Una oferta amplia y variada. Editoriales comerciales e independientes. Ferias de todo tipo y color. Pero, ¿qué tan difícil es publicar un libro? Para responder, PERFIL conversó con dos escritores consagrados: Claudia Piñeiro (quien cuenta en su haber con Las Viudas de los Jueves y Betibú, entre otras obras) y Sergio Olguín (autor de libros como Lanús, Oscura monótona sangre y La fragilidad de los cuerpos, recientemente convertida en miniserie).
“Mi camino para publicar siempre estuvo vinculado a los concursos”, afirma Piñeiro. Su primera obra fue una novela para chicos, producto de un certamen de Editorial Edebé. “Publicar para jóvenes es más fácil, ya que las editoriales necesitan renovar el catálogo con mayor frecuencia. Sin embargo, en paralelo escribía literatura para adultos, y así fue como ‘Tuya’ fue finalista del Premio Planeta”.
Tanto Piñeiro como Olguín destacan la importancia de los concursos para ingresar al mundo editorial. La autora explica que sirven como carta de presentación, como validación de la obra enviada. Olguín, por su parte, destaca que “existe una dificultad para quien comienza, ya que es un mundo cerrado sobre sí mismo. Las editoriales no leen por fuera de sus certámenes y, dada la situación del mercado, es muy difícil que publiquen originales”.
El caso del autor de La fragilidad de los cuerpos es particular. Para 2002, año de publicación de Lanús, hacía crítica literaria y ya tenía un libro de cuentos, lo que le dio cierto conocimiento del mundo editorial. “Con unos amigos decidimos autoeditarnos. Quisimos empezar de forma independiente para no deberle nada al mercado, como una especie de rebeldía juvenil”. Los tres libros tuvieron una tirada total de mil ejemplares y lograron que Tusquets Argentina los distribuyera.
La iniciativa de Olguín llegó así a las librerías, en un momento donde no abundaban proyectos de ese tipo. Hoy, la situación es diferente. “Las editoriales independientes son una forma de participación cultural. Antes, en los 80 y 90, hacíamos revistas donde nuevos autores publicaban sus textos y cuentos. Hoy esto se trasladó al mundo del libro. Y lo interesante es que hay una continuidad de obra para los autores. Pasa como en el fútbol: empezás jugando en un equipo chico y terminás en un club grande”, sostiene Olguín.
Piñeiro también reivindica la existencia de editoriales independientes. “Otorgan diversidad de voces. En un año malo económicamente para las editoriales, aquellas más grandes se vuelcan a lo que saben que funciona”.
Ambos autores señalan la situación del mercado, un dato no menor. La Cámara Argentina del Libro informó que en 2016 las novedades editoriales disminuyeron un 5% respecto de 2015, que se convierte en un 14% si se mira solo el sector editorial comercial.
Alejandro Dujovne, doctor en Ciencias Sociales e investigador del mundo editorial, postula tres causas que definen el contexto de la industria: “hay una baja evidente del consumo, ya que el libro no es una necesidad básica. También existe una falta de políticas que protejan la cultura frente al mercado y que sean comprensivas para el libro, para lograr una verdadera bibliodiversidad. Y además se tiene que considerar la disminución de las compras del Ministerio de Educación, que consistía en una especie de apoyo fiscal que dinamizó el mercado”.
Publicar un libro no es tarea sencilla, pero aquí asoman algunas posibilidades: enviar manuscritos a los concursos, probar suerte con la literatura juvenil, contactarse con editoriales independientes y, por qué no, considerar autoeditarse. Y si nada de esto funciona, internet es una excelente opción para darse a conocer. Porque, después de todo, del otro lado siempre habrá alguien buscando qué leer.