CULTURA
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El sueño de Brodie

En el CCK la artista visual argentina nacida en 1967 “cuenta” sueños soñados por ella misma, dieciséis en total, que se escuchan y se pueden leer en dos pantallas enfrentadas, una en castellano y otra en inglés. Esta inmersión en su pieza audiovisual será líneas de su autobiografía. Jane Brodie “escribe” con palabras dichas su relación entre dos lenguas y dos países. Habla, se hace subtitular por Diana Rojas, corregir por Alicia Di Stasio, al tiempo que exhibe su quehacer artístico y su tarea de traducción.

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La vida es sueño. La obra de Brodie desplaza la materia de los sueños a la idea de la voz, en el sistema indisociable del oírse-hablar que es, para Derrida, la conciencia. “La voz que se oye a sí misma”, escribe el filósofo francés en “De la gramatología”. | jorge miño

La sala está a oscuras y esto hace mucho sentido con el título de la instalación de Jane Brodie: Dreams. Cuenta sueños. Propios, soñados por ella misma, entre 2019 y 2023. Sueños nocturnos, dieciséis en total, que se escuchan y se pueden leer en dos pantallas enfrentadas, una en castellano y otra en inglés. Ésta última coincide con el idioma del relato que, a su vez, está dicho por la misma autora de la obra. Es decir, una de las pantallas funciona como subtitulado del texto, sobre fondo negro, las letras en blanco repiten lo que se escucha. La otra, por su parte, traduce a ésta. 

Esa triangulación, voz emitida, subtitulado y traducción escrita, será, en principio, asunto de la propia biografía de la artista. Brodie nació en Estados Unidos en 1967 y desde los años 90 vive y trabaja en la Argentina. A esta experiencia migrante y de extranjería, se le suma que, además de artista visual, es traductora. Entonces, a primera vista, mejor dicho, a primera oída, esta inmersión en su pieza audiovisual será líneas de su autobiografía. Brodie “escribe” con palabras dichas su relación entre dos lenguas y dos países. Habla, se hace subtitular por Diana Rojas, corregir por Alicia Di Stasio, al tiempo que exhibe en este procedimiento su quehacer artístico y su tarea de traducción. 

Aprendimos con Sigmund Freud que “todo sueño es interpretable” y “son el primer eslabón de una serie de formaciones psíquicas, su valor es más teórico que práctico y nos pueden ayudar a explicar la génesis de las fobias, neurosis e ideas obsesivas”, porque “cada sueño se revela como una formación plena de sentido a la que cabe asignar un lugar preciso en la actividad consciente”. Por su parte, Mariana Obersztern, curadora de la obra, escribe que “la sensación de saciedad acerca de ellos es solo provisoria, pues ni Freud, ni Sherezade, ni Grete Stern, ni Stephen King, ni tantos otros que nos han deleitado con sus encantadoras aproximaciones, podrían invocar una posesión cabal sobre el objeto; nos hemos acostumbrado entonces a rozarlos momentáneamente, y que luego ellos se alejen nuevamente a otra dimensión, como confirmando su potestad excelsa e inapresable”. 

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Aunque se trate de sueños, creo que la pregnancia de la voz, la presencia definitiva de la voz en la sala, admite otra interpretación, (si Freud, me lo permite) Son narraciones que grabó cada mañana al despertar para rescatarlos del olvido; para que esa secuencia y aventura tan vívida y precisa no se vuelva una masa apelmazada, llena de incoherencias, de hiatos y se desvanezca con el despertar como la carroza que se convierte en calabaza en el cuento infantil. Se trata, más bien, de salvar a esos textos, quizá menos que a esos sueños. Porque con la voz de recién levantada, pegajosa, un poco ronca, gutural, menos de la garganta que de las entrañas, les da forma a las variadas historias a las que se les puede seguir el hilo: son comprensibles en diferentes registros, hay un verosímil y mantienen la tensión narrativa. 

Más aún, según Jacques Derrida, “al contrario de la fotografía, la voz archivada está viva. Vive otra vida, y eso es algo que no sucede en otro tipo de archivos”. Esto le agrega un espesor definitivo a la obra de Brodie que desplazaría la materia de los sueños a la idea de la voz, en el sistema indisociable del oírse-hablar que es, para el filósofo francés, la conciencia. “La voz que se oye a sí misma”, escribe en De la gramatología, es la forma perfecta de la auto-afección que es la posibilidad de repetir y mantener en su repetición las idealidades que definen la producción subjetiva. No hay un afuera que confiera la posibilidad de unidad. No hay contraposición entre el sujeto y la voz. Hay duplicación, sí, en tanto movimiento de una repetición inmediata, es decir, en la forma paradójica de un sí-mismo que tiene que tomar distancia de sí mismo para constituirse. 

En todo caso, ya no preguntaremos qué quieren decir esos sueños sino de qué están hechos. ¿Cuál es la materia de esos sueños? 

La respuesta será, por fin, que los sueños de Jane son el emplazamiento de su voz interior y su resonancia.

 

Jane Brodie / Dreams

La instalación puede visitarse de miércoles a domingos de 14 a 20.

No se requiere reserva previa de entradas. 

CCK, Sarmiento 151