CULTURA
Influencer planetario

La fascinante historia de Köksal Baba, el turco furor de las redes sociales

Padece enanismo; eso no le impidió hacer una carrera como boxeador. A los 40 años comenzó a hacer videos que se expandieron como reguero de pólvora por las redes. Hoy cuenta con millones de seguidores e infinitos gifs que circulan por canales de uso privado.

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Köksal Baba nació en Trabzon, Turquía. | Cedoc Perfil

La lógica del influencer, en rasgos generales, se sube a la cadena de montaje de la “belleza” y su estándar hegemónico. Se suman a esta “imagen”, además, determinados impuestos anclajes culturales: específicos valores, comportamientos y significados. De forma que, en la actual coyuntura, las empresas apuestan al viejo modelo del star system (y no ya al creativo publicitario), digerido desde los años 80 en los estudios funcionales de recepción de los Estados Unidos. 

Aunque estas lógicas operan de forma discontinua, y las interrelaciones de lo dominante absorben con su paso, desde hace décadas, lo disímil y lo oposicional. 

Culturalmente, los enanos –personas de talla baja– se han presentado a lo largo de toda la historia: desde la antigua Roma (para algunos historiadores denotada como un privilegio) y la mitología nórdica, pasando por su imagen bufonesca en la Edad Media (muy conocida por la representación de Velázquez), así como en el vodevil y el teatro, circos y películas.

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Simbólicamente, han representado muchos sentidos (mágicos y ocultos), aunque seguramente el más próximo sea tan parecido al origen de la poesía moderna en los trovadores: los enanos daban entretenimiento y diversión en la corte medieval. Como recuerda Ezra Pound al explicar la principal función y causa del arte poético en el medioevo: “en los castillos, moraba un aburrimiento descomunal”.

Si alguien como Pound dedicó su tesis doctoral (tesis que por cierto nunca finalizó) en relación al personaje del gracioso o bufón en la obra de Lope de Vega, podríamos preguntarnos por la reciente aparición (y su sentido) del influencer Köksal Baba. 

Con más de 2 millones de seguidores en Instagram, otros millones en Youtube, así como infinitos “gifs” que circulan por canales de uso privado, sólo contamos con lo esencial de su historia: oriundo de la ciudad de Tabzon, hizo carrera como boxeador, y comenzó a los 40 años a hacer videos simulando atacar por sorpresa a desconocidos en las calles. 

Aunque más allá de cierta fascinación por lo “distinto” (podríamos pensar en películas como Freaks de Tod Browning), el juego de Köksal va más allá de un simple entrenimiento.

Los elementos cotidianos son esenciales en la mayoría de los videos o “gifs situacionales”: Köksal en el mar, comiendo o bañándose, o simulando que trabaja con una computadora o simplemente mira televisión.
Además de estos elementos, aparece generalmente acompañado por alguien “mayor”, en este caso, un adulto “normal”.

La espectacularización se da, en primera instancia, desde la deconstrucción y neutralización del espacio cotidiano. Si Andy Warhol se filmaba durante minutos comiendo una hamburguesa, lo hacía para desmitificar determinado efecto publicitario de la industria gastronómica, y demostrar de esa forma lo patético que puede resultar sentarse a comer dos panes acompañados de carne triturada. 

La reinstauración de sentido en Köksal se da desde su estatura, porque lo primero que hace es convertir su condición de enanismo en símbolo de niñez. Y por eso, la mayoría de las veces, aparece acompañado: lo bañan, lo transportan en el agua, lo pasean de la mano. 

Sin embargo, y a pesar de eso, Köksal se permite tener reacciones de adulto, dar golpes o arrojar computadoras, insultar y maldecir. Y en esa conjunción, el personae o máscara infantil, Köksal se permite tomar una pistola y sonreír cínicamente, simular que es un gánster o un policía, o bien puede burlarse de la propia cotidianeidad, haciendo que escucha con atención cuando le hablan, así como sentarse en un despacho, recibir órdenes y contar dinero. 

Si algo llama la atención, en definitiva, es el inverosímil situacional. O para sintetizar un eslogan, un determinado inconsciente promedio: todos somos Köksal, aunque crecimos y estamos solos. Definitivamente, a él no pueden juzgarlo ni despedirlo. 

Probablemente Umberto Eco no se equivocaba al decir que todavía vivimos en la Edad Media, época en la que los enanos actuaban antes de las ejecuciones, es decir, antes de la ejecuciones de los hombre y mujeres "reales".