El año que viene, a miles de años de este infame ciclo que resiste su final, se cumplen 700 años de la muerte de Dante Alighieri. Italia lo celebra, el mundo lo celebra. Al punto que preguntarse si la Divina Comedia es el libro más traducido del mundo remite a lo más simple: ¿en qué idioma no existe su versión impresa? Más escalofríos ofrece lo transcurrido: del fin del Medioevo a los hashtags de una red social citando sus versos. De la persecución de los creyentes a sangre y fuego a una era sin fe alguna. Y allí adviene otra cuestión: ¿no fue el gesto de Dante el rescate de una lengua, de su significado como territorio y tiempo? La historia de la filosofía apenas da testimonio de sus efectos, de Kant a Žižek, Agamben, o cualquier académico a quien el pensamiento lo impulse a las palabras en tanto trascendencia.
El juego, o retruécano dantesco, incluye mitos, conjeturas y el advenimiento de los más tristes presagios. Entonces, es pertinente la pregunta, ¿nos arropamos con su obra para resistir esta vida incierta? La parábola de lectura dantesca argentina puede ubicarse en cierto Jorge Luis Borges recitando la Comedia en el tranvía rumbo a la biblioteca donde trabajaba, día tras día, que derivó en sus Nueve ensayos dantescos; a la reciente novela ¡Paraguayo!, de Ariel Luppino, donde los soldados paraguayos esperan que Bartolomé Mitre deje la infame guerra de una vez para dedicarse a la traducción de Dante, especie de alivio histórico.
De lo universal a lo particular: en una página de Facebook, La Maremma per Dante, Cultura per la vita (Iniciativas destinadas a residentes en Grosseto, visitantes de Italia y del extranjero para celebrar Dante en 2021), abundan las referencias territoriales a la obra. Aquí aparece la relevancia de Andrea da Grosseto, quien en 1268 tradujo del latín al dialecto grossetano el Tratado moral de Albertano da Brescia, idea que inspiró a Dante a escribir por fuera de la lengua oficial, reinventando una, convirtiendo el acto poético en un suceso universal y popular.
Luego ocurre cierta disputa, tal vez porque maremma es algo así como un delta labrado por la marea, esta vez de palabras en vez de líquido, donde el laberinto se actualiza, hasta desfigurar el presente. De hecho, existe un Dante “oficial” homenajeado según región biográfica. Por caso, el privilegio de la memoria es donde descansa el cuerpo del poeta: Ravenna. El sitio web 700 Viva Dante (https://vivadante.it) ofrece todos los aspectos de las actividades en torno al Museo Dantesco o el Centro Dantesco dei Frati Minori Conventuali, pasando por visitas y conferencias virtuales a eventos performativos como La Luce delle Parole en el centro histórico de la ciudad.
En Verona, donde el poeta residió protegido por Cangrande I della Scala, y a quien dedicó el tercer canto de la Comedia, los homenajes involucran recorridos presenciales en busca de las huellas de su paso por la ciudad; la exposición Entre Dante y Shakespeare, el mito de Verona, en la Galería de Arte Moderno Achille Forti; una exhibición en el Museo de Castelvecchio de los grabados de Michael Mazur (1935-2009), donados a la ciudad; y por último, las restauraciones de monumentos, entre ellos el Castillo de Castelvecchio. Estos anuncios involucran un estudio genético para reconstruir la vida del protector del poeta, incluyendo si murió por causas naturales o veneno, deporte cortesano de época. Esta investigación puede derivar en un ensayo sobre la influencia dantesca en la ciencia forense contemporánea.
En la ciudad natal de Dante, Florencia, hace una semana se anunció la construcción del Museo de la Lengua Italiana en el Monasterio Nuevo (complejo de Santa Maria Novella). El ministro del área, Dario Franceschini, explicó que los fondos para ello ascienden a 4,5 millones de euros. La reforma edilicia tiene por objeto “la puesta en valor” de la lengua italiana (en tanto presencia turística, tal vez memoria colectiva), todo esto bajo la enumeración de ciertos autores: Boccaccio, Petrarca, Ariosto, Galilei, Machiavelli, Leopardi, Manzoni, D’Annunzio, Sciascia.
Si Florencia envió al exilio a Dante, poco favor le hace a la literatura si no menciona ni incluye en tal museo tanto a Dario Fo, Nobel de Literatura 1997, como al poeta y cineasta, Pier Paolo Pasolini. Más allá de las omisiones, Dante sobrevive indemne convocando lectores. Es más, su aparición cronológica de siete siglos invita a la relectura de la Divina Comedia, hoy un páramo ante nuestro triste teatro que es la realidad.