Semiólogo agudo y observador irónico de la realidad, además de escritor con una gran creatividad, Eco demostró a lo largo de estos años que sabía decodificar el espíritu del tiempo.
De Eco se comenzó a hablar en los primeros años 60. En el 62 publicó Opera aperta, análisis de textos literarios en términos estructuralistas a partir del Ulises de James Joyce. Un libro que hizo discutir y que se convirtió en uno de los puntos de referencia claves de la neovanguardia italiana luego confluida en el Grupo 63.
El trabajo de Eco se desarrolló entre estas dos etapas, entre Opera Aperta y El nombre de la rosa, con muchas más semejanzas de lo que puede parecer.
En Lector in fabula, ensayo publicado en 1979 (el período en el que estaba escribiendo El nombre de la rosa), el lector interactúa con el mundo a través de los textos.
“Generar un texto significa aplicar una estrategia que incluye las previsiones de las movidas de otros”, escribió.
También destacaba que “una obra abierta” es aquella que logra producir interpretaciones múltiples, adaptándose a las mutaciones de los tiempos y logrando contactos y vínculos con las ciencias y otras disciplinas.
Una tesis que en la Italia de la época, muy atada aún a las tradicionales categorías estéticas, provocó un sacudón en el mundo de la cultura.
Los relatos de Eco no se refieren únicamente a la forma o a la estructura de una ópera; tanto es así que poco después Eco publicó La estructura ausente, cuyo eje es la investigación semiológica y sus interacciones.
Años después llegó El nombre de la rosa, libro en el que emerge con claridad no solamente una pluma sofisticada y refinada, sino también la contundencia de un estudioso cuya tesis en la universidad se había centrado en las problemáticas estéticas de San Tomás.
Eco publicó otros libros que se convirtieron en best seller, como El péndulo de Foucault, que salió a la venta en 1988. En años más recientes escribió Baudolino y El cementerio de Praga”.
En 2004 publica La misteriosa llama de la reina Loana, una novela ilustrada con fotos de libros y revistas, dibujos, gracias a los cuales el libro recrea el clima de la época a la que se refiere (desde finales de los años 30 hasta el estallido de la guerra) y permite a cada lector encontrar espacio también para sus recuerdos.
Su última obra publicada antes de morir fue Número cero, centrada en el mundo de los periodistas y publicada el año pasado, de la que entregamos un fragmento en la página 7 de este suplemento.
Eco logró conjugar una obra multifacética acompañada por comentarios recurrentes sobre los temas más variados, incluida la política, como hizo por ejemplo en los años en los que Italia estuvo gobernada por Silvio Berlusconi. Sin olvidar, por otra parte, la importancia de un libro que sigue siendo clave incluso hoy: el Tratado de semiótica general, publicado hace un cuarto de siglo.
La obra de Eco nos hace pensar en el rol del intelectual en el mundo moderno