramos oportuno recordar a todos los periodistas que el insulto degrada su ejercicio de la profesión”. “Periodismo es información y opinión, no agravios. La convivencia democrática y el buen periodismo exigen sacar del discurso público las conductas agresivas y agraviantes”.
“Las convicciones de un periodista profesional se expresan con información sólida y con opiniones bien fundadas, y no con la búsqueda de impacto a través de actitudes como estas. Que existan declaraciones y actitudes que puedan ser ofensivas para los periodistas no nos tiene que hacer perder nuestro objetivo principal, que es informar y opinar con rigor y sin agravios ni descalificaciones”.
“Si nos convertimos en generadores de esas expresiones agresivas, perdemos nuestra posibilidad de servir con eficacia a la comunidad”.
Todas saludables discusiones que permitirán al periodismo ir elevándose para poder pasar a un estadio superior al de la desgastada polémica entre periodismo militante o periodismo de guerra. El debate es más amplio e incluye el humor como forma de discurso periodístico, con su propia lógica, extendiendo los límtes del puro lenguaje verista del periodismo tradicional. También al histrionismo y la construcción de personajes que ciertos géneros del periodismo radial y televisivo premian con rating y que hacen un abundante uso de adjetivos propios del discurso de la ficción, pero aplicado a temas de actualidad. Transgéneros que vienen modificando las fronteras del periodismo, como en la literatura lo hizo la historia novelada, permitiéndose un grado de ficcionalización como recurso expositivo.
Discusiones que permitirán pasar a un estadio superior al de periodismo militante o periodismo de guerra
A la excesiva emocionalización de la comunicación de noticias se agrega el cambio que la tecnología impone, creando no solo nuevas plataformas, sino también nuevas formas narrativas. En su conjunto, otra “revolución” en el seno mismo del periodismo, de la cual su Academia Nacional no debía estar ausente.
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Las nuevas autoridades son: Joaquín Morales Solá (presidente), Jorge Fontevecchia (vicepresidente 1°), Nelson Castro (vicepresidente 2°) y Silvia Naishtat (secretaria).
Los nuevos académicos son: Hugo Alconada Mon, Daniel Dessein, Gustavo González, Héctor Guyot, Marcelo Longobardi, Hinde Pomeraniec, María O’Donnell y Ernesto Tenembaum.