CULTURA
con todo y detalle

Expresión corporal

Discípulo de Carlos Alonso, el dibujante, pintor y grabador Ariel Mlynarzewicz expone en Espacio Urbano “Ir juntos”, una muestra compuesta de finísimas piezas que retratan situaciones donde se da el encuentro entre personas.

Figuras. Grandes formas corporales entrelazadas, característico en la obra del artista.
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Si alguien me hubiera dicho hace diez años, mientras miraba con deleite los cuadros de Ariel Mlynarzewicz en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, que este pintor iba a ser abstracto, juro que no lo hubiera creído. Como tampoco se me hubiera ocurrido en su gran muestra en el Museo de Bellas Artes, Familia, en la que ponía el ojo (y el microscopio) en la célula básica y retrataba a sus hijos, a su mujer, sus padres, hermanos y amigos. Los pintaba tal y como eran y, sobre todo, de la manera que llegaban a sus sentimientos. En esos cuadros los acariciaba, jugaba con ellos, se hacían chistes y les hablaba a las personas que más quería en el mundo. Pintaba sentimientos y emociones. Pero de manera figurativa, y sus pinceladas no lo alejaban mucho de quienes había adoptado como padres: Rembrandt y Poussin. Alonso, Prilidiano Pueyrredón, De la Cárcova, para los más cercanos y locales. Su vínculo fuerte con la tradición le permitía ir y venir pero no deseaba salirse de este camino. Pintaba figuras que respondían con rostros a los nombres propios de la gente que estaba en su entorno: Mariela, Marco, Jazmín, Martín Caparrós, Diego, Carlitos y tantos otros. Su fuerte parecía ser haberse convertido en un gran pintor figurativo, desafiando todas las modas y tendencias. Poniendo una paleta vibrante al servicio de una idea tradicional y ser universal pintando su mundo. En ese sentido, nada indicaba que la busca de Mlynarzewicz fuera por el lado formal. En todo caso, podía variar los temas, rotar los intereses. Pero no. La muestra Ir juntos, que está colgada en Espacio Urbano Contemporáneo, una galería muy nueva en el circuito de arte de Puerto Madero, definitivamente cierra un período y abre otro. Todo en el mismo espacio que ventanea a la Ciudad de Buenos Aires y al canal que la parte en dos.

Con todo detalle, con su estilo preciso y destacado, haciendo de la pintura de caballete, de la técnica refinada, de la productividad, una suerte de exhibicionismo precioso, el artista muestra que para este momento la figuración es imposible. En la parte de arriba eso apenas se insinúa en algunas obras. No sólo en las que son deliberadamente abstractas sino en las que todavía conservan formas que dialogan con el referente. Hay varios cuadros que formarían una serie y son cuerpos entrelazados vistos desde los pies. Eso, sobre todo, es lo que está en primer plano. Varios pares de pies que ocupan el centro, a partir de los cuales se adivinan, en perspectiva notable, unos cuerpos entrelazados. Parecen las láminas de medicina china, donde en las plantas de los pies se dibuja el mapa del cuerpo. De sus órganos miniaturizados en el apoyo natural del homínido. Ancestrales, esos dibujos reflejan la parte por el todo y exhiben en ese pequeño espacio el territorio del dolor y de la sanación. La tarea del que cura será reconocer el síntoma y aliviarlo. Por eso, los pies que pinta Mlynarzewicz son la traza de una vida, un planisferio de lo íntimo y el itinerario de una agonía. De esa mezcla, de la perfecta figura de la extremidad hasta los contornos de unos cuerpos que se borronean, nace la otra. La serie en la que el cuerpo ya no le importa y pinta lo que hay dentro. Para ello elige unas pinceladas cargadas de color, de contraste, de furia. Mucha materia (el óleo) para significar los fluidos que recorren a las figuras que quedan muy por detrás de lo que se ve a simple vista. Para “representar” el beso, el coito, el abrazo, las almas, Mlynarzewicz prefiere curvas, ondas, rayas y la utilización a pleno de la consistencia y la espesura del óleo. Y de esa manera, las atrapa en su esencia y las construye menos como una referencia que como quien las vive. Unas obras que exigen ser vistas con la intensidad (y la desesperación) del que las pinta.

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Ir juntos
En Espacio Urbano Contemporáneo, Pierina Dealessi 508, Dique 4. Ciudad de Buenos Aires. Puede visitarse de lunes a viernes a partir de las 14. Hasta el 31 de mayo.