En una más de sus perturbadoras predicciones, el nómada Vilém Flusser se preguntaba en 1975 si “la imagen del cachorro mordería en un futuro”. Hoy, cuando lo que va del siglo es irrefutablemente flusseriano –para despecho de la infatuada astrología francesa–, sabemos que el cachorro de la imagen es una hiena rabiosa y hambrienta que desde hace tiempo vive para devorarnos (más que las historias que vivimos, somos las historias que contamos. Y la nuestra está siendo relatada por la direccionalidad del algoritmo).
Instalados en la lógica de los flujos, condenados –hasta nuevo aviso– a la superficialidad de la pantalla, nuestros son los tiempos de la abolición del ciudadano frente a la dictadura del consumidor, al menos para los que viven conectados, polizontes políticos de su propia (in)experiencia.
Entre el narcisismo enajenado de quien confunde la sociedad panóptica con el algoritmo de popularidad, las versiones tecnoparanoides propias de la conectividad en el Primer Mundo y la dependencia a los dispositivos electrónicos como señal de pertenencia social, vivimos en un estado de zozobra planetaria: como lo ha expresado en alguna de sus piezas más singulares Hito Steyerl, una artista radical de voltaje combustible, el miedo en el presente radica en desaparecer completamente del control policial que rige nuestras existencias en la red: si todo lo sólido se desvanece en el aire, sus ruinas quedan en el spam infinito de la web, un basurero inconmensurable que nos acecha para siempre.
Mecánica. La edición por Caja Negra del libro Arte Dutty Free, de Hito Steyerl, se adentra con lucidez quirúrgica en los conflictos esenciales del presente: el de la producción, consumo y metabolización de las imágenes como escenario de una guerra civil planetaria que tiene tiempo de ser usufructuada por especuladores, brokers e imbatibles monopolios quienes, junto a poderosas agencias gubernamentales, monitorean, manipulan y espían nuestras vidas de maneras que no alcanzamos ni siquiera a concebir.
Compuesto por una antología de ensayos cortos, inteligentísimos y perspicaces, los contenidos de Arte Dutty Free están escritos no solo por quien conoce el campo de batalla sino por quien intuye que, además del planfleto, es necesario llevar las ideas a la práctica, y en este contexto la práctica implica un escenario de guerra: “Las tecnologías digitales brindan posibilidades adicionales para la demolición creativa y la degradación de casi todas las cosas. Ellas multiplican las opciones para la destrucción, la corrupción y la degradación. Son excesivas herramientas nuevas para producir, clonar y copiar los desechos históricos”.
Inmersos en un mundo donde compañías armamentísticas patrocinan exposiciones, ferias, artistas o directamente cuentan con sus propios museos, la pregunta por el lugar de las instituciones artísticas en la era del reconocimiento facial queda explicitada como un no lugar de corrupción sin medida: “Hoy existe un capitalismo de datos y muchos museos. Para construir un museo no se necesita una nación… el arte contemporáneo es posible gracias al capitalismo neoliberal, además de internet, las bienales, las ferias de arte, las historias paralelas emergentes y las crecientes desigualdades en los ingresos”, algo que sabe muy bien cualquier freelancero del mundo abocado al periodismo cultural, el desempleo o el hackeo profesional.
Territorio. Si la herencia de nuestro tiempo será la de “un tutorial anticipatorio para ayudar a los humanos a decodificar imágenes realizadas por máquinas para máquinas”, es claro que nuestro lugar en el presente se inscribe en el albañal actual, entre bots, troll, gifs y otras enfermedades de transmisión textual en las redes sociales.
Viviendo en un espacio instaurado más allá de lo que conocimos como territorio, las nuevas desregulaciones y asimetrías sociales –florecidas al amparo de las grietas de lo que alguna vez fueron los Estados soberanos–, el ciudadano en el presente se ofrece como nodo y como producto desechable dentro de la cadena de producción: hoy por hoy quien lee estas palabras es más ciudadano de Instagram que del improbable continente latinoamericano.
“A medida que son amplificadas por la violencia social y política, las tecnologías digitales se transforman no solo en las parteras de la historia, sino también en sus cirujanas (plásticas)”, sostiene Steyerl, y no se equivoca, puesto que es a través de la pantalla que damos forma a nuestra concepción del mundo, que cambia alevosamente todos los días, y por lo tanto concebir una imagen suya se torna conflictivo desde el momento en el que la pregunta por las imágenes es una pregunta por el diseño y la apropiación del mundo.
Armada contra las corporaciones imperiales globales y atenta a los detalles cotidianos que llevamos como segunda piel al vivir permanentemente en línea, Arte Dutty Free es una bomba molotov anclada en un presente radical que permite trascender los diversos cinismos y sus enajenaciones, recordando que, si bien en desventaja, aún podemos defendernos contra el acecho de las imágenes.