La semana pasada, la Cámara Argentina del Libro (CAL) realizó una conferencia de prensa para presentar el informe Situación del sector del libro argentino al mes de octubre de este año. ¿Por qué anticipan un parcial del informe semestral? Porque lo que se designa como “cadena del libro” está inmersa en una crisis de características inéditas. Autores, editores, traductores, diseñadores, imprentas, distribuidores y librerías, con todos los trabajadores que implican, sufren la recesión con un perjuicio económico que se aceleró en estos últimos meses. Devaluación monetaria, altísimas tasas de interés, aumento de tarifas, inflación y recesión, es la fórmula del ajuste “necesario” con que el gobierno ha puesto a toda la población argentina al borde del abismo. Siendo el libro un producto cultural y no de primera necesidad, es una de las primeras víctimas de semejante debacle (teatros, cines, música, así como demás sectores de la cultura, también muestran los mismos síntomas).
Las ventas en unidades de libros cayeron entre el 25% y el 35% en relación al año 2015. La caída promedio de ventas decayó 10% en 2016, 8% en 2017 y un 12% en estos diez meses de 2018. Se estima que puede llegar a 15% al terminar el año. Esto produjo una caída del empleo directo del 20%, en el empleo indirecto 15%, en el ámbito editor. Para los libreros la caída del empleo indirecto también fue del 15%. En la industria gráfica el impacto lleva acumulados más de 5000 empleos directos menos.
De 2016 a la fecha, y con una aceleración preocupante en los últimos 6 meses, cerraron sus puertas 35 pequeñas librerías, 30 librerías independientes cerraron sus sucursales, o fueron absorbidas por cadenas o debieron reducir sus espacios. Y más de 80 librerías se encuentran en grave crisis y con problemas para enfrentar la cadena de pagos. A nivel geográfico, la zona más afectada es la ciudad de Buenos Aires, el conurbano y la provincia de Buenos Aires, con un total de 11 librerías reducidas en su espacio, 5 cierres de sucursal, 4 absorbidas por cadena y 33 cerradas definitivamente.
Otros datos que complican el panorama: en el año calendario, el papel (insumo básico) aumentó el 100%; los costos de logística para enviar libros al interior del país aumentaron de manera escalar y es imposible enfrentarlos; las ventas se han focalizado 70% por tarjeta de crédito y el 30% en efectivo, lo que reduce la ya menguada ganancia por los costos financieros que implican. Como si esto fuera poco, la exportación de libros también está gravada con retenciones.
Para Martin Gremmelspacher, Vicepresidente 1º de la CAL: “El gobierno asume, quita impuestos a las importaciones, vale decir que nos lleva a bajar los costos imprimiendo en el exterior, y en menos de 4 meses cambia todas las condiciones del mercado. El mundo editorial se maneja con planificación, el tiempo del libro puede ir de 6 meses a más de un año para que esté a la venta, y esto nos deja sin margen alguno de maniobra”. Vale decir, sacaron el mantel y toda la vajilla tiembla. Esto explica la retracción de los planes editoriales, menor cantidad de títulos del sector editorial comercial y menor cantidad de ejemplares. Este año se imprimieron 36,3 millones, el año pasado 51,3 millones.
La Feria del Libro de Buenos Aires cumple 45 años en 2019, la misma se realiza con el aporte de todas las editoriales que participan, y el costo del metro cuadrado aumentó 26% aproximadamente, algo muy por debajo de la inflación pasada y por venir. Según la presidenta de la Fundación El Libro, María Teresa Carbano, deberán compensar el desajuste económico hasta el momento de la realización con algún tipo de expensa. Por otra parte, la inscripción de editoriales bajó 8%, como también la superficie ocupada por un gran número de editores. El estado nacional, además, tiene una deuda histórica con la Fundación El Libro que ronda los 6 millones de pesos por espacios contratados desde que comenzó la gestión.
Como si faltara algo más para poner en riesgo al libro argentino y a toda la cultura intermediada por la reproducción digital (fotografía, ilustraciones, etc.), el Poder Legislativo aporta su grano de arena, muy perjudicial por cierto. Con media sanción del Senado, la Cámara de Diputados daría tratamiento antes del fin de noviembre, para que no pierda estado parlamentario, a la llamada Ley Pinedo. Este proyecto va a contramano de lo legislado en el mundo, en sí, quita la responsabilidad por el material con derechos de autor difundido a los grandes actores de internet (Google, Facebook, y demás satélites). Es decir, mientras que el Mercado Común Europeo regula la actividad aquí, en nombre de una supuesta libertad de expresión, se fomenta la piratería, así como se deja sin retribución alguna a los medios que generan noticias.
En el día de ayer, la CAL y otras 23 asociaciones, incluyendo la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Fundación El Libro y tres entidades de escritores, emitieron un comunicado titulado Sí a libertad de expresión y a los derechos autorales #NoALaLeyPinedo.
A continuación reproducimos el mismo:
“Los autores, creadores e instituciones de las industrias culturales -abajo firmantes- rechazamos el Proyecto de ley Pinedo 112-s-2016, cuya aprobación está en estudio en la Cámara de Diputados, que avasalla derechos individuales y personalísimos reconocidos por la Constitución Nacional, los Pactos Internacionales y la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
El proyecto prevé que para remover un contenido ilícito en los servicios de los ISPs, incluidos los de carácter íntimo y privado, se debe obtener una orden judicial previa, creándose un sistema inaccesible, engorroso e ineficiente, ya que es imposible realizar una acción judicial por cada subida ilegal de contenidos y que ocasionan daños irreversibles.
Destacamos que el Proyecto Pinedo va a contramano de la nueva legislación de la Unión Europea en materia de derecho de Autor y de las legislaciones de la mayoría de los países, que protegen a sus autores y a las industrias creativas en el ámbito digital.
Quienes aquí nos manifestamos somos los legítimos y probados defensores de la libertad de expresión y de prensa, argumentos con lo que se intenta paradójicamente justificar este proyecto, lo que resulta una verdadera falacia. Es esa libertad la que nos permite manifestar ideas, sentimientos, pensamientos y expresiones en forma creativa y original. Y es por eso que no puede tolerarse una ley que dé carta de indemnidad a los gigantes de Internet, que no controle ese poder de apropiación y atente, de esta forma, contra los derechos de todos los que creamos y generamos contenidos.”