Hablan los años 70. Dialogan dentro suyo ahora dos generaciones. Entre los 70 que vieron crear y los 70 que vieron nacer, parece la poesía poder amalgamar una conversación que fluye, visita, rescata y para algunos interpreta. Este último Festival Internacional de Poesía de Rosario buscó que los efervescentes poetas pos adolescentes de aquella década, hoy canosos tótems de una revolución literaria vernácula, exhibieran ante sus colegas que nacían por esos mismos años las heroicas hazañas de fundar quizás el movimiento más importante de la producción en verso de esa ciudad: El lagrimal trifurca y La cachimba, la imprenta de Francisco Gandolfo, sus casi adolescentes hijos Elvio y Samuel Kern. El homenaje de esta edición fue para ellos y a ellos mismos este festival les mostró también en qué están los nacidos en esos 70. Una antología publicada por el certamen reunió a 53 poetas de todo el país, nacidos en la década en cuestión. Un mapa de la producción de estos cuarentones que declaman desde todos los rincones del territorio, e incluye nombres como Washington Cucurto, Cecilia Pavón, Pablo Katchadjian, Fabricio Simeoni, Tamara Domenech, Sergio Taglia, Miguel Petrarca.
“La diferencia esencial con este momento y aquel en que empezamos”, dice Eduardo D’Anna, quien fundó con los Gandolfo El lagrimal, pero venía de una incursión editorial propia, llamada La Parábola. D’Anna dice ver en esta antología de sus pares más jóvenes reminiscencias muy marcadas a la producción suya y de aquel entorno: “Leo cosas que escribí hace veinte años, entonces hay mucha comunicación, compartimos cierta actitud frente a la cultura, cierta irreverencia”.
Dice Martín Prieto, director del Festival: “No sé si hay un conocimiento directo de parte de los jóvenes poetas de los años 70 con respecto a esa generación precedente. Pero sí me parece que justamente a través de distintas publicaciones y revistas y lecturas de poemas y demás, eso fue llegando. Yo percibo ciertas sintonías”. “Hay una vuelta a la escritura oral, a las cuestiones de la calle, el barrio, que comenzó en los 90, ahora un poquito más, mezclada con toda la cuestión de internet, se mezclan los lenguajes... Los 70 eran una cosa más testimonial y muy relacionada también con la idea de Nicanor Parra y la antipoesía. Todo eso fue muy influyente en el continente hasta el día de hoy”, asegura Cucurto.
Prieto analiza un fenómeno que se cristaliza en el desparpajo o esa suerte de libertad con la que escriben, sin barreras, los jóvenes “Los jóvenes están a la intemperie, a la intemperie incluso de su propia obra. Cuando uno tiene 50 o 60 años tiene que responder a lo que es. El Saer de Glosa tiene que responder al Saer de Palo y hueso, pero el Saer de Palo y hueso tenía entonces 26 años; no tiene que responder a nada, está a la intemperie, está solo, está escribiendo algo que no le importa a nadie”. Sergio Taglia dice: “Yo preferiría haber nacido veinte años después, para poder escribir lo que pasa ahora con esa frescura que tenés a los veinte años. A esa edad decís las cosas sin filtro. Me tocó vivir otro momento y lo dije en su momento, pero me hubiera gustado retratar ésta época con veinte años, porque es una época que a nivel lenguaje es más confusa”.