Ya no está entre nosotros, nos dejó en su paso por el mundo: arte, arte, arte. Con la habilidad de un mago jugó con acrílicos, imágenes y colores creando fantasía. Rogelio Polesello, que falleció el domingo, era un ilusionista, uno de los artistas plásticos más destacados de la Argentina.
Su trayectoria tiene más de 50 años y llegó a los museos más importantes del mundo, el Gughenheim y el Moma de NYC, El museo Rufino Tamayo de México, entre otros. En esta entrevista que le realicé con motivo de una exposición en el Centro Cultural Recoleta descubrí su niño eterno, siempre presente hasta el último minuto.
Era un verdadero dandy, un esteta de cada circunstancia, infaltable en las reuniones sociales, súper elegante y seductor, con un piropo para cada mujer. “Siento que trabajo mucho y que salir es ocuparme de mi otra parte, ocuparme de mi vida”, afirmó.
“La inspiración va apareciendo, voy armando imágenes, a veces quedan en un archivo. Todo el tiempo veo cosas en cualquier lugar, en un diario, en el cine… El artista, lo único que hace es relacionar una cosa con otra, así como nos relacionamos con las personas”.
Las obras de los años 58 y 59 vuelven a estar presentes en las nuevas, Rogelio dice que a lo largo de la vida todo se expande, se distorsiona, que esas obras hechas por el jovencito Polesello, siempre vuelven y se cuelan en cada momento del Rogelio adulto. Ese niño siempre vivió en él, lo acompañó en cada instante de creación y fue el gran inspirador de su obra.
Obsesivo, caprichoso, con la certeza absoluta de lo que quiso e hizo. Su amor por los acrílicos que amplifican le daban a sus obras la dimensión del mundo que armaba a su gusto. Rogelio, el niño, necesitó ese camino, esa forma de vivir. Vivió y murió bajo sus propias reglas. ¡Te vamos a extrañar!
(*) Periodista y modelo, GrupoMaga.tv