Aunque muchos de ellos nacieron y tienen su sede en ciudades o pueblos de provincias, no sé si los llamaría sellos del interior del país (que refuerza esa división entre la Capital y todo lo demás); tal vez el nombre sea editoriales emergentes (¿emergentes post crisis 2001?) o sellos independientes (pero ¿independientes de qué, de quiénes?). Podemos llamarlas así porque de las muchas editoriales que hay en Córdoba –más de cincuenta– todas son emprendimientos individuales, familiares o editoriales universitarias, institucionales, o quizás podríamos decir más sencillamente que se trata (a excepción de las editoriales universitarias) de pequeñas editoriales con mucha voluntad de gestión. La característica más notable es la descentralización que producen, descentralización de edición que permite en algunas ocasiones la puesta en valor de escrituras descentradas. Córdoba es fuerte ejemplo de esto. Con la recuperación democrática, desde la segunda mitad de los años 80 comienzan a surgir aquí talleres e instituciones que fomentan la escritura y la lectura, talleres en los que se promueve el conocimiento de escritores locales, lo que fue conformando una plataforma de lectores que comienzan a consumir entre sus lecturas, poesía y narrativa escrita por o publicada por cordobeses. Pero el momento de inflexión fue el derrumbe de 2001. En muchos casos se trata de gestiones que intentan una nueva relación editor-autor, tratando de diversas maneras de escapar a la dinámica editorial de edición de autor simulada detrás de un sello. El problema, el déficit mayor en este panorama, sigue siendo la distribución, porque las tiradas son cortas y las distribuidoras grandes llevan una tajada muy importante. Sé que algunos sellos se agrupan entre sí o con sellos de otros sitios buscando visibilidad, pero creo que en lo estrictamente económico sería muy importante que desde el Estado provincial se facilitara un modo eficiente de distribución de la producción provincial a bajo costo, como hacen otras provincias con sus tejidos o artesanías de alta calidad.
En cuanto a Narradoras Argentinas, que llevamos adelante con Juana Luján y Carolina Rossi, se trata de una colección dentro de Eduvim, una editorial de perfil universitario pero con un ojo puesto en el lector extrauniversitario. Propusimos esta colección en la que editamos a narradoras (novelas y cuentos únicamente) argentinas olvidadas o poco visibles. Son escritoras que publicaron sus obras entre los años 40 y fines de los 90, escritoras que ya no viven o han clausurado su obra. Recuperamos obras que quedaron inéditas, como la de Andrea Rabih, o hace tiempo están agotadas; rastreamos a los herederos, revisamos el material, buscamos prologuista, y cuando sale, acompañamos la circulación de esos libros. Editamos no más de dos títulos al año, aun así es un esfuerzo para las tres, pero lo hacemos con convicción, confianza en las escrituras y en la importancia de recuperar eslabones perdidos o poco visibles de una genealogía de escrituras de mujeres en nuestro país.
*Directora de la colección Narradoras Argentinas, de Eduvim.