La trama de este libro se inicia en la iglesia Nuestra Señora de Itatí, en la provincia de Corrientes. Allí, tres hombres encapuchados interrumpen las exequias en honor a Sor Hermelinda y secuestran su ataúd. La narración, a partir de entonces, se divide en dos partes. Por un lado, lo que se narra es la historia de ese secuestro; por otro, y a través de sucesivos flashbacks, lo que lo justifica: algunos episodios de abuso que tuvieron lugar en el hogar del que estuvo a cargo esa monja.
La investigación la lleva adelante Reynaldo Lebón, un ex inspector incorruptible –pero verosímil– que ya había aparecido en la novela anterior de Chedrese (René Roca y las joyas de la corporación, Punto de Encuentro, 2017), al igual que René Roca: uno de esos personajes del hampa que todavía respetan algunos códigos y que, en este caso, junto a sus dos amigos, intentarán redimirse de la única manera que aprendieron a hacerlo: a partir del dolor.
Nullum dolorem, nullum redeptio. Así reza la frase que tienen tatuada en sus cuerpos, y que es la misma que pronunciaba la hermana Sor Hermelinda –porque las monjas también pueden cometer abusos, es bueno recordarlo– antes de usar su bate de criquet para disciplinarlos, entre otras vejaciones que no vamos a spoilear y que la cúpula de la Iglesia, por supuesto, como es su costumbre, tratará de encubrir.
La novela, en este sentido, ejerce una crítica foucaultiana a la institución católica, y uno de los aciertos es que lo hace desde una de las provincias –la de Corrientes– donde el poder de esta institución se manifiesta de manera más omnipresente en la vida cotidiana de las personas.
Sin dolor no hay redención
Autor: Federico Chedrese
Género: novela
Otra obra del autor: René Roca y las joyas de la corporación
Editorial: Azul Francia, $ 500
